EL EUSKERA Y EL REINO DE NABARRA
Aitzol Altuna Enzunza
“Nafarroak orduantxe galdu du bere independentzia eta beraz, euskarak galdu ditu bere erregeak, euskarari lagundu ahal izango lioketenak. Beraz, euskara gelditu da modernitatearen hasieran bere alboko hizkuntzek dauzkaten laguntzak gabe”. Joxe Azurmendi (Ur, Su, Lur. Dokumentala 1999).
INTRODUCCIÓN
El 3 de diciembre se celebra el día de San Francisco de Xabier, nacido en la Nabarra libre en 1506. Frantses de Jaso Azpilikueta, es el patrono de la lingua navarrorum o euskera y del Estado de Nabarra, el cual falleció en la isla China de Shangchuan el 3 de diciembre de 1552.
Frantses Jaso Azpilikueta, San Francisco de Xabier, en una carta explicaba: "No hallava entre ellos otra respuesta sino que eran christianos, y que por no entender ellos nuestra lengua no sabían nuestra lei, ni lo que habían de creer, y como ellos no me entendiesen ni yo a ellos, por ser su lengua natural malabar y la mía bizcaína (sic)" su firma era : Francisco de Xabierr (sic).
En ese siglo, hablar en “bizkaino” era hablar en euskera. Xabier es el nombre donde está el castillo familiar y no es más que una deformación de Etxeberria.
LOS PRIMEROS REYES NABARROS
Los nombres de los primeros reyes nabarros no dejan lugar a dudas sobre su origen baskón. Desde Eneko Aritza a su hermano Garçea Ximeno o su hijo Garçea (“el joven”) Eneko, aunque romanzados o latinizados como “Iñigo” y “García” en algunos documentos.
Así lo explica también Tomás Urzainqui en su libro “Nabarra Estado europeo”: “Los reyes de Pamplona y sus familias como se puede comprobar en el Códice de Roda del año 992, escrito en su palacio, se denominaban con nombres en euskara, lo que significa que ésta era la lengua cotidiana y palacieaga”.
En un códice de Leire sobre la donación de un tal Fortuño Muniz de Ayesa en el valle de Aibar al monasterio del año 1059, se denomina por primera vez al euskera como “lengua vascónica”.
Pero, la importancia de los reyes de Nabarra sobre el euskera, no está en tener un origen baskón, sino en crear el paraguas político que explica la subsistencia del idioma baskón hasta el presente.
Dos personas grandes conocedoras de esta cuestión cada uno en su campo, como eran el historiador Antonio Tovar y el lingüista Koldo Mitxelena, en una ponencia de 1968 lo tenían claro: “La lengua vasca se conservó probablemente porque los vascos como los cántabros se rebelaron contra los invasores y no llegaron a ser incorporados a los reinos francos y visigodos”.
El paraguas político vital para su subsistencia y desarrollo social que dio el reino de Nabarra al euskera, es una cuestión en la que coinciden todos los historiadores. Por ejemplo, Arturo Campión en su libro “Nabarra en su vida histórica” (1929) sobre Sancho III el Mayor (1005-1035) sentenciaba: “Es de alabar que el rey mantuviese la cohesión, del elemento euskariano, poniéndolo debajo de un mismo cetro”.
No es un pensamiento exclusivo de los historiadores nabarros. El historiador español más influyente del siglo XX, Menéndez Pidal, era de la misma opinión como comentábamos: “(Sancho el Mayor) quiso unificar un gran reino nabarro, predominantemente vascón por su lengua”.
El mismo autor, escribió en "España y su Historia" sobre el mismo rey: “reparte sus Estados entre sus cuatro hijos, apareciendo como uno de los más audaces estadistas estructuradores de fronteras y de Pueblos, dejando al primogénito García (Gartzea) el solar de la dinastía, el antiguo reino de Nabarra, homogéneamente vascón por su lengua”.
Lápida en el panteón de los reyes de San Isidro de León, donde habría supuestamente trasladado el cuerpo su hijo Fernando al hacerse rey de León, y dice: “Aquí yace Sancho, rey de los montes Pirineos y de Toulouse” (Hic situs est sancius rex pirineorum montium et Tolouse”). |
En otro documento de unos pocos años después y reinando el nieto de Sancho III, aparece la situación del euskera como lengua de la Corte Real Nabarra, se trata de una donación de 1060 que, según Mateo de Anguiano en "Compendio historial", demuestra que "los reyes de Nabarra de aquel tiempo utilizaban el euskara como lengua personal y natural".
