EL MATRIARCALISMO VASCONABARRO QUE NO MATRIARCADO


EL MATRIARCALISMO VASCONABARRO QUE NO MATRIARCADO

Aitzol Altuna Enzunza
Hay que hablar de "matriarcalismo" y no de matriarcado vasconabarro. El matriarcado implica la autoridad de la mujer en el orden social: no sólo en la familia, sino también en la sucesión (matrilinealismo), en la política, en la religión y en la economía, que debe tener también su reflejo en las leyes. Todo ello a menudo vive con la gerontocracia, el poder de las mujeres más ancianas. 

Por tanto, se trata de una situación muy lejana a la realidad al País Vasconabarro actual y no hay indicios de que se diera en un pasado. Lo que sí ha habido en el País Vasco es el matriarcalismo, sin que podamos saber en qué grado, así lo matizó y afirmó el profesor y hermeneuta Andrés Ortiz-Oses (Tardienta, Huesca 1943-Zaragoza 2021) y que avaló José Miguel de Barandiaran (Ataun, Gipuzkoa 1889-1991). 


Foto: Eulalia Abaitua Allende-Salazar (Begoña 1853-1943)

El matriarcalismo es una impregnación de lo femenino en la vida social vasconabarra que no tenían (ni tienen) las culturas indoeuropeas asiáticas que invadieron en el neolítico casi toda Europa, menos aún la cultura grecolatina y las religiones de la Biblia (“El matriarcalismo vasco” Andrés Ortíz-Oses FK Mayr).



EL MATRILINEALISMO 

En el libro “Ser o no ser vasco”, Julio Caro Baroja (Madrid 1914- Bera 1995) explicaba el posible matrilinealismo vasconabarro: “La palabra que sirve para designar la hija es alaba, mientras que para decir hijo se emplea la voz seme. Para designar a la hermana del hombre úsase la de arreba y para el hermano de la mujer la de neba: por último, la hermana de la mujer es aizpa mientras que los hermanos entre sí son anaiak. 

Emakumeen arteko briska-jokoa. Zuleibar
Egilea: Manterola, Felipe (Zeanuri, Bizkaia, 1885/05/01 - Zeanuri, Bizkaia, 1977/07/19)
Museoa:Arte Ederren Bilboko Museoa

Es decir, que cuando se trata de fijar el parentesco entre hermanos y hermanas aparece el sufijo -ba, pero no al designar a los hermanos cuando no se habla de ellos sin referencias a las hermanas no en el nombre de los hijos varones y sí en el de las hijas. Estos es notable y, en consecuencia, cabría pensar que nombres como el de osaba, oseba, osoba=tío; izaba, izeba=tía, y asaba=antepasado (también existen Aurba=bisabuelo, Auba=suegro), se referían en un principio a la rama materna únicamente, que sería la más considerada y tenida en cuenta”.



El insigne antropólogo español hablaba en otro libro titulado “Sobre historia y etnografía vasca” sobre las relaciones de parentesco de las personas que habitan el Saltus Vasconum antes de la llegada de los romanos:

“Esta noción básica se manifiesta en forma de parentesco patrilineal en unos textos y a partir de una fecha; pero también aparecen en algunos grupos rasgos de organización matrilineal tanto en lo que se refiere a la propiedad, como en lo relativo a otros aspectos de la vida social. Este nivel cultural considerado también arcaico se expresa, sobre todo, en el hecho de que aún se hallan en un estadio de organización social basada, casi en esencia, en la noción del parentesco unilineal a través de generaciones (…).

Caro Baroja nos da unas pinceladas que resumen este matrilinealimo vasconabarro siguiendo a Estrabón:

1. Entre los cántabros (sirve también para los vasconabarros) el hombre dotaba a la mujer.
2. Heredaban las hijas y daban mujer a sus hermanos (no sus padres).
3. Esto producía una especie de “ginecocracia” o matriarcado (…).

"Los esponsales" 1607, boda entre Parientes Mayores de Bizkaia
Mendieta y Retes


El patrilinealismo es probable que fuese introducido en Baskonia por los indoeuropeos (diferentes oleadas de invasiones desde el año 1000 a.C.) y celtíberos (pueblo indoeuropeo que llegó al Ebro medio sobre el siglo V a.C.), aunque fueron los romanos y sobre todo el cristianismo quienes promovieron el patrilinealismo definitivamente en nuestra tierra, al ser una religión venida de Oriente.

Este cambio se produjo poco a poco, llegando hasta nuestros días las últimas evidencias de una posición más natural y menos sometida al hombre de las mujeres.


