VASCONIA 1962, ENTONCES IGUAL QUE HOY

  
VASCONIA 1962, ENTONCES IGUAL QUE HOY

Aitzol Altuna Enzunza


EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FEDERICO KRUTWIG

 


Un 15 de agosto del año 1962 en Biarritz, el getxotarra Federico Krutwig, firmaba el prólogo de su obra más conocida: “Vasconia”, la cual, vería la luz al año siguiente en París. En este prólogo, describía Krutwig la situación del Pueblo Vasco en esas fechas, que hoy reproducimos en parte como un buen resumen de lo que se vivía en el País Vasco y por la sensación de “deja vu” que produce.

La situación a comienzos de los años 60 era asfixiante para el Pueblo vasconabarro. El franquismo, lejos de aflojar en su presión uniformizadora y madrileño-centralista, estaba en su momento más álgido, al no tener para entonces presión internacional alguna. 

La oposición al régimen fascista se mantenía exiliada, incluido el Gobierno Vasco que había perdido al Lehendakari Agirre tras su "repentina muerte" en marzo de 1960, lo cual propició su dilución en el Gobierno de la República Española en el exilio.

Monzón, Irujo y Agirre


El ex secretario de ELA y exdirector de Irizar (MCC) Kepa Anabitarte (Pasaia 1943), el cual había compartido exilio con el Lehendakari Agirre en París donde fue becado por el Gobierno Vasco, vivió la concienciación de Agirre de que él era el presidente de un Estado Vasco y no miembro de la Segunda República Española:


- Indalecio Prieto (ex ministro del PsoE y miembro del Gobierno de la República española en el exilio) hizo un viaje expresamente desde México a París para decirle al lehendakari José Antonio Agirre:

“-Este es el plan que hay y tenemos que cambiar de política, hay que adaptarse a otras circunstancias; y como el Gobierno Vasco es hijo de la República y nosotros vamos a renunciar a las posiciones republicanas, el Gobierno Vasco también debe desaparecer”. 

Agirre le dijo -y esto se lo he oído yo en varias ocasiones:

“-Don Indalecio, este testigo lo he recibido del Pueblo y este testigo yo se lo devolveré al Pueblo”.

 

Pocos meses antes de que se escribiera Vasconia, el Gobierno Vasco del nuevo Lehendakari Leizaola, había claudicado en el “Pacto de Munich” en ese mismo año 1962 ante las fuerzas españolas eliminadas del poder por el golpista Francisco Franco junto a otros Generales del Ejército Español en el año 1936. 

 Federico Krutwig Sagredo (Getxo 15 de mayo de 1921- Bilbao 15 de noviembre de 1998):El interés primordial del colonizador consiste en querer devorarse el pueblo colonizado, en palabras más populares, quiere “tragárselo”, para incorporárselo como nutrición propia a su cuerpo” 

Anabitarte, que asistió a Munich y escuchó el discurso de Iñaki Aginaga denunciando el "contubernio", comenta: "Hubo un gran número de jóvenes que asistimos a Munich por invitación del PNV. Una vez allí, nos encontramos con que todo estaba hecho. Tal como pudimos observar después, los objetivos ya estaban decididos de antemano, y no precisamente como nosotros esperábamos (...) 

El Pacto de Munich tuvo también otras consecuencias directas; por ejemplo, el punto de partida para la liquidación del Gobierno Vasco, el no reconocimiento de las realidades nacionales que habían emergido durante la guerra…".

Orreaga Taldearean dokumentala.
Hona hemen han gertatutakoaren azalpena labur bilduta: https://www.orreagataldea.com/2014/06/23/euskadi-fue-un-estado-independiente/

Se alejaba así cualquier esperanza de volver "al interior" (Euskal Herria peninsular) para todos ellos y acabar con la dictadura de Franco, la nueva “estrategia” consistía en esperar a que el golpista muriese y unirse a los republicanos españoles en el reparto de sus despojos junto a los herederos del Régimen.