El rey Sancho VI el Sabio (1150-1194) dará un gran giro a la política nabarra en todos los ámbitos. Es con este rey cuando el euskera aparece denominado como “lengua nabarra”.
Se trata de un documento del año 1167 entre el obispo de Pamplona y el conde Bela, los cuales dejan escrito que el euskara (al que llaman “lingua navarrorum”) es el idioma nacional de los nabarros, es decir, del Reino de Nabarra. Pactaban sobre la hacienda de Arimeria perteneciente al Santuario en honor a San Miguel de Excelsis de Aralar, cuya vaquería se comprometía el conde de Alaba Bela a cuidar gratuitamente, firmando como se recoge en el archivo de Santa María de Pamplona:
“Erit autem talis differncia inter Orti Lehoarriz et Açeari Umea et successores eorum, quod Orti Lehoarriz faciet tu lingua Navarrorum dicatur unamaizter et Açceari Umea faciet buruçzagui, quem voluerit” .
Traduce el analista José Moret (s. XVII): “Y será con esta diferencia entre Orti Lehoarriz y Aznar Umea, que Orti ponga, como se dice en la lengua de los nabarros, un Maizter (Mayoral de Pastores en euskara) y Aznar Umea un Buruzagi (Mayoral de peones) a quien quisiere”. Por tanto hablar en nabarro era hablar en euskara.
Monumento a Sancho VI el Sabio en Atarrabia-Villaca que encuentra en la calle Mayor junto al Ayuntamiento, y fue erigido en 1984 con motivo de la conmemoración del VIII Centenario del otorgamiento del fuero a la villa. Consta de un busto de Sancho VI el Sabio, obra del escultor aezkotarra Rota, colocado sobre un bloque con una inscripción trilingüe (latín original, euskara y castellano) que recoge parte del texto del fuero.
Con Sancho VI el Sabio, el reino pasó a llamarse “reino de Nabarra” frente a “reino de Pamplona” anterior. “Nabarro” pasó de ser equivalente a “euskaldun” (vascoparlante) a ser la denominación nacional.
Desde época franca, se llamaba nabarros a los naturales del Reino de Pamplona (s. VIII), pero sólo a los que hablaban euskara (casi todos, no así en los de territorios baskones recuperados a los musulmanes), para, finalmente, con Sancho “el Sabio” llamar a todo el territorio Nabarra y nabarros a todos sus habitantes (sepan o no euskara), tal y como recogen grandes historiadores como Jimeno Jurio, Yaguas y Miranda o Ricardo Cierbide.
El doctor en historia Peio Monteano en su libro “La lengua invisible” (2019), comenta que en el siglo X los francos llaman “nabarros”: “Más concretamente, a los que viven en la llamada Navarra nuclear o Vieja Navarra; las cuencas de Pamplona y Aoiz-Lumbier, el corredor de Sakana y Tierra Estella.
El doctor en historia Peio Monteano en su libro “La lengua invisible” (2019), comenta que en el siglo X los francos llaman “nabarros”: “Más concretamente, a los que viven en la llamada Navarra nuclear o Vieja Navarra; las cuencas de Pamplona y Aoiz-Lumbier, el corredor de Sakana y Tierra Estella.
Los cronistas francos los mencionan en el relato de la batalla de Roncesvalles y los distinguen de los vascones que pueblan la vertiente norte al llamarles vascones hispanos o nabarros. Siglos después, comienzan a aparecer también las crónicas castellanas, eso sí, con varias grafías: nabarros, nafarros, naparros. Y más tarde todavía, en el siglo XII, también los autores musulmanes se referirán al país de Nabarra”.
Como el propio Peio señala, cuando Sancho VI el Sabio en ese siglo XII pasa de llamar al Estado reino de Pamplona a reino de Nabarra, no es el Estado el que da nombre a sus ciudadanos, sino que el reino toma el nombre de éstos y son “nabarros” solo los euskaldunes, pasando desde entonces a serlo también las minorías lingüísticas que hablan lenguas occitanas, la minoría al sureste que hablarían romance nabarro o los musulmanes del sur con sus diferente idiomas.
EL IDIOMA DEL ESTADO DE NABARRA
Poco después, en otro documento, se puede observar que el euskera o la “lingua navarrorum” no es sólo el idioma del Pueblo, sino también el idioma de comunicación de su élite de gobernantes e incluso elevado a nivel internacional.