El historiador baztanés, Peio Esarte en su trabajo "La presencia de la mujer en el país vasco y la posibilidad de un matriarcado” (Haria 26 año 2010), comentaba un documento muy interesante:

 

"La conservación de una serie de documentos de los siglos X y XI, calificados como “El rollo de Belasque” nos presenta la donación de ciertas tierras, por una mujer llamada Sanza y con referencias a sus dos maridos anteriores, vecinos todos en dicho valle, del que parece ser único de sus características en la Península ibérica, con tan abundante documentación relativa a la propiedad y las actividades de un pequeño terrateniente, cuya conservación se debe a que dichas propiedades fueron donadas al monasterio aragonés de Obarra. 


Es interesante el uso de matronímicos que se hace en él, entre los habitantes del valle de Benasque que se citan en ellos, particularmente de los clérigos que transcribieron los textos. Casi todas las personas mencionadas eran conocidas por el nombre de su madre, ¡a excepción de los foráneos!



"Collins Roger deduce de ellos la razonabilidad de una línea de herencia matrilineal, que ve apoyado por el papel que desempeña la misma Sanza en los documentos, atestiguando sus derechos legales sobre la propiedad que se indica en ellos. La singularidad estriba además en la preponderancia dada a la mujer, que se presta a conjeturar sobre la sociedad en que se afincaba la originalidad aplicada. 


Mujeres vasconabarras en un Códice de Trajes alemán anónimo de 1547 durante el Imperio de Carlos V de Alemania

Y ésta, sin estar demostrada la costumbre, viene a ser la forma en que se va denominando a los partícipes recogidos en el documento, como hijos de su madre como suena: “Oriolus, hijo de Aduliana, Céntulo, hijo de Nina, Oriolus, hijo de Bella, Raimundus, hijo de Onneca, el clérigo Ato, hijo de Sancha”. Collins que los recoge, anota que también se aplica la línea matrilineal en otros pueblos de la Europa altomedieval y poblaciones no asociadas con una ascendencia indoeuropea.



Aporta también Collins, otro documento del año de 1059, lo referente a bienes ostentados a nombre de Blasquita, en el que interviene también Galga de Gipuzkoa (y que es la primera mención de "Iputz" reinando Sancho III el Mayor que evolucionará a Gipuzkoa y a una serora), muestran claramente el derecho de las mujeres a mantener propiedades, e incluso a darlos en herencia o a heredarlos. Y lo mismo ocurre con Tota Fortuniones que testó tras elegir su heredero, caso que podemos ver repetido en la misma familia y otras en los primeros siglos del reino de Pamplona”. 




Los Gizonezkoak de las iglesias


Donibane Lohitzune eta Ainhoako elizak

 Mujeres ante las sepulturas familiares, Elosua, Bergara (Gipuzkoa) año 1972

Incluso hasta hace pocos años se ha conservado otro elemento que nos habla de la importancia de la mujer en la sociedad vasca: en el País Vasco la mujer representaba a la familia, ocupando el lugar reservado para la misma en los bancos de la Iglesia y en la tumba familiar, mientras que los hombres oían misa desde los bancos o incluso desde los pasillos voladizos o “gizonezkoak”, pasillos a los que se accedía por escaleras que aún se conservan en Lapurdi y zonas limítrofes cuando menos. Es justo lo contrario a lo que ocurre el las sinagogas judías.

Sinagoga de Moscú, donde solo los hombres se pueden sentar en las bancadas inferiores de la fotografía y las mujeres solo en las de arriba.

La covada

El griego Estrabón (63 a.C.-19 d.C.) comenta que los "serranos" (vasconabarros actuales, asturianos y cántabros cuando menos) se casaban con una sola mujer (“como los griegos”) y describía la práctica de la covada: "Con el nacimiento de sus hijos conservan una costumbre muy extraña: no tienen ningún cuidado de sus mujeres que están de parto; cuando una mujer ha dado a luz, el marido se acuesta en la cama, como si estuviera enfermo, y permanece allí durante un número de días fijo, cual una parida (…)”.


Julio Caro Baroja en el libro mencionado “Sobre historia y etnografía vasca”, comenta al respecto: “hablando de la fuerza de las mujeres cántabras (o vascas), que ellas eran las que cultivaban la tierra y que cuando parían mandaban acostar a sus maridos y los cuidaban, o sea, que practicaban la “covada” (…).