Sigue Krutwig explicando: "A esto se le unía que, después de la Guerra Mundial última, los jefes exiliados, con una mentalidad estancada en 1936, no habían llegado a comprender muchos de los cambios que en la sociedad y en las corrientes mundiales habían tenido lugar.

Ellos habían logrado algo. No hay duda de que poseían un sistema autonómico en la República Española. Y como esto, aunque poco, era algo, propio de ellos, lo defendían a capa y espada ante la nueva generación que empezaba a pedirles cuentas de su inoperancia. De lo que no se habían dado cuenta es que el Estatuto era miembro de un cuerpo que se llama II República Española, y que muerta ésta, con ella se había podrido en la tumba el Estatuto Vasco. Estaban pues, queriendo mantener en vida el miembro de un cadáver putrefacto”.

 


El Gobierno Vasco, según Krutwig, había muerto y había dilapidado así todas las esperanzas del Pueblo Vasco:

“¿Cómo opinábamos nosotros en América? (sic., en realidad estaba en Biarritz). Pues bien, para nosotros el Gobierno de Euzkadi era ni más ni menos que el Gobierno Nacional del Pueblo Vasco, el gobierno que iba a darnos la independencia. Otro tanto pensaba la gente del interior, estas ilusiones falsas son siempre perniciosas, pues se cree en algo fantasmagórico... y se esperan soluciones de una agrupación de hombres que, por su propia naturaleza, no pueden conducir a ningún fin. Convenía, pues, que despertásemos del letargo en que íbamos a seguir si continuábamos pensando que el Gobierno de Euzkadi era el Gobierno de los Vascos y para los Vascos.

El Gobierno de Euzkadi era tan sólo un gobierno regional español de las Vascongadas, el representante de la autoridad española en nuestra patria. Bajo el primer presidente provisional, el Sr. Aguirre, creíamos todos que, dada su vitalidad, la nación vasca iba a encontrar por medio de este Gobierno, mal que bien su independencia. 

El gran mérito de su sucesor, Sr. Leizaola, ha sido quitarnos esta ilusión. Él nos dijo sin ambages, que el Gobierno de Euskadi era algo meramente español (…) el Gobierno de Euzkadi es un Gobierno regionalista español, que nada tiene que ver con el problema vasco. Así pues, había llegado a saber que este Gobierno tiene incrustados elementos que sin duda alguna pudieran ser calificados de enemigos de nuestro pueblo”. 


El Régimen dictatorial de España y el Gobierno alternativo en el exilio, se habían quedado atrás en el túnel de tiempo y el Gobierno Vasco con ellos. Mientras Europa salía con vigor económico y social de la Segunda Guerra Mundial, España dormitaba en el “día de la marmota”. 


KRUTWIG EN EL EXILIO

Krutwig había tenido que huir en 1952 del franquismo por su discurso durante el ingreso del franciscano Luis Villasante en Euskaltzaindia, en el cual criticó a la Iglesia Católica por su política contra el euskera. 



Recaló Federico primero en Donibane Lohitzune-San Juan de Luz, donde conoció al anarquista Felix Likiniano y se hizo amigo de los Mendigoxales exiliados de Jagi-Jagi, como Elias Gallastegi "Gudari" y Lezo de Urreiztieta, con los que hizo buenas migas, a los que elogió abiertamente. En San Juan de Luz-Donibane Lohitzune, Federico logró la ayuda que necesitaba para publicar el libro Vasconia del empresario abertzale Francisco Mingolarra, "Paco":

"Fue Francisco Mingolarra quien me dijo un día: -Mira, Federico, necesitamos para salir de este atolladero de la formulación de un nuevo tipo de nacionalismo, que debe ser a la vez muy nacionalista y enteramente progresista". Esta necesidad la había visto él en las discusiones que surgían en nuestros peripatos a lo largo del paseo de Santa Bárbara (Donibane Lohitzune). 