En el laudo arbitral firmado en Londres y llamado “Division of Kingdons of Navarre and Spain” de 1177 entre el rey de Castilla Alfonso VIII y Sancho VI “el Sabio”, se dice, tal y como recoge Tomás Urzainqui en su libro “La Nabarra Martítima” (2004), que: “La lengua de la delegación nabarra es el euskara”. Al laudo de 1177 acudieron por Nabarra Pedro de Artajona Obispo de Pamplona, 3 tenentes y 3 juristas, por tanto, de los más altos cargos del reino.
El historiador del rey de Castilla Alfonso VIII, Rodrigo Ximénez de Rada natural de Gares-Puente La Reina (finales del s. XII- principios del XIII), nos habla del vigor de la lengua nabarra: “También en la Nabarra, llamada de otra manera cántabra, que comúnmente dezimos bascongada, la cual era su natural y materna lengua”.
EL FIN DE LA FAMILIA PIRENAICA NABARRA
La llegada al trono de Nabarra de reyes gascones y franceses (del siglo XIII en adelante), no parece que afectó al idioma nabarro en su uso social como veremos. Se podría pensar, sin embargo, que fue insuficiente su implantación como idioma administrativo cuando el latín va dejando paso a los idiomas romances, pero esto no parece atenerse a los hechos reales.
Así, la utilización administrativa del euskera en el plano público se ve claramente en el Fuero General (equivalente a una Constitución moderna y escrita en romance nabarro), vigente desde el siglo XIII, donde las diferentes pechas o impuestos tienen nombres en euskera que nos indican que el uso de esta lengua era la empleada en su recaudación por los funcionarios públicos del reino.
Es más, tal y como señala Tomás Urzainqui en su libro “Nabarra, Estado europeo”: “El euskera lo hablaba como lengua principal la clase dirigente y no sólo la generalidad del Pueblo, los altos cargos de la administración, los miembros del Consejo Real, de los Tribunales de Justicia, la Corte Mayor y audiencias reales, los vocales de la Cámara de Comptos, los escribanos reales o notarios”.
Sigue en el citado libro Tomás Urzainqui: “Las cartas particulares que se cruzaron Zalba y San Martín (en euskera), dos altos cargos en el gobierno del rey Carlos III El Noble, a principios del siglo XV, demuestra cual era la lengua empleada por la clase gobernante en el reino de Nabarra, aunque los documentos oficiales o públicos estuvieran redactados en latín o lenguas romances”.
Martín de San Martín era maestro de fianzas y secretario del rey, probablemente de la zona media. Matxin de Zalba era tesorero de la reina y secretario real, natural de Pamplona. Es más, llama la atención que en esta carta que tiene una parte oficial y otra más informal, es en la parte oficial donde más se usa el euskera, lo que refuerza la idea del uso oral del euskera en la administración nabarra.
Peio Monteano en el libro mencionado, “La lengua invisible”, remarca: “En esa centuria (s. XIV y extensible hasta la conquista), en la práctica, era necesario que los oficiales reales supieran euskera y muchos de ellos, que no eran vascohablantes nativos, lo aprendían en su formación (…) lo mismo ocurría en la Iglesia, donde desde muy antiguo se exigió a los sacerdotes que hablasen la lengua de los feligreses (…).
Incluso el escriba que en su estudio de la catedral (de Pamplona en el siglo XIV) prueba su pluma antes de escribir sus habituales documentos en latín, garabatera descuidadamente sobre el pergamino una oración rimada en euskera: Pater Noster txikia, Deus perententzia, lurrak dakar ogia, zotzak ardan bustia…”.
Otro ejemplo lo tenemos en los márgenes de un libro de 1505 del conde de Ezpeleta de Beire, alcalde y merino mayor del Castillo de Erriberri (Olite), pariente bastardo del mismo rey de Nabarra Carlos II (s. XIV), está también en euskera, lo que es otra muestra de que el euskera no era sólo el idioma del vulgo, sino también de la clase alta del reino baskón: “Mutila nescatoa andrea gisona mutil chaperuge / antonjo gandaygu suquetanjque gandaygu / armosadu meryendadu / [zue]” (El mozo, la moza, la mujer, el hombre, mozo sin boina / Antonio, comamos vos y yo, comamos [¿bebamos?], / almorcemos, merendemos // [vosotros ?]).
ANTES DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA
El propio Monteano concluye el libro mencionado insistiendo en la necesidad de revisar la presencia del euskera en la Edad Media y los albores de la Edad Moderna en la que fue invadida Alta Nabarra (1512-24), ya que los textos bien analizados demuestran el vigor de esta lengua en el reino donde estaban en franca expansión y no en retroceso como será una constante en los siglos de ocupación castellano-española.
