LA ROMANIZACIÓN DEL PAÍS VASCO Y FLAVIOBRIGA
Aitzol Altuna Enzunza
Entre los romanos los “pagus” o “vici” eran el espacio geográfico necesario para obtener recursos que posibiliten la actividad silvo-pastoril y el abastecimiento de las “gens”, junto a las “Mansión” o pequeños asentimientos en zonas de nudos de comunicación descritos por Antonino, dependían a su vez de un ente administrativo mayor en torno a las ciudades romanas conocido como “civitas”, como las nueve civitas de la Novempopulania vasca.
En las calzadas romanas se creaban también asentamientos a modo de Forum, es decir, en torno a mercados, como el caso de Forua en Bizkaia, que además poseía su propia ferrería y probablemente puerto fluvial, explotaciones agropecuarias y un importante comercio. La ciudad romana de Forua data de los siglos I al IV d.C. En la cercana cueva de Peña Forua, se han encontrado restos bajo imperiales del siglo V.
La estructura romana se basaba en esa “civitas” y en el código romano, al estilo de las ciudad-estado griegas o mejor dicho de la propia Roma, autosuficientes en su mantenimiento y que comercian según los productos excedentes de cada civitas. La mayoría de las civitas eran estipendiarías (stipendiariae) como era el caso de Jaca o Pamplona por ejemplo, que era también república con su senado y magistrados (además eran Oppidium o lugar de militarmente estratégico), es decir, debían de tributar y admitir contingentes militares si fuera preciso, si bien podían mantener sus instituciones.
Esto hacía del Imperio Romano una maraña de ciudades autosuficientes, controladas por un ejército militar, pequeño en tiempos de paz, y un ejército de recaudadores en nombre de Roma, así como de comerciantes esparcidos por todo el vasto Imperio romano. También era importante la administración de la justicia con su Código Romano.
Revista BERTAN de la Diputación de Gipuzkoa "Burdin Aroko herri harresituak Gipuzkoan" Xabier Peñaver y Sonia San José |
Otras civitas, las menos, eran federadas (foederate) o también libres (liberae), con un tratado por el cual mantenían sus instituciones y no tributaban, no había ninguna entre los vascos peninsulares y sólo una en toda la Tarraconenses (Tarrasa, ¿Sádaba o Los Bañales?).
La ciudad baskona de más alto rango era Calahorra, que era de tamaño medio para la época (ya poblada desde el paleolítico), si exceptuamos Caesaraugusta-Zaragoza, ya que con Octavio fue nombrada “municipium civium romanorum”. Existían 24 civitates en territorio Baskón y Bardulo.
Se llamaban “colonias” a las nuevas ciudades o poblaciones urbanas dadas a soldados que demostraron valor en la lucha (como Flaviobriga), y “municipium” (municipio) a las asentadas sobre las anteriores indígenas (la inmensa mayoría de ellas). Contaban todas ellas de una asamblea de cien miembros (decuriones), de las que salían los cargos municipales de dos varones (hoy serían los alcaldes), los “aediles” para el abastecimiento y obras públicas (los ediles actuales) y los “quaestores” o encargados de las finanzas. Eran siempre recaudaciones entre las gentes de la ciudad, se autofinanciaban.
Todos los ciudadanos libres podían aspirar a estos cargos, pero los puestos no eran remunerados, requerían de una campaña electoral para conseguirlos e inversiones personales en la ciudad que limitaba los cargos a los potentados, la llamada “curia local” que terminó siendo hereditaria por imperativo del Estado romano pues no era deseada muchas veces.
La ciudadanía romana se conseguía como privilegio por los servicios prestados a Roma, pero el Emperador Caracalla en el 212 d. C., dio la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio para aumentar las recaudaciones ante el agotamiento del sistema político y la necesidades de las arcas Imperiales.
Como ciudades romanas en tierras vascas hay que nombrar a todas las de Baskonia o territorio de habla vasca a la llegada de las tropas imperiales romanas (Novempopulania y la Tarraconensis hasta Salduba-Cesaraugusta-Zaragoza): Oiasso (valle de Oiartzun con centro de población en Irun, de la que dicen las crónicas romanas que “dispone de una calzada de 2.400 estadios cuyo recorrido enlaza con la capital de su territorio, Pampaelo”), Iakka (Jaca), Irumberri (Lumbier), Calagurris (Calahorra), Areceli (Uharte Arakil), Auch (Novempopulania), Dax, Cascante, Flaviobriga, Gracurris (fundada en el 179 a.C., actual Alfaro, sobre la anterior indígena de Ilurcis, la más antigua de las ciudades romanas en territorio baskón y peninsular), Burdeos (Bordigala en euskara), Forua, Libia (La Rioja), Tritium etc.