Y añadió: -"Y la única persona que es capaz de hacer esta unión entre nacionalismo y progreso, de realizar este trabajo, eres tú. Yo pondré a tu disposición lo que necesites". Y así empecé a escribir Vasconia, cuya redacción, por cierto, duró mucho menos de lo que nos esperábamos" ("Años de peregrinación y lucha" Federico Krutwig). 





Después Federico se instaló en París, donde conoció al escritor germanófilo y antisemita Jon Mirande, para asentarse finalmente en Alemania, donde se casó y se divorció poco después en 1961, por lo que volvió al País Vasco y recaló en Lapurdi, desde donde comentaba:

“En mis viajes por Europa y Vasconia había observado que en el Viejo Continente después de la última Guerra Mundial se habían operado una serie de cambios y reinaba un ambiente espiritual que era ajeno a cuantos jefes nacionalistas que más o menos conocí. En realidad, habiéndome interesado por el desarrollo de la mentalidad europea en la posguerra, veía que yo mismo me había alejado de las concepciones mentales que aún imponían sus cánones a los antiguo jefes y dirigentes del nacionalismo vasco.

Así comprendí que la noche oscura del nacionalismo era la clara divisoria entre dos generaciones, entre dos concepciones mentales que nunca podrían llegar a entenderse. Los hombres que hicieron la guerra del 36 en Vasconia quedaron estancados en tal fecha. 

Fueron al exilio, pero en el exilio no aprendieron nada, se hispanizaron; de ser vascos pasaron a ser antifranquistas, quizá debía a sus lecturas y al continuo comercio espiritual con los exiliados españoles. Lo que pude ver es que las tendencias que dirigen la mentalidad europea Inglaterra, Alemania, Italia y Francia les eran completamente extrañas”.

Mapa de las naciones europeas
en la primera edición de Vasconia 

Los nuevos dirigentes del Pnv-Anv que sustituyeron a los primeros, no tuvieron el ímpetu necesario para seguir con la lucha, y, dilapidaron su posición, ganada tras miles de muertos y enormes tragedias familiares. Por ello, dejaron de ser ejemplo para sus hijos, los cuales, tuvieron que buscar otras referencias, otras luchas de otros Pueblos alzados contra el colonialismo o dictaduras con los que identificarse:

“Y los nuevos hombres buscaron su nutrición patriótica en el ejemplo de otros pueblos, de Israel, de Chipre, Túnez, Argelia, Indochina, de los pueblos que sacudían el yugo del colonialismo El pueblo vasco, que desde el momento que en la historia aparece descrito por griegos y romanos, mantuvo siempre en alto la antorcha de la independencia, no podía caer en la oscura noche de la muerte por somnolencia. 

Para llegar a un tan malaventurado desenlace no bastaron ni el vino de las Siete Calles, ni el opio del fútbol, ni siquiera la inoperancia de los dirigentes nacionalistas vascos refugiados en el extranjero. A pesar de todos estos enemigos más o menos solapados, más o menos mal intencionados, el nacionalismo vasco resurgía. Vasconia resurrexit”. 


Con la intención de ayudar ideológicamente a esa nueva generación, Krutwig decidió escribir el libro de Vasconia. Federico fue multicultural desde la infancia, de padre alemán, de madre medio italiana medio bizkaína, dominaba veinte idiomas, le tocó ser un viajero habitual, viajes a los que siempre iba con baúles llenos de libros. Empujado por sus conocimientos e inquietudes, decidió comparar las dinámicas nacionales que en el mundo acabaron logrando su libertad con las del nacionalismo vasco:

“Cuando examinaba estas condiciones que en los últimos años han conducido a nuestra patria, empecé a estudiar las teorías de los que en Vasconia se decían nacionalistas y las comparé con aquellas que en otras partes del mundo habían sido la fuerza creadora de una Dinámica nacional que condujo a la independencia. 

Observé que, por más méritos que en su época tuviese el Fuerismo, que fue la clara reivindicación de los derechos estatales de Euskaria, en las demás partes de Europa, en vez de haberse planteado el problema desde un punto de vista histórico y estatista (historicismo foralista dentro del Estado español), la mayor parte de los nacionalismos habían prescindido de tales consideraciones y situaron al problema nacional sobre la base de la nación o etnia. Encontré un número de libros referentes a estos problemas, en especial a los casos polacos, lituanos y de Europa Oriental”.