En otro libro “La Guerra de Navarra”, Peio J. Monteano analiza la situación del euskera justo en el momento de la conquista española basándose en un documento el cual “permite por primera vez el mapa lingüístico de (Alta) Navarra a principios del siglo XVI que, entre otras cosas, muestra que la erosión de la lengua vasca había sido mínima durante el bajo medievo”. Se trataba de una “bula de rendición de cautivos” para una nueva recaudación en la Diócesis de Pamplona que dividía en 3 zonas según estuvieran más o menos romanzadas.
“Así pues, el euskera era, en la primera mitad del siglo XVI, la lengua hegemónica en al reino, nada menos que 8 de cada 10 navarros habitaban en el territorio donde predominaba”. El otro 20% hablaría romance nabarro o incluso mozárabe, pero podría perfectamente saber también euskera en un porcentaje elevado.
Mapa del historiador, lingüista y filólogo vallisoletano Antonio Tovar Llorente (1911-1985) de los idiomas de la península ibérica antes de la llegada de las legiones romanas |
Desde el Imperio Romano se produjo una fuerte implantación como lengua escrita del latín en todo acto oficial, tanto en la administración como en la religión. Tras la caída del Imperio Romano Occidental se impuso en toda Europa la transmisión del latín como lengua de una elite frente al iletrado Pueblo que no lo entendía.
Pero en la Edad Media los romances baskones, como lo eran el romance nabarro o el gascón-bearnés, fueron sustituyendo al latín en la administración dentro de nuestro reino. El euskera tuvo dificultades con la grafía al ser una lengua no latina -ni siquiera indoeuropea, siendo la única lengua nativa europea conservada-, pero no es una cuestión de relevancia, pues desde el siglo XVI es una lengua literaria, lo cual encaja con la cronología de los demás idiomas europeos no romances en esta cuestión.
LA LLEGADA DE LA IMPRENTA
La imprenta fue inventada por Johannes Gutemberg en 1455 para imprimir una Biblia en latín. Este invento llegó a Nabarra en 1489, pero hasta 1490 no se imprimió el primer libro en Pamplona cuando aún era libre y por el impresor bearnés Arnalt Guillém Brocar que mantuvo la imprenta abierta hasta 1501, el libro impreso fue "Manuale Pampilonens". Su introducción y uso fue muy paulatino.
Una hija de Guillén Brocar y de María Zozaya se casó con el impresor estellés Manuel de Eguia. Este impresor desde Alcalá de Henares fue el primero en imprimir un texto en euskera, se trata de un pequeño diccionario de tan solo 38 palabras en euskera (a la que llama lengua "bizkaína" como era habitual) y los números hasta el 100 del humanista y cronista siciliano afincado en Salamanca Marineo Siculo (1460-1533) en su "Opus de rebus Hispaniae memorabikibus" en 1530. Después el propio Eguia imprimió este libro en castellano.
Marineo Sículo decía en latín que: “Hay quien afirma que la lengua de los primeros habitantes indígenas de toda Hispania hasta la llegada de cartagineses y romanos, que entonces todos hablaban en latín, era la que ahora usan vascones (alta y baja Navarra) y cántabros (en referencia la Nabarra Occidental invadida para entonces), los cuales, pese a las variaciones de los siglos y los tiempos, no han mudado de lengua, costumbre, ni cuidado corporal”. El último comentario no deja de llamar la atención.
Vocabulario de 38 palabras en euskera en el libro de Sículo y los numerales hasta 100 de diez en diez |
En España, por ejemplo, la primera obra impresa fueron las actas del sínodo de la Iglesia Católica de Aguilaguente, conocido como "Sinodal de Aguilafuente" de 48 hojas del alemán Juan Párix de Heidelberg en 1472 impreso en Segovia sin el menor interés literario. El primer libro literario en la península ibérica, fue escrito en 1474 en idioma catalán, son las poesías a la Virgen María llamadas "Les trobes en llaors de la Verge Maria" e impreso en Valencia.
El primer libro impreso en francés es de 1466 y en inglés de 1475, lo curioso es que fue el mismo libro titulado “Recuyell of the Historyes of Troye” de Raoul Lefévreren, un libro sin la menor relevancia literaria por otra parte.