Desde el Pirineo (Huesca) hasta Galicia hay indicios o más que indicios, de haberse practicado la covada de manera como la describió Estrabón o de otra, parece evidente que no parece provenir más que de la idea de la participación del hombre en el acto de la procreación, y que, según desde el punto de vista en que se practique, puede tener una significación u otra, puede ser un acto jurídico, o puede ser un acto mágico". 

Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar sobre el año 1900

"El que el hombre haga lo mismo que la mujer, que estimule el parto por ejemplo, puede servir para asegurar el hecho paterno o derecho sobre el recién nacido: el que coma lo mismo que ella o el que se abstenga de lo que ella se abstiene, puede servir para preservar al recién nacido de los perjuicios que se ocasiona en el momento en que rompe un tabú o una prescripción”.


A principios del siglo XIX en un texto del jauntxo arratiano J.A. Zamakola, se señala que esta costumbre se practicaba hasta “época reciente” en el País Vasco y Cantabria, por tanto, parece que es entonces cuando se pierde. Se trata de que el hombre ayuda a la mujer a parir, es decir, es el hombre el que estaba al servicio de la mujer.

La misma costumbre la señalaron otros escritores griegos entre los tibarenios y los corsos. Los tibarenios era un pueblo que vivía en Asia Menor, sobre el río Ponto.

Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar sobre el año 1900


Atsolorra

Otro ritual conservado hasta hace pocos años, nos habla también de la importancia del momento del parto. Euskonews: “En el legado cultural, en relación con el rito de nacimiento, encontramos que cuando una mujer está a punto de parir las mujeres de la vecindad acuden para atenderla hasta su recuperación. Estas mujeres cuidan a la madre y al recién nacido por lo que ambos están bajo la responsabilidad de la comunidad".

 



Damas de la iglesia románica de Alaitza (Alaba): nacimientos, Atsolorra, muerte y misa, con una naturalidad que se perderá a partir del siglo XVI, cuando la iglesia prohibió definitivamente la amancebación de los curas o religiosos e intentó y consiguió controlar la sexualidad femenina


Hay que destacar que el rito vasco de nacimiento “Atsolorra” es un ritual anterior a la imposición del bautismo realizado por la Iglesia Católica (siglo XVI). Este tesoro que estaba extinguido, está presente en la memoria de las abuelas de Ereñotzu (Hernani, Gipuzkoa); ellas recuerdan que los últimos rituales los realizaron en los años 70. Después de 42 años de pérdida del ritual el 29 de abril se recuperó el “Atsolorra” en Ereñotzu; fue un encuentro emotivo, alegre, y feliz.

“Atsolorra” es una palabra compuesta cuyo significado etimológico es “Atso” que sería “Mujer Anciana” o “Mujer Mayor” que no ha sido madre, “Lorra” o “Lorpean” significa “arrear” o “acarrear”. Para la comunidad su significado era el esfuerzo que realizaban las mujeres con la madre y el recién nacido afrontando y llevando sus vidas hacia delante, lorra es igual que auzolan en Bizkaia. Estas mujeres eran mujeres sin hijos por lo que ellas disponían de más posibilidades para atender el parto y su recuperación con entera disposición”.

Fueros de Bizkaia 1526, Título 35-Ley 7:

"Que las mujeres que visitaren a las paridas no lleven mozas cargadas de presentes.

Otrosí, dijeron: Que en Vizcaya acostumbran las mujeres ir a visitar a otras mujeres (cuando están paridas) acompañadas y con presentes, llevando las mozas cargadas de presentes, y de esto tal resulta daño en la tierra. Y por lo evitar ordenaron y mandaron, y establecieron por Ley, que de aquí en adelante ninguna mujer, ni moza, sea osada de ir, ni vaya pública ni secretamente a visitar ninguna otra mujer que esté parida, con presentes públicos, llevando mozas cargadas con cestas ni en otra manera, so pena de seiscientos maravedís a cada mujer o moza por cada vez".

Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar



Esta figura de la "atsolorra", está relacionada con las seroras o freilas, que eran mujeres que vivían entre lo laico y lo religioso, las cuales se dedicaban al cuidado de las iglesias, ermitas y objetos de culto, incluso ayudaban a los sacerdotes en la liturgia pero también a las mujeres en la boda, parto o en los rituales de la iglesia, teniendo una gran relevancia social en toda Nabarra, tanto sur y como norpirenaica desde la Alta Edad Media hasta el siglo XX, no así en el resto de Europa donde no existía esta figura. 