Pero también estudió la situación de otros Pueblos, que, aunque habían alcanzado su libertad tras siglos de ocupación colonial, entendía Krutwig se habían desnacionalizado, al perder su idioma durante su “cautiverio” y ser incapaz de recuperarlo tras su liberación, como era el caso irlandés, ocupado entre los años 1171-1921 por Inglaterra (y hasta el presente en el caso de Irlanda del Norte):

“También me extrañó mucho siempre el contemplar que, mientras los nacionalismos de Europa oriental y central habían conducido a los fines propuestos por sus seguidores, en Europa Occidental existía un pueblo que, habiendo luchado como leones durante siglos por alcanzar la independencia nacional, tan pronto alcanzó la libertad de su patria, en realidad perdió la nación. Irlanda era este desastroso caso de un pueblo a quien la libertad para nada le ha servido, a no ser para desnacionalizarse más y más.

¿A qué eran debidas estas diferencias?”.

 


Su conclusión, casi no podía ser otra, viendo su trayectoria vital y política hasta ese momento, y la resume él mismo en el siguiente párrafo:

“No había duda de que en toda Europa la base de la nacionalidad está constituida por la personalidad que adquiere un pueblo y el deseo que tiene de conservar su idiosincrasia. Esta personalidad descansa casi siempre, cuando menos, preferentemente, en un idioma propio que estructura las relaciones mentales del pueblo que lo emplea. 

De aquí que en todas partes se considerase al idioma como el sostén y la ligazón de la nacionalidad. Del idioma se deriva la mentalidad y de ésta la forma de actuar. Al pueblo que se le priva de su lengua se le altera la mentalidad. 

Por ello tenía razón don Arturo Campión cuando decía que, en Navarra, con la pérdida del euskara se transformó el paisaje. Y es que los hombres se cambiaron y después ellos, a su vez, cambiaron el paisaje en que vivían para crearse el ambiente de acuerdo con su mentalidad”.

 

Por tanto, le tocaba a Krutwig ver qué había aportado el nacionalismo vasco para mejorar el carlismo anterior, el cual, según hemos visto, luchó por los Fueros sí, pero como corriente “estatista” española, o  como el propio Federico dice en Vasconia: (...) plantear el problema como la reivindicación del status anterior a 1839 es inadecuado para recoger el fruto de la independencia". 

¿En qué había basado el nacionalismo vasco la personalidad del Pueblo vasco y su necesidad de conservar su idiosincrasia? O, como él mismo se pregunta:

“¿Cómo era, pues, posible que el nacionalismo vasco que tantos y tantos éxitos había tenido en las elecciones, no hubiese sido capaz de mantener y fortalecer el espíritu nacional?”

 


Está claro que el nacionalismo vasco no ha conseguido su objetivo, salvo que este fuese un Estatuto o parte de él (por otra parte, objetivo muy inferior a recuperar los Fueros o Leyes del Estado de Nabarra de los carlistas: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/un-solo-derecho-pirenaico-en-todo-el.html), por lo que Krutwig expresaba su opinión del porqué de este fracaso que ya vaticinaba:

“A mi manera de ver, en todo ello estaba en la base un falso planteamiento del problema. Había que estudiar el problema y las causas del fracaso. No cabía aducir persecuciones nacionales, puesto que éstas, cuando el espíritu nacional está vivo, la único que hacen es avivarlo más. 

Además, la pérdida del vascuence, y con él, la del sentimiento nacional, no se venía dando exclusivamente bajo la dictadura. Es más, bajo este régimen y a causa de la desconexión con ese nacionalismo vasco antiguo, se daba una toma de conciencia como no tuvieron los nacionalistas de la antigua generación".