Hasta entonces, casi todos los libros se publicaban en latín, después, gracias a la imprenta y el abaratamiento de costes que supuso (aunque en los primeros siglos seguían siendo muy caros), se pudo sacar la literatura de debajo de las sotanas. Pero todavía, por ejemplo, los filósofos Spinoza (Holanda 1632-77), Leibniz (Alemania 1646-76) o Hobbes (Inglaterra 1588-1679) y matemáticos y científicos como Copérnico (Polonia 1473-1543), Kepler (Alemania 1571-1630), Linneo (Suecia 1707-1778) o Newton (Inglaterra 1647-1727), escribieron sus obras en latín, pues consideraban sus lenguas vernáculas de plebeyos, irreductibles a las reglas gramaticales e inútiles para las ciencias.
La primera Biblia impresa |
Así Inglaterra, por ejemplo, dejó de usar en sus tribunales el francés en 1362 por el inglés -durante la Guerra de los 100 años contra Francia-, hablado hasta entonces por el Pueblo y menospreciado por su clase dirigente (cosa que no ocurrió en el reino de Nabarra).
Por tanto, la imprenta, la apertura de ideas del renacimiento y sobre todo la aparición del protestantismo que quería acercar la Biblia al Pueblo, hicieron que se empezara a escribir libros –sobre todo religiosos- en los idiomas no romances de los Pueblos con Estado propio, como era el caso euskera en la parte libre de su territorio, lo que se extendió después al resto de culturas minorizadas de la mano de la Contrarreforma de la Iglesia Católica (reacción tardía contra el protestantismo), como era el caso del euskera en la parte ocupada de la Nabarra peninsular.
El primer rey que tuvo Baja Nabarra tras la invasión de todo su territorio peninsular fue el Albret o Labrit Enrique II “el sangüesino” (1503-1555), llamado así por haber nacido en esta villa: “Los Albret, señalaron que el primogénito sería criado en el idioma del reino de Nabarra en la lengua de aquel (en euskera)”, Peio Esarte, historiador.
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Enrique II el Sangüsino, el último soberano euskaldun
Comenta el historiador nabarro Alvaro Adot Lerga, cómo el rey Enrique II "el Sangüesino", el último rey nabarro en reinar sobre Alta Nabarra aunque sea brevemente (junio del año 1521): "Desde su adolescencia fue educado en el ideario político de sus padres, los reyes Juan y Catalina, relativo a mantener una independencia de Bearne y recuperar el reino de Navarra (incluida la Nabarra Occidental), tratando de ponerlo vanamente en práctica desde que fue rey, a partir de febrero de 1517, hasta su fallecimiento. Tal fue así, que en su testamento expuso su intención de ser enterrado algún día en la catedral de Pamplona, con sus antecesores reyes de Navarra". Comenta también, como el euskera lo habría aprendido Enrique en Pamplona-Iruñea, donde residió siendo príncipe de Biana hasta que tuvo que huir al Bearn tras la invasión castellano-aragonesa. |
En el año 1527, los soldados nabarros de Enrique II de Albret "el Sangüesino" con sus aliados bearneses, gascones y franceses, liberaron definitivamente Baja Nabarra que también había sido tomada Castilla-Las Españas en la conquista de 1512, para ello contaron con la ayuda de la población contraria a su integración Castilla-corona de Las Españas.
En su trabajo “Infancia y Adolescencia de Enrique II de Navarra”, el historiador Álvaro Adot Lerga, especializado en esta dinastía nabarra, nos dice los idiomas que hablaba Enrique II “el sangüesino”:
“El príncipe Enrique aprendió diversos idiomas en el transcurso de su época de infancia. Sabía hablar en lengua bearnesa, que era la predominante en la corte de su madre (uno de sus tres Estados independientes junto a Andorra y Nabarra), como lo refleja buena parte de documentación escrita por el tesorero del Hostal o por el propio espensero del príncipe. También dominaba el romance navarro (ver mapa más abajo), en cuya lengua están escritos todos los documentos que conservamos de los periodos en que ejerció como lugarteniente general del reino".
Banderas de los tres Estados de la corona de Nabarra, para más información: https://lehoinabarra.blogspot.com/2016/01/andorra-o-el-miedo-de-hablar-del-reino.html |
"Conocía la lengua francesa, que perfeccionó durante el periodo en que residió en la corte de Francisco I y Claudia de Francia, y probablemente, también desde su infancia, adquirió conocimientos de lengua vasca, como nos inducen a pensar muy diversos datos como el relativo a su educación y estancia continuada en Navarra, predominantemente en Pamplona, o su posterior condición de rey de la Baja Navarra".
