MATXINADAS, EL PUEBLO ALZADO EN ARMAS
Aitzol Altuna Enzunza
“El imperialismo es: genocidio/etnocidio, expolio y explotación” Joseba Ariznabarreta “Pueblo y Poder”.
Tras la invasión castellana y francesa del reino de Nabarra, los Fueros y el Derecho Pirenaico con el que se regía el Estado baskón se mantuvieron, pero fueron atacados constantemente por el imperialismo en un “contrafuero” tras otro, lo que dio lugar a las “matxinadas” o alzamientos del Pueblo contra las imposiciones regias.
Al principio, estos alzamientos estaban encabezados por los “matxinos” o ferrones contra los impuestos y regulaciones a esta actividad, llamados así por ser su patrono San Martín, de donde se extendió el nombre.
Matxinadas en Hegoalde:
Los numerosos contrafueros de los reyes españoles se resolvieron muchas veces con simples “pases forales” o “derechos de sobrecarta”, es decir, la negación a cumplir las órdenes regias por parte de la Juntas Generales o las Cortes en el caso de Alta Nabarra. Pero, en otras ocasiones el Pueblo tuvo que oponerse en la calle al intento de saltarse la legalidad de los emisarios reales.
Sólo en el siglo XVII se observan contrafueros en las siguientes fechas: 1601, 1607, 1625, 1626, 1628, 1629, 1630, 1631, durante 1634, 1637, 1638, 1639, 1642, 1646, 1658, e 1660, 1664, 1666, 1667, 1668, 1670, 1672, 1674, 1676, 1676, 1680, 1681, 1684, abril de 1689 y mayo de 1689, 1692, 1695 y 1697.
Si analizamos el origen de la mayoría de las revueltas, éstas se producen por abusos recaudatorios de la monarquía española contra la población, pero también las hubo por una defensa de una autonomía total frente a la corona española en aspectos tan importantes como los judiciales, ya que los Fueros eran garantes de las libertades individuales.
Así, tenemos revueltas en el año 1601 contra el intento de imponer el “impuesto de millones” o tributo que en Castilla gravaba el aceite, el vino, la carne, el jabón, el vinagre y las velas de sebo pero, sin embargo, en 1607 y 1631 las matxinadas fueron de los gremios y trabajadores bilbaínos a favor de un régimen municipal más abierto o liberal como habían tenido hasta entonces.
Al no ser las tierras baskonas propiedad del rey, éstas se consideran en los siglos XVI y XVII exentas de impuestos reales y contribuciones a su erario, aunque en la práctica éstas adoptaban forma de donativos puntuales a partir de 1629 y, aunque existían contribuciones fijas, éstas eran casi testimoniales. Hasta mediados del siglo XVII no existía ninguna fiscalidad provincial propiamente dicha.
Todas estas contribuciones, antecedentes del Cupo actual, las explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2020/10/el-donativo-la-alcabala-y-el-pedido-los.html
El Origen de las Diputaciones Forales se puede leer en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/origenes-de-las-diputaciones-forales.html |
Hasta entonces, las Juntas y después las Diputaciones -creadas en ese siglo como los órganos permanentes de las Juntas Generales-, obtenían los ingresos que necesitaban mediante derramas entre los municipios y eran estos quienes establecían los impuestos que consideraban oportunos para hacer frente a su parte.
Las Juntas no podían establecer impuestos provinciales sin el consentimiento de la Corona española hasta esa fecha de 1629 que se les concedió ese derecho, fue entonces cuando se empezaron a configurar las Haciendas Provinciales.
“Foguera” u hoguera, hace referencia al lote de leña que se le asignaba cada año a cada hogar del bosque comunal (en un mismo caserío-edificio podía haber varios hogares). Los representantes a las Juntas Generales por cada anteiglesia, eran elegidos mediante sufragio universal de vecinos (donde también podían participar las mujeres en algunos casos) y mediante insaculación o azar por “fuegos” o familias.
Las Diputaciones Forales recaudaban los impuestos también por "fuegos" como unidad política baskona. Cuando las foguerizaciones no daban más de sí, se crearon las "Cajas", recaudaciones según distintos conceptos. Así, existía una Caja General y otras como la Caja de Guerra o del "Exercito" creada en 1793.
Sirvieron primero para guardar los donativos más o menos voluntarios de los particulares, y después contribuciones obligatorias varias, como el 6% del comercio y propiedad, o por ejemplo la Caja del Tabaco de 1794, o sobre el vino para pagar la construcción de caminos, o sobre la canela, el cacao o el bacalao.
Finalmente el control de todos los impuestos se centralizó en 1802 en un "Tesorero del Señorío", desapareciendo poco a poco las Cajas, hasta que en 1877 desapareció la última, la del Tabaco.
Dentro del Fuero se contemplaba el impuesto del "diezmo" que se paga a la Iglesia, es decir: un robo de simiente y una cesta de uvas. En la costa vasca, la Iglesia, cobraba como diezmo la lengua de las ballenas que se capturaban, vendiéndola después, gracias a este diezmo se han construido muchas iglesias de nuestra costa.
También era una especie de diezmo el que pagaba Gipuzkoa, la llamada "alcabala", que consistía en un 10% de los bienes consumidos (como el IVA actual); luego se sustituyó por una cantidad fija a partir de 1509, en concreto 1.245.925 maravedíes (una especie de precedente del Concierto Económico), rebajados por servicios prestados a la corona, y que a veces se decía que eran "donativos".
EL ESTANCO DE LA SAL
Los estancos o el control de la venta de productos para crear monopolios, eran medidas unilaterales tomadas por los reyes castellanos o españoles para ampliar sus recaudaciones, ya que necesitaban más dinero para poder continuar sus guerras por Europa y América; la Nabarra peninsular estaba hasta entonces exenta de estos impuestos. La sal era y es un bien de primera necesidad, usado entonces sobre todo para conservar el pescado, elemento básico en la dieta de los vascos.
Durante 1631 y 1634 se dieron en la Nabarra Occidental varias revueltas por el estanco de la sal que acabaron con el fusilamiento de los cabecillas por las tropas españolas que tuvieron que entrar en el territorio.
En la revuelta de 1631, en las Juntas Generales de Gernika, se acusó de traidores a los encargados del gobierno del señorío, a quienes dicen que habría que matar para que gobernaran “los verdaderos y originarios vizcaínos, los caseros de las montañas que no la venderían como aquellos que allí estaban por sus particulares fines y acrecentamientos” (Historia de Euskal Herria Tomo II).
Dos mil bilbaínos y gentes de municipios cercanos se levantaron contra la presencia del corregidor real (equivalente a un virrey colonial) para que firmara las libertades del Señorío de Bizkaia de “nación a nación” sobre impuestos y justicia, oponiéndose a que los bizkaínos fueran conducidos para ser juzgados a la Chancillería de Valladolid.
La matxinada más importante contra el estanco o impuesto de la sal fue la de 1634, cuando la Corona española quiso requisar toda la sal y estancarla, aumentando después su precio de venta en un 50%.
Tras esta matxinada, el 24 de mayo de 1634, seis bilbaínos fueron detenidos por defender los Fueros o leyes vigentes y contra el arbitrio del rey de España. Una placa colocada con acierto por el Ayuntamiento en la fachada principal de la Iglesia de San Antón los recuerda:
“El pueblo de Bilbao a la memoria de Martín Otxoa de Aiorabide, Licenciado Morga y Sarabia, escribano Juan de Larrabazter, hermanos Juan y Domingo de Bizkaigana y Juan de la Puente Urtusaustegui, ejecutados el 24 de mayo de 1634, mártires del Señorío de Bizkaia y de su libertad”. Fueron, por tanto, asesinados con saña por defender junto al Pueblo la legalidad foral nabarra frente al intento centralizador y castellanizante de la corona española.
OTRAS REVUELTAS O MATXINADAS
Hubo varias matxinadas que tuvieron un cariz diferente a las mencionadas: en Alta Nabarra, hay revueltas populares en Leire (1624) y Fitero (1627 y 1675) contra privilegios señoriales de los monasterios o iglesias, que se resolvió con la toma del Pueblo de los mismos.
En 1654 el Pueblo de Tudela persiguió con las armas a todos los notables y autoridades locales que aprobaron una ley de caza y pesca en las mermadas Cortes de Nabarra que coartaba la tradicional libertad para la misma y que finalmente se tuvo que derogar.
Hubo "matxinadas" en 1638, 1639 y 1718 por el intento de trasladar las fronteras económicas de los “puertos secos” a los puertos del mar por el que los productos circulaban libremente por el Pirineo y pagaban aduana para entrar en España en el “cordón del Ebro”.
LA LIBERTAD DE COMERCIO
Las más importantes revueltas o matxinadas en la Nabarra Occidental se produjeron en 1718, cuando se llegó a decretar el Estado de sitio y el Ejército español con 3.000 soldados ocuparon las calles de Bilbao, oponiéndose el Pueblo al intento desde la corona española de llevar la frontera económica a los Pirineos.
Se quemaron los barcos aduaneros y se mató al recaudador de impuestos. Treinta y dos personas fueron finalmente fusiladas o agarrotadas y decapitadas después por rebelión, entre ellas el vecino de Galdakano Juan de Rekalde.
Esta frontera económica o “cordón del Ebro” estaba en: Balmaseda, Vitoria-Gasteiz, Orduña, Sangüesa-Zangotza, Biana y Tudela. Por el norte, los peajes estuvieron en el río Atturri o Adour: Baiona, Donapaleu, Izura y Garruze. A partir de comienzos del siglo XIV, perdida la Nabarra marítima, las aduanas fueron llevadas a Garazi, Lekunberri, Burgete y Orreaga.
Los productos españoles y europeos entraban en los territorios nabarros o forales sin gravámenes, pagando sólo los llamados “derechos de Tablas” en el caso de los primeros.
Había un mercado libre en toda Baskonia, desde el Ebro hasta Burdeos, que se perderá por la fuerza de las armas una vez más. Iparralde mantuvo sus fronteras económicas con Francia hasta 1713, cuando, tras el Tratado de Utrecht, París las eliminó por la fuerza, lo que supuso la muerte de la economía de Iparralde.
En Hegoalde la frontera sobre el Pirineo fue impuesta definitivamente tras las dos Guerras Carlistas del siglo XIX y la Ley Paccionada de 1841.
En otro artículo hablaremos de una de las matxinadas más sonadas: La Zamakolada, víspera de las Guerras Forales o carlistadas.