Mapa de Vasconia en la primera edición del libro (1963): "No cabe duda de que, históricamente considerado, el futuro Estado libre vasco deberá de comprender al Sur de los Pirineos y a su Norte todos los territorios que corresponden a la Corona de Navarra y Ducado de Vasconia"


Seguía Krutwig su reflexión: "En los estudios que pude hacer de la historia del nacionalismo vasco otra cosa que me saltó a la vista fue que, mientras en países como Polonia, Lituania, Noruega, etc., el nacionalismo había sido siempre un movimiento de la élite espiritual y social de la nación, que luego se extendió a grandes masas de la población, en el País Vasco los más destacados hijos de Euskaria no sólo no eran nacionalistas (como hubiera sido de esperar) sino que, asqueados por ciertas formas de nacionalismo (que yo no he conocido), se habían pasado al bando ene migo. ¿Cuáles eran estas causas? ¿Por qué Unamuno, Pío Baroja, Azkue, etc., ¿no eran nacionalistas y sí en cambio grupos de sietecalleros (bilbaínos) que no sabían más que hablar en castellano mal de los vecinos?”.

 


Es decir, la élite cultural y económica del País Vasco, estaba, en general, desnaturalizada y apostaba abiertamente, en muchos casos, por la desaparición de este Pueblo (Unamuno) o su desnaturalización mediante el “buen vasco-español” (Baroja) o se limitaba al estudio de la cultura vasca sin aplicación política práctica como Azkue (al que se le relacionaba con la ideología carlista). 

Un resumen de las Guerras Forales llamadas "carlistadas" en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/historia-del-carlismo.html

María de la Resurrección Azkue (Lekeitio 1854-Bilbao 1961), fue el fundador de Euskaltzaindia (1918), al cual Krutwig conocía muy  bien y estuvo presente en el momento de su fallecimiento, ya que  Federico había ingresado en la Academia de la Lengua Vasca en 1943 con apenas 22 años y tras haber aprendido euskera de manera autodidacta, siendo uno de los primeros "euskaltzain osoa" o académicos de número en 1947 con el asiento 13:

“No me quedaba ya duda de que a la fuerza tenía que existir en el nacionalismo vasco un defecto garrafal que había espantado a gran parte de los mejores hijos de Euskaria. Conocía a muchos carlistas y cuán agradable no fue mi asombro al haber visto que muchos de ellos, aunque se llamasen “fueristas”, “carlistas” y “requetés” o como más les gustase, en la realidad eran tan nacionalistas, o más, que aquellos que pretendían acaparar para si esta apelación”.



ANÁLISIS DE KRUTWIG

El análisis y las conclusiones de Krutwig son aplicables a nuestra situación actual, al menos en dos de sus tres puntos:

“Comprendí, pues, que el planteamiento del caso vasco había sufrido errores monstruosos.

Primero, se seguía planteando un caso nacional como una cuestión meramente estatal (española).

Segundo, se había subordinado de tal forma el caso vasco a una religiosidad que se hizo perder al pueblo vasco toda la savia vivificante.

Tercero, el caso nacional vasco había sido rebajado a un regionalismo que sólo mendigaba del Estado opresor algo que en realidad tenía derecho a exigir por entero”.

 

Dentro de la cárcel que se había convertido la (pen)ínsula franquista, una parte muy pequeña de la juventud vasca, estaba llevando a cabo la ruptura con sus mayores:

“Por otra parte, en la Euskadi peninsular se estaba llevando a cabo igualmente una revolución mental. El nacionalismo vasco había sido vencido en los campos de batalla pero iba a salir vencedor en los corazones de los hombres. Los enemigos, en especial las autoridades españolas de ocupación, quisieron resolver problema, pero no pudieron, y una pujante planta del nacionalismo vasco brotaba de nuevo.