Sigue remarcando la misma idea Álvaro Adot: "Y también otros datos no menos importantes, como el relativo al incipiente apoyo brindado por la Casa Real de Navarra a la difusión escrita de la Linguae Navarrorum, desde mediados del siglo XVI: primero por el propio Enrique, apoyando la publicación del libro “Linguae vasconum primitivae”, escrito por Echepare, en el año 1545, y posteriormente, por su hija, la reina Juana, que auspició la traducción del Nuevo Testamento al euskera y su publicación, en 1571, siendo el traductor el sacerdote Joannes de Lizarraga”.
Antoine, King of Navarre, and Jeanne III, Queen of Navarre. From a miniature painting. Chromolithograph from Hefner-Alteneck's Costumes, Artworks and Appliances from the Middle Ages to the 17th Century, Frankfurt, 1889. Illustration by Dr. Jakob Heinrich von Hefner-Alteneck, lithographed by C. Regnier. Dr. Hefner-Alteneck (1811-1903) was a German museum curator, archaeologist, art historian, illustrator and etcher
Por tanto, Enrique II hablaba bearnés como lengua materna y del Estado del Beárn (donde todavía había y hay núcleos euskaldunes), euskara como lengua principal del reino de Nabarra, además hablaba el romance nabarro usado sobre todo en las escrituras del reino baskón, y el francés entre las lenguas extranjeras.
Comenta Alvaro Adot cómo el euskera lo habría aprendido Enrique en Pamplona-Iruñea, donde residió siendo príncipe de Biana hasta que tuvo que huir al Bearn tras la invasión castellano-aragonesa: "Hasta su forzada partida de Navarra, en verano de 1512, motivada por la invasión castellano-aragonesa, Pamplona fue la ciudad en la que vivió por más tiempo, debido a su carácter de centro político del reino, donde residían de manera ordinaria las grandes instituciones de gobierno: Consejo Real, Corte Mayor y Cámara de Comptos".
Comenta Alvaro Adot cómo el euskera lo habría aprendido Enrique en Pamplona-Iruñea, donde residió siendo príncipe de Biana hasta que tuvo que huir al Bearn tras la invasión castellano-aragonesa: "Hasta su forzada partida de Navarra, en verano de 1512, motivada por la invasión castellano-aragonesa, Pamplona fue la ciudad en la que vivió por más tiempo, debido a su carácter de centro político del reino, donde residían de manera ordinaria las grandes instituciones de gobierno: Consejo Real, Corte Mayor y Cámara de Comptos".
Lápida en la casa natal de Enrique II en Sangüesa-Zangotza en castellano, idiomas que no dominaba. Juan Iñiguez de Ibargüen de la merindad de Zornotza sobre el año 1588 escribió su “Crónica dónde señala que se hablaba “(...) este bascuençe antiguo se habla perfectamente como de primero en su principio en la probinçia que agora es llamada Viscaya, y lo mejor y más claro de ello y más elegante y pulido en la tierra que está entre Vermeo y Durango. El cual lenguaje bascongado muy çerrado y con otros munchos açentos y sonidos diferentes lo usan y hablan tanbién en las probinçias de Guipúscoa, Nabarra, Álaba y Gascuña y comarcas çercanas, y los unos muy más çerrado que los otros". La información completa en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2019/06/el-euskera-del-ducado-de-baskonia.html |
EL PRIMER LIBRO EN EUSKERA
No es baladí observar que los primeros libros escritos en euskera sean dentro del reino de Nabarra que seguía libre en Baja Nabarra y el Beárn, es decir, el Estado vasco o baskón amparó el nacimiento de la literatura vasca. Un bajo nabarro libre, el cura Bernard Etxepare, escribió "Linguae vasconum primitiae", primer libro escrito en euskera, que vio la luz en 1545 y que contó con la ayuda financiera del rey de Nabarra Enrique II “el sangüesino”.
Pidió Etxepare al abogado del rey de Nabarra, Bernard Lehete: "Iaun noble et naturazcoac beçala bay tuçu eftimatzen, goratzen eta ohoratzen heufkara, çuri neure iaun eta iabia beçala igortzen darauritzut heufcarazco copblabatzu ene ignoranciaren araura eguinac. Ceren iauna hayec iqhuffiric eta corregituric plazer duçun beçala irudi baçautzu imprimi eraci diçaçun eta çure efcutic oroc dugum ioya ederra Imprimaturic heufcara orano içan eztena (...)"
("Como señor noble y natural del país así lo estimas, ensalzas y honras el euskera, a ti mi señor y poseedor te lanzo unas coplas en euskera hechas a la medida de mi ignorancia. Porque señor leídas aquellas y corregidas como más le guste si le parece bien las haga imprimir y de su mano todos tengamos una preciosa joya impresa en euskera como hasta ahora no se ha hecho").