Las funciones y el papel fundamental en la Iglesia Católica de toda Baskonia de las llamadas seroras, freilas o ermitañas, la explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2023/06/la-serora-la-mujer-y-la-iglesia.html

Las leyes o Fueros: el matrimonio y la mujer

Los Fueros no son impermeables a otros ordenamientos, ningún ordenamiento lo es, así toma muchos elementos del derecho romano, pero, como comenta Tomás Urzainqui en el libro “La pelota vasca”: “había un ius getium, un derecho de los pueblos que no era ni propiamente romano ni de esos pueblos en particular, pero que facilitaba las relaciones entre todos ellos. Roma permitía que se hablase la lengua propia y que se desarrollaran también los derechos propios a niveles de derecho privado, de derecho de familia, de derecho municipal; lo que facilitó que, tras la caída de Roma a fines del siglo V, los vascones quisieran seguir manteniendo esa misma estructura”.

Del derecho germánico toman los Fueros “las arras”, los bienes gananciales del matrimonio o las ordalías del hierro y del agua caliente de los primeros Fueros medievales. De otros derechos como el canónigo, toma elementos referentes al matrimonio tal y como recoge J.L. Orella Unzue en su libro “Historia de Euskal Herria, tomo I”.


Todo ello no es menoscabo para afirmar que es un derecho diferente a cualquier otro, con elementos propios y creados por los vascos, basado sobre todo en la costumbre como fuente del derecho (derecho consuetudinario). 

Los Fueros equivaldrían a las Constituciones y códigos legislativos que fueron adaptándose a lo largo de la historia a la sociedad a la que servían. Los Fueros eran casi iguales en todas las regiones vascas, pues sus diferencias eran fruto de la mutilación del reino nabarro y su evolución dentro de diferentes Estados imperialistas. Julio César habla de diferencias entre galos, belgas y akitanos no sólo en idiomas y costumbres, sino también en leyes.


El fuero familiar vasconabarro es muy rico y extenso, como peculiaridad propia es la no-división de la herencia, pudiendo elegir los padres a qué hijo dejarle el mayorazgo.

Las mujeres tenían el mismo derecho a heredar según Julio Caro Baroja y había libertad de testar (Testar a la Nabarra): “la ley de estricta primogenitura o la de libre elección de heredero por parte de los padres se explican porque en cualquier caso el mayor de los hermano, o uno de ellos, sea hombre o mujer, está en situación de regentar la casa y hacienda, pues las mujeres y los hombres trabajan de modo análogo.” (…) (del libro “Ser o no ser Vasco”).

Seguimos este apartado sobre el matrimonio, boda, pedida, celebraciones, concertaciones de matrimonios, divorcios, viudedad, el adulterio y los derechos de la mujer en Baskonia en el siguiente artículo: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/05/los-matrimonios-vasconabarros-en-la.html


La mujer y el poder político y religioso

Los vasconabarros alcanzamos nuestro cénit político al constituirnos como Estado con el reino de Nabarra, hija del ducado de Baskonia, cuyo jefe de Estado era el rey o la reina, indiferentemente. Este tema lo desarrollamos en otros tres artículos donde vermos la participación de las mujeres en la Juntas Vecinales, de Hermandades o provinciales e incluso en la jura de los reyes de los Fueros:

EL PODER POLÍTICO DE LAS MUJERES EN NABARRA

EL VOTO FEMENINO DESDE LA EDAD MEDIA EN EL DERECHO FORAL


FEMINÓPOLIS: EL PODER POLÍTICO DE LA MUJER DE LA COSTA VASCONABARRA 
https://lehoinabarra.blogspot.com/2023/11/feminopolis-el-poder-politico-de-la.html


La religión vasconabarra precristiana: los Akelarres

Los Akelarres se celebraban en días de luna llena; buscaban aplacar a las fuerzas negativas. Se hacían bajo un árbol sagrado (robles o encinas normalmente) con un altar para el cabrón que representaba a la madre tierra o Mayi-Maya-Maddi-Mari, relacionada con la fecundación, y no al diablo como luego dirá la Iglesia Católica. Además, el macho cabrío es apreciado por lo resistente que es a las enfermedades.


Se bailaba, se bebía, se comía y se cantaba. Incluso se usaban setas alucinógenas como droga. En todas estas celebraciones la mujer ocupaba un lugar preponderante, la sacerdotisa principal también representa a Mayi.

Mucha más información sobre los Akelarres y de cómo en parte buscaban la eliminación del poder social de la mujer, lo explicamos En 
https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/sobre-los-procesos-brujeriles-en-el.html?m=1


En la mitología vasconabarra, el sol y la luna son hijas de la tierra (numen principal), donde se refugian cada día (las tres son fuerzas femeninas: la tierra, la luna y “la” sol).