Como los antiguos dirigentes en el exilio habían roto ya todos los cables de comunicación con la realidad de la zona ocupada por los españoles, la nueva generación de la Euskadi peninsular nacía sin un «norte», por generación espontánea, sintiendo más que nunca el problema de su pueblo. La juventud vasca adoptó dos posiciones ante la persecución franquista. Primera, la del bruto que no se interesa por nada, que no tiene inquietudes espirituales y pasa el lapso de su vida como una piedra o un montón de cieno. Segunda, la de los que sintiendo la angustia de la patria ocupada militarmente y humillada por el enemigo quieren ver llegar el día de la independencia y buscan los medios para eliminar el yugo extranjero.

Esta generación vasquista tuvo que formarse sus propios ideales. Del exterior nunca le llegó ninguna savia nacionalista. La fuerza que este sentimiento tenía en el pueblo vasco a través de los siglos brotó de nuevo”. 


En el “interior” nacía una nueva generación que no había vivido el alzamiento militar ni la hambruna de la postguerra, pero que conocía muy bien la represión franquista contra todo movimiento nacional o contra cualquier apertura cultural y social. 

Tal y como explicaba Krutwig: “Después de largos años de silencio e inactividad por parte del nacionalismo oficial parecía que iba a llegar la muerte al sentimiento vasco. Nada sucedía, nada se hacía.

Un día nos llegó la noticia de que unos jóvenes habían querido descarrilar un tren. Su buena voluntad, al parecer, estuvo acompañada de un gran desconocimiento de las teorías y prácticas de la guerra revolucionaria, y la policía del Estado fascista desorganizó aquel grupo de patriotas. Era una nueva aurora en la noche oscura a que la inoperancia del nacionalismo oficial había conducido al sentimiento vasco (…)".

 


CONCLUSIONES DE KRUTWIG EN VASCONIA

Las conclusiones por tanto de Krutwig son claras: el Gobierno Vasco había traicionado a su Pueblo y había que replantearse las bases ideológicas del nacionalismo vasco, el cual estaba cometiendo los mismos errores que el carlismo vasconabarro, ya que, no eran capaz de superar la realidad de su dependencia de España-Francia:

“Si, pues, hasta en el Gobierno que se decía vasco, el mismo presidente (Leizaola) era un traidor a la patria...¿Cómo íbamos a esperar nada de un nacionalismo que frutos tan desastrosos nos había dado? Había que volver a plantearse el problema vasco.

Un nuevo planteamiento del nacionalismo con bases científicas, primero deberá dar el valor que merece a la lengua nacional, exigir de sus seguidores que la aprendan y la dominen.

Segundo, tendrá que ser una fuerza progresista que busque una evolución ya que si sigue siendo conservadora nos estancaríamos tanto mental como económicamente y jamás lograríamos nuestra libertad.

Por fin, tenemos que plantear el problema vasco sobre la base étnico-económica que hoy reclama el nuevo mundo.

Buenos Aires, 15 de agosto 1962".



Por seguridad, ante las posibles represalias de la dictadura, el libro aparece firmado con el seudónimo de Fernando Sarrailh de Ihartza y como si hubiese sido publicada en Buenos Aires, cuando lo fue en París en 1963. 

El prólogo del libro, lleva la fecha del 15 de agosto, día simbólico para todos los vasconabarros o baskones, ya que, como el propio Krutwig dejó escrito años después (1978): 

"Euskalherriaren garhaipen historiko bat hospatzen den egun batetan finkatu behar lizateke. Neure aburuz hunelako fetxa historikoa Euskalherrian, Orstaroaren (abuztuaren) 15a izan da, noiz euskaldunek Frantziaren harmada Orreagan suntsitu bait zuten. Euskaldunen viktoria hau mundu osoan ezagutzen da.

Eta hunela kanpotar iainko baten heriotza ta phizteaz xinta-mintaka egoitearen ordez, euskaldunek, beren herrirat kanpotar iainko hori ethorri baino lehen, beren Historian iaraietsi duten ekhintza nabusiena ta ezagutuena hospa lezakete.".




Mucha más información sobre la vida y todo el pensamiento de Federico Krutwig, así como un resumen de su obra "La Cuestión Vasca", la recogemos en este otro artículo: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/la-cuestion-vasca-de-federico-krutwig.html