LA JUSTICIA EN EUSKERA
El rey de Nabarra Enrique II el Sangüesino, convocó las Cortes en la iglesia de Donapaleu-Saint Palais en Baja Nabarra el 28 de agosto de 1523, donde se reunieron a partir de entonces (después, Baja Nabarra fue invadida en 1525 de nuevo por España y liberada en 1527 como hemos dicho, toda la explicación en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2022/06/la-liberacion-de-baja-nabarra-el-reino.html).
Además, se nombró una "chancillería" como tribunal supremo con presidente y seis consejeros, un abogado y un procurador general de nombramiento real. El reino volvió a emitir moneda (Peio Esarte, "Navarra 1512-1530"). Para ser parte de la Chancillería: "tenían que ser navarros y saber euskera" (el historiador nabarro Joseba Asiron en el artículo "Prisión y fuga del rey de Navarra").
LA LITERATURA EN EUSKERA
En 1571 el cura labortano de Beraskoitz Joanes Leizarraga por mandato de la reina nabarra Joana o Juana III de Albret (hija de Enrique II y Margarita de Valois o “de Nabarra”), tradujo el Nuevo Testamento al euskera, pagado por el Consejo eclesiástico de la Iglesia Protestante del Sínodo de Pau. Es más, el primer Testamento en castellano data de tan solo de 1569.
Joanes Leizarraga Pintura de Irkus Robles-Aranguiz https://eu.m.wikipedia.org/wiki/Irkus_Robles-Arangiz |
El primer libro en alemán, por ejemplo, fue también una Biblia y fue impresa en el año 1522, traducida del griego por Lutero, en realidad, como en el caso de Leizarraga, solo tradujo el Nuevo Testamento.
La primera Biblia al francés en 1535 (y también al bearnés), la mandó publicar Margarita de Valois, era hermana del rey de Francia Francisco I y reina de Nabarra al estar casada con Enrique II “el sangüesino” desde 1529, pero la edición fue un fracaso, casi no se vendió ejemplar alguno.
Margarita creó en su Corte en Nerán un centro de cultura o "Academia" que atrajo a todos los libres pensadores, fue la cuna del renacimiento junto a Florencia, según comentaba incluso el escritor William Shakespeare. Margarita de Nabarra fue la primera mujer renacentista.
El historiador por Cambridge y Oxford y gran conocedor de la época Jon Oria Oses (Lizarra-Estella 1931) comenta al respecto: “La obra de Etxepare prueba que el euskara, y no el francés o el español, era la lingua navarrorum para la corte humanística de Nerac, lo cual se corroborará de nuevo con la primera traducción a la lengua vernácula del Nuevo Testamento por Joanes Leizarraga durante el reinado de la hija de Margarita, Juana de Labrit.
Debe reconocerse que la impulsora del movimiento vasco dentro del reino de Nabarra fue Margarita, al atraer a multitud de humanistas a su Corte, ya que el movimiento renacentista no sólo promovió el retorno a las fuentes clásicas del arte y de la literatura europea, Grecia y Roma, sino también el desarrollo de las lenguas indígenas para expresarse creativamente; en nuestro caso fue el euskara, aunque se nos hayan perdido la mayoría de los manuscritos y textos”.
LA ESCUELA DE SARA
Aunque reducido al principio al campo religioso, la escuela de Sara (Lapurdi) supuso el primer movimiento literario importante y vital para el euskera en pleno siglo XVII. Los curas de Sara, Donibane Lohitzune (San Juan de Luz) y Ziburu, bajo el amparo que les daba el rey Enrique III “el bearnés” (nieto de Enrique II e hijo de Juana III), rey de Nabarra y después también Francia (donde era llamando “el nabarro”).
Esta "escuela" agrupó a hombres tan capaces como Pedro Agerre Azpilikueta “Axular”, el autor en euskera más importante, que tuvo que conseguir el permiso explícito de ejercer la labor sacerdotal de Enrique III de Nabarra por quedar su Pueblo Urdax en la parte invadida por España en 1512, con el argumento por parte del rey de que el reducido reino era de todos los nabarros.
Libro de poesía de 1554 dedicado al infante Enrique III de Nabarra (1553-1610) en euskera |
EL FIN DE LA SOBERANIA NABARRA
Etienne Materre, franciscano, francés y euskaldun-berri, escribió “Doctrina Cristiana” en 1617, primer libro en prosa en euskera y coincidiendo casi con la ocupación militar francesa de Louis o Luis XIII de las “Cortes” nabarras de Donapaleu y las bearnesas de Pau, las cuales las integró por la fuerza en Francia acabando así con su soberanía, lo que cortó de raíz y en breve plazo el desarrollo del euskera literario.