Decía el griego Estrabón en el siglo primero que “según algunos autores, los galaicos son ateos, mas no así los celtíberos y los otros pueblos que lindan con ellos por el Norte (nosotros), todos los cuales tienen cierta divinidad innominada a la que en las noches de luna llena, las familiares rinden culto danzando hasta el amanecer, ante las puertas de sus casas”.


Los akelarres eran simples fiestas religiosas paganas relacionadas con la fecundación y la fertilidad. Un motivo de fiesta y reunión entre “jóvenes” de todas las edades donde la mujer jugaba el papel principal.

El culto a las diosas desde el paleolítico superior en tierras de Baskonia, lo explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2023/05/el-culto-las-diosas-baskonas.html

Aureliano Arteta, aurresku de honor


La mujer en el folclore vasco:

En el mundo folclórico, tanto en la cultura músical como en la transmisión de la cultura oral, la participación de la mujer vasconabarra ha sido muy activa, como las pandereteras Romualda Zuloaga Artetxe (Galdakano 1913-1971) y Maurizia Aldeiturriaga Zabala (Zeberio 1904-Artea 1988) que pese a la dictadura faxista española que prohibió el euskera cantaban en las calles en su idioma. 


La mujer en la enseñanza en euskera:

Primera ikastola de Plazakoetxe en Galdakano inaugurada en 1934, fruto de la iniciativa privada del jeltzale Karmelo Leizaola, por lo que se llamó: "Leizaola´tar Karmel Euzko ikastola

La primera ikastola o escuela de enseñanza en euskera, nació en 1914 y después se abrieron más durante la Segunda República española como las que después se hicieron en los años 70: con el Gobierno español y los partidos españolistas en su contra, financiadas por particulares de un Pueblo vasconabarro que se negaba a renunciar a su idioma, cultura y forma de ser como pretendían los nacionalistas españoles de izquierda y de derechas. En las ikastolas destacaron las "andereños" o profesoras, como la pedagoga Elbira Zipitria Irastorza (1906 Zumaia-Donostia 1982). 

La situación en la parte ocupada por Francia es aún peor, y hay que espera al año 1982 cuando gobierno francés aceptó las ikastolas agrupadas en Sehaska pero sólo como "centros culturales", donde destaca la labor de Argitxu Nobilia de Angelu (1941).

1932. urtean sortu zen Euzko Ikastolen Batza, umeak euskaraz hezitzeko, bertan, emakumeak nagusi ziren



El peso de la mujer en la economía vasca

En 1801, W. Humboldt, viajero empedernido, historiador, antropólogo etc., recogió sus impresiones de un viaje que realiza por el País Vasco en su libro llamado “Los vascos”: “Respecto a la laboriosidad parecen haberse cambiado los papeles de ambos sexos en las Vascongadas y en particular en el país vasco-francés. En ninguna parte he visto como aquí tantos trabajos y penosos ejecutados por mujeres". 

Las sirgueras de Olabeaga en la ría de Bilbao remolcando barcos


"En la parte española labran frecuentemente, inclinadas sobre la agria laya, apero de labranza (…); en Bilbao llevan en la descarga de buques los más grandes pesos sobre la cabeza desde el río a los almacenes en particular barras de hierro, con que allí se hace frecuente comercio; hasta en la fragua las vi ocupadas con martillo y yunque. Pero lo más notables es que combinan con esta fuerza extraordinaria a la vez una presteza y soltura igualmente grandes”.

San Juan Zaharra de Orozko, layando en Auzolan o Lorra, figura del derecho pirenaico hoy desaparecida, tras varias guerras para defenderlo, y donde de la centralización castellana salió victoriosa (Foto P.M. Ojanguren). 

El peso de la mujer en la economía vasca históricamente es muy notable, superior a la de otras sociedades, lo que ha ayudado a darle siempre un estatus social importante.

Mujeres de vuelta tras vender en el mercado de Begoña en 1900. Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar
1905 lechera. Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar
https://apps.euskadi.eus/emsime/katalogoa/museoa-bilboko-euskal-museoa/egileak-abaitua-allende-salazar-eulalia-/izenburua-lechera-/objektua-argazkia/ciuVerFicha/museo-57/ninv-ABA-00788


El caso de la mujer de marino es aún más significativa, manteniendo en las épocas más reduccionistas los mismos derechos que el hombre, cosa impensable, por ejemplo, en la vecina sociedad española.

Bateleras de Pasaia del siglo XIX
Sardineras 1900. 
Foto: Eulalia Abaitua Ayende-Salazar