Arturo Campión menciona veintidós ciudades baskonas tomando las referencias de Estrabón, Antonino, Ptolomeo, Plinio y Tito Livio. Bajo las villas, fundos, poblados y civitas, bajo formas romanas, pervivió y se desarrolló la cultura baskonica, mezclada con la romana y con su idioma, el latín.
Hay que diferenciar dos zonas como hacen los propios romanos:
El Saltus vasconum (tierras de bosques), zona que más o menos coincide con la zona de habla vasca actual, que no se romanizó (en el sentido que no se latinizó) y donde la influencia de Roma era importante pero sobre todo en la costa, con un importante comercio de cabotaje (de puerto en puerto por la costa), limitada a las ciudades costeras como las Oiasso, Menosca (Zarautz-Getaria) y otras de más difícil localización como Vesperies (Bermeo-Mundaka), Tritino Bellunte, Sandaquitm, Cambracum, Tenobriga, Moroga (Murueta? En la ría de Gernika; en Forua, está el mayor castro romano de Bizkaia), etc.
El puerto de la importante población romana de Forua sería Vesperies, Bermeo y su Cabo cercano de Matxitxako, la construcción naval se haría en Moroaga, actuales astilleros de Murueta y con las canteras de mármol rojo en Ereño (todos ellos en la ría de Urdaibai), zona del núcleo futuro de Bizkaia junto con la ría del Ibaizabal-Nervión (Bilbao) y la ría del Deua (dios) de las crónicas romanas (Deba) como fronteras naturales, todas ellas en territorio de la tribu vasca de los caristios.
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El interior costero era una zona con poca población.
En el caso de “Flaviobriga”, anterior asentamiento indígena de Portus Amanum, según algunos autores sería la actual Castro Urdiales (hoy población cántabra anteriormente bizkaina), fundada entre el 69 y el año 79. Pero en las crónicas de Ptolomeo no cuadra su situación geográfica y parece más lógico que se sitúe en Zierbana-Santurtzi-Portugalete (Portus Amanum): pues según el geógrafo griego Flaviobriga estaría en la "desembocadura del Nerua", el Nervión, y sería de tribu caristia (Castro Urdiales está dentro del territorio autrigón), aunque en el texto de Plinio o en el Ptolomeo no dice que sea fronterizo.
Los mapas franceses sitúan la ciudad en la zona de Portugalete sin que se hayan encontrado aún restos urbanos (sí hay constancia de presencia romana en la vecina Zierbana). Además en Castro Urdiales no hay río importante alguno como era habitual en estos asentamientos y la ría de Bilbao es un abrigo natural inmejorable imposible de pasar desapercibido para los romanos que vinieran en comercio de cabotaje de Burdeos-Lapurdum (Baiona)-Oiasso (Irun).
En el siglo I, Cayo Plinio dentro del libro IV comenta: "partiendo del Pyrenaeus y siguiendo la ribera del Oceanus hallamos el Vasconum Saltus, Olarso, los oppida de los Varduli, Moroni, Menosca, Vesperies y el portus Amanum donde actualmente está la colonia de Flaviobriga; sigue la región de los cantabri con nueve civitates".
Flaviobriga, Oiasso, Forua y Lapurdum (Baiona) en menor medida, son las grandes poblaciones costeras vascas del saltus en época romana.
Baiona, por ejemplo, será una fortaleza romana en el siglo I conocida como Lapurdum, pero estaría habitada desde tiempos inmemoriales. El Doctor en historia Manex Goyhenetche, creía que la capital pudiera tomar el nombre de la tribu baskona de la zona, los lapurdenses, emparentados con la más grande de los Baskones. Por esta población pasaron Craso (año 56 a.C.), Agripa (39-38 a.C.) o Augusto (27 a.C.).
Las excavaciones realizadas por Iñaki García Camino, han dado como resultado 25 poblamientos de época romana en la costa bizkaína y 27 interiores. En Alaba el número de asentamientos aumenta hasta los 80.
Es la zona montañosa y costera por tanto, de menor interés inicial que la agrícola, pero por la que luego sí se interesó Roma. La presencia romana en el Saltus vasconum es mayor de lo que la gente cree, calzadas, alguna plazas armadas o minas (Somorrostro-Muskiz, Aia o Ereño) lo demuestran. Plinio recoge el comentario de los legionarios licenciados en el sentido que en estas tierras había un monte todo él de hierro: se trataba del monte Triano, en la Enkartaciones (Bizkaia), hierro que se sacaba por el puerto de Cobarón.
Además se sabe que hubo un mercado de madera o “Forum Ligneum” en el Pirineo, lo que nos habla de comerciantes de la madera y leñadores además de pastores; aún hoy se conservan las tradicionales almohadillas.
También era importante y durante muchos siglos, la pesca y el salazón del pescado que se llevarían a las ciudades del interior por las calzadas romanas, como las fábrica de salazón de Getaria (Lapurdi, nombre de población que se repite en Gipuzkoa), quizás del latín “cetaria”. Esta práctica perduró durante toda la Edad Media.
Hay restos o vestigios de época romana en: Galdakao (una lápida), Somorrostro, Karrantza, Balmaseda, Artziniega, Lemona, Igorre, Zenarruza, Nabarniz, Kortezubi, Berriatua, Zarautz, Zierbana, Portugalete, Eskoriatza, Idiazabal, Pasaia, Lekeitio, Bermeo, Portuondo (Mundaka), Tribisburu, Cantera de Ereño, Ermita de Santa Elena de Irun (antiguo templete funerario romano, un templo romano "in antis" del siglo I, posee además restos de una necrópolis indígena, por otra parte, es la única iglesia del siglo X hallada en Gipuzkoa), Sopelana, Plentzia, Ansio-Ugarte (Barakaldo), Ataun, Peñas de Aia (minas de galena argentífera, plata y plomo), Higuer (“Asturiaga”, restos subacuáticos, los promontorios costeros son muy importantes como referencias marítimas en el cabotaje, y un puente de madera sobre el Bidasoa del siglo I) etc.
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Son enclaves sobre anteriores poblaciones vascas de la zona que perviven hasta el presente, pequeñas poblaciones pero muy numerosas relacionadas entre sí con fuertes lazos de sangre.
“Oiasso, enclavado en lo que hoy es Irun, fue uno de los puertos importantes, junto a Burdeos y Londres, del llamado ‘‘mar exterior’’. Así lo conocían los romanos en contraposición al ‘‘Mare Nostrum’’, entendido como tal el Mediterráneo. Las investigaciones arqueológicas de las últimas décadas han sacado a la luz la existencia de una comunidad cultural entre el Canal de la Mancha y el Golfo de Bizkaia, con influjos claramente romanos pero distintos de la matriz mediterránea, con un hilo conductor común en la navegación como vehículo de intercambio y difusión cultural. Cuestión abierta es, no obstante, los procedimientos aplicados hasta ahora en su estudio. Su superficie urbana se estima cercana a las 15 hectáreas, con un puerto que desarrolló una gran actividad de intercambios comerciales en el Golfo de Bizkaia entre los años 70 y 150.
Asentada sobre una zona elevada y rodeada en gran parte por las aguas del estuario del Bidasoa. La ciudad romana trajo consigo una profunda transformación. La nueva vida comercial se centraría en las conservas de pescado, las maderas, los lingotes de plata y de hierro. Es decir, la pesca, los bosques y la minería, los intercambios navales. Es lo que explica el modelo Atlántico, según Mertxe Urteaga, y lo que le diferencia del estilo mediterráneo.
Su interés en abrir nuevas vías de comunicación marítima y terrestre parece claro por la ubicación de Irun como paso natural de la cadena montañosa de los Pirineos y su salida al mar, tan importante para la apertura de rutas en el Golfo de Bizkaia y el Canal de la Mancha. Motivos logísticos como la incorporación de soldados a sus ejércitos también empujó a Roma en la aventura vasca, según apunta la arqueóloga Mertxe Urteaga.
Ese tráfico comercial se mantuvo con muchos otros puntos. Está documentado que el aceite llegaba de la Bética, también está documentado el estrecho comercio con Aquitania y el Valle del Ebro, con lo cual la localidad de Irun funcionaba probablemente como un centro de redistribución de productos comerciales, bien provenientes de fuera o de la península ibérica.
Además la comarca cuenta con importantes minas de plata y en las cercanas montañas de Aiako Harria y las minas de Arditurri, de construcción romana mediante técnicas etruscas conocidas como "cuniculi", que es la excavación de varios pozos verticales alineados y conectados entre sí con una caída estudiada para drenar el agua.
Con todo, en la vida cotidiana se impusieron las costumbres romanas. En la dieta diaria, se incorporó la fruta en variedad, siendo los melocotones una de las más consumidas.
Con la llegada de los romanos se produce una expansión brutal de todo tipo de técnicas de horticultura, aunque en el caso exclusivo de Irun no hay nada específico. «La dieta de los antiguos vascones era de una variedad impresionante».
«En los hallazgos de Irun tenemos documentados miles de huesos de melocotones, de cerezas, de ciruelas y también muchos restos de semillas de higos y de plantas recogidas en las inmediaciones como avellanas, bellotas, nueces, endrinas...», explica Leonor Peña Chocarro, arqueobotánica madrileña.
“Básicamente es la misma dieta que encontramos en el resto del mundo romano, con tres comidas fundamentales, desayuno, almuerzo y cena. En esas tres comidas, la fruta es un alimento muy importante. Es muy interesante documentar que en una zona como ésta, donde no se dan las condiciones climáticas para determinadas especies, por ejemplo las aceitunas, las tenemos documentadas con aproximadamente mil restos.
Importante porque es una zona donde climáticamente sería imposible cultivar olivos