Marterre: "miretfico duçue aguia, nic Eusfcal-herrico ez-naicelaric Eufcaraz efquiribatceco aufartciaren hartcea" (1617). Una de las primeras veces que aparece escrito Euskal Herria tras los libros de Lazarraga (1567) y Leizarraga (1571).
Escrito en labortano clásico en 1617 por Esteve Materre, la segunda edición salió de la imprenta del rey de Nabarra Louis XIII y se volvió a imprimir en varias ocasiones más en 1623, 1648, 1693 y 1704. Según el que fuera presidente de Euskaltzaindia, Aita Villasante, tuvo una importancia vital para los escritores de su época y para el euskera clásico en general. Apareció en el 2015 en la biblioteca del rey de Dinamarca un primer ejemplar.
Unos años antes, en 1611, el propio Louis se negó a aceptar ser príncipe de Biana e impuso unos Fueros totalmente afrancesados donde el rey dejaba de ser "electivo" a decisión de las Cortes de Nabarra como lo fueron desde Orreaga-Roncesvalles. Pero, en esos Fueros, todavía se obligaba a saber euskera o lengua del país para acceder a la administración de justicia en Nabarra.
El hijo de Enrique III, Louis, obliga a saber euskera para ejercer justicia en el reino de (Baja) Nabarra. |
Louis XIII acabó en 1620 con la soberanía de Nabarra y del Bearne uniéndolas mediante un Edicto rechazado por nabarros y bearneses en sus respectivos parlamentos de Donapaleu y Pau.
La pérdida definitiva del reino de Nabarra provocó un parón de siglos en la publicación de libros en euskera, los cuales se pueden contar con los dedos de las manos frente al gran número y materias iniciales que abarcaron hasta libros científicos hoy perdidos (como el escrito por el zuberotarra Jackes Bela), lo que alejará al idioma nabarro del mundo literario y científico.
Pero la mayor represión contra el euskera se produjo durante la Revolución Francesa (1789), cuando los 90 libros escritos hasta entonces en euskera fueron quemados y muchos no han podido ser recuperados. Esta persecución sistemática y linguicida, la explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/07/la-persecucion-sistematica-del-euskera.html
CONCLUSIÓN
Antes de la conquista del reino de Nabarra, la situación del euskera poco tenía que ver con la posterior omisión permanente o incluso desprecio de las clases dirigentes llegadas con el duque de Alba (hasta el presente) y sobre todo el constante ataque hacia la “lingua navarrorum”, sirva como resumen este entresacado al respecto de las zonas bilingües del reino nabarro del libro “El euskera en Navarra” del gran historiador de Artajona Jimeno Jurio:
“Podemos afirmar que la Ribera de Alta Nabarra, de Alaba y de Aragón limítrofe a éstas, pasaron por ciclos proto-vasco, vasco-céltico, vasco-latino, vasco-árabe y vasco-románico desde los siglos IX-X hasta nuestros días (los godos apenas tuvieron repercusión en el complejo idiomático de la comarca). En este último ciclo, el vasco-románico, también hay que hacer dos distinciones: un primer ciclo vasco-romance medieval marcado por el respeto y el mestizaje vasco romance nabarro con mozárabe, y un segundo ciclo a partir del siglo XVI con la pérdida del reino nabarro, donde el euskera, el idioma propiamente nabarro, es menospreciado y apartado de la vida social por el idioma de conquistador: el castellano".
El historiador artajonés Jimeno Jurio, fallecido en el 2002, lo tenía muy claro: “la personalidad de Navarra se resume en dos palabras: soberanía y lengua.”
El político y ministro del interior del último Gobierno Vasco libre, Telésforo Monzón, sentenciaba: «Resulta ridículo e indignante oír hablar de que Nafarroa... ya vendrá, ya se incorporará, ya se sumará a las instituciones vascongadas. Nafarroa no tiene por qué venir a ninguna parte, ni incorporarse a nada, ni sumarse a nadie. A Nafarroa le corresponde estar y ser (Egon eta Izan). Nafarroa es Nafarroa. Nafarroa comienza en las playas del Cantábrico, que es el mar de Nafarroa. Nuestra lengua es la "Lingua Navarrorum". El arrano beltza da sombra a todos los vascos de la tierra. Iruña es la capital de Euskal Herria entera. Una sola consigna suprema, un solo grito por encima de todos los otros: Gora Nafarroa Batua!».