EL MOVIMIENTO NAFARZALE ANTE LOS NUEVOS TIEMPOS
Aitzol Altuna Enzunza
George Orwell en su libro “1984”: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.
Gracias a la coyuntura política actual se ha abierto un período de reflexión política que puede ser muy interesante si tenemos humildad y sentido nacional (lo que se ha venido llamando “patriotismo”). En esta coyuntura, el movimiento nafarzale -Nabarra Estatu Mugimendua-, está cumpliendo una importante misión, pues sus reflexiones están siendo tremendamente acertadas.
Hay quien coge el "rábano por las hojas" y ve en el movimiento nafarzale sólo la reivindicación histórica del reino de Nabarra, de ahí la frase de “nacionalismo historicista” con la que ningún nafarzale nos identificamos y que es una crítica más propia de un foro banal de Internet, la cual roza el absurdo cuando se quiere hacer mofa afirmando que se persigue crear un nuevo “reino” baskón (incluso desde los que sin sonrojo aceptan y participan del reino español).
Ninguno de esos críticos parece recordar que el primer libro del nacionalismo vasco fue “Bizcaya por su independencia. Cuatro Glorias patrias”, publicada en 1892 por Sabino Arana, al cual nadie juzga de historicista o de buscar un “señorío”.
Winston Churchill: “Quien carezca de sentido de la historia que se dedique a otra cosa pero no a la política”.
Es verdad que la primera “victoria” del movimiento nafarzale ha sido en el terreno interpretativo de nuestra historia, la cual estaba muy desenfocada y escondida tras la lucha foral del siglo XIX. Pero “al César lo que es del César” y pronto hará un siglo que varios historiadores y políticos de todas las familias políticas vascas adelantaron ésta cuestión, aletargada después por la lucha “más física” contra el fascismo español.
Entre estos políticos e historiadores estaban gentes tan significativas del nacionalismo vasco como Anacleto Ortueta, José Antonio Agirre, Manuel Irujo, Telésforo Monzón, Federico Krutwig o el recientemente fallecido Joseba Álvarez Enparantza “Txillardegi” entre otros.
El V Centenario de la invasión de la Nabarra nuclear (2012) está siendo un triunfo para el movimiento nafarzale como ya se pudo comprobar en la pasada Azoka de Durango. Sobre todo, gracias a las recientes aportaciones de los últimos historiadores alto nabarros: Jon Oria Oses, Peio Esarte, Tomás Urzainqui, Mikel Sorauren, Vicente Serrano Izko, Peio Monteano y otros más jóvenes como Joseba Asiron o Alvaro Adot.
Finalmente se ha doblegado el discurso españolista de nuestra historia, que han tenido que adecuar a las evidencias de la conquista armada del reino nabarro.
Incluso han querido acallar a su propia gente y aleccionarla, como con la carta personalizada titulada significativamente “Evitar la polémica” de las recientes órdenes del partido regionalista español UPN a sus afiliados.
Pese a todo, falta mucho por escribir de nuestra historia, sobre todo en el caso de la Nabarra Occidental, donde no contamos con la tradición de los grandes historiadores de los siglos XIX y XX de la Nabarra nuclear como los Juan Iturralde y Suit, Arturo Campión, José María Jimeno Jurio, Julio Altadill, José María Lacarra, Bernardo Estornés Lasa, María Puy Huici Goñi, Pablo Antoñana etc., precursores de los mencionados en el párrafo anterior.
La historia de la Nabarra Occidental no está lo suficientemente trabajada, salvo pequeñas islas que se antojan insuficientes, como el fallecido José María Olaizola o, más recientemente, Aitor Pescador, Iñaki Sagredo con los castillos nabarros o Peio Guerra con sus historias noveladas.
Hoy, dentro del nacionalismo vasco, no hay otra interpretación de nuestra historia que no sea la nafarzale, los pocos libros que intentan evitar enfocar nuestra historia con el hilo conductor del reino baskón, caen por su propio peso, mapas incluidos.
Bernardo Atxaga: "Nos separan sólo 6 abuelas del reino de Navarra".
El movimiento nafarzale ha devuelto la centralidad de nuestra política a Nabarra, el Estado baskón, y por ende a nuestra capital Iruña, lo que tiene importantes consecuencias políticas: al interpretar correctamente la situación histórico-política, la conclusión que a muchos les está costando digerir, es que: no necesitamos construir una nación, ni siquiera un Estado nuevo: ya somos una nación, ya somos un Estado.
El nacionalismo vasco pasa “de la lucha para la creación y la reivindicación de la nación vasca” del abertzale, a la “lucha para la liberación de nuestro Estado” del nafarzale.
Esto es revolucionario para nosotros, supera el “Euskadi da euskaldunen aberria” de Sabino Arana. “Euskadi” es un término reciente sin apenas historia e inventado por una persona que habla de una nación a construir, derechos “históricos” difíciles de ejercer al enredarlos en la maraña judicial imperialista mezclados junto con revisiones forales y/o estatutos, lo que ha hecho pasar a “Euskadi” de un proyecto de nuevo Estado vasco a un nombre de una Comunidad Autónoma española más.
El intento de cambiar el término “Euskadi” por el varias veces centenario aunque lingüístico “Euskal Herria” (literalmente “tierras o país del euskera”), usado con un sentido político desde hace menos de 10 años, desenfoca aún más la cuestión, al perderse totalmente la referencia histórica común y lo políticamente fundamental: recuperar nuestro Estado, ser dueños de nuestro futuro, de lo cual depende el propio euskera y su pueblo Euskal Herria.
Carl Von Clausewitz (1780-1831): “El aspirante a conquistador es un amante de la paz (como Bonaparte), pues la gustaría entrar en nuestro Estado y ocuparlo sin oposición”.
Otra consecuencia política del movimiento nafarzale, es que para el Derecho Internacional, hoy somos una nación con un Estado conquistado e invadido y que por tanto podemos declarar unilateralmente nuestra independencia según la sentencia del 22 de julio de 2010 del Tribunal de la Haya (organismo oficial de la ONU):
“No hay norma en el derecho internacional que prohíba la declaración de independencia". Ya no somos un pueblo con “derecho de autodeterminación” y menos con el nuevo "derecho a decidir" para “votar o no por la independencia”, sino que ya estamos autodeterminados hace muchos siglos (al menos desde el 15 de agosto del año 778) y exigimos a los imperialistas que abandonen inmediatamente nuestras tierras.
Dentro de esa maraña imperialista a la que muchos atribuyen poderes mágicamente “democratizadores”, ni siquiera terminamos de entender el derecho de autodeterminación (síndrome del colonizado): Iñaki Aginaga IPARLA nº4 año 2005:
“Un régimen democrático sólo puede constituirse sobre los derechos fundamentales. No hay democracia donde no hay derechos, y no hay derechos donde falta el derecho de autodeterminación de los pueblos, primero de los derechos humanos y condición previa de los demás. El derecho de libertad, libre disposición o autodeterminación de todos los pueblos es el derecho de independencia incondicional e inmediata frente al imperialismo”.
Estas fundamentales correcciones en nuestros análisis políticos, son las principales aportaciones del movimiento nafarzale hoy (y más que vendrán), el cual amplía el nacionalismo vasco, lo enriquece y lo que es más importante: nos ayuda a tomar las decisiones correctas –estrategia- que nos llevarán a la acumulación de todas las fuerzas de nuestra nación -pueblo y poder-, para liberar nuestro Estado: la institucionalización política de ese pueblo y de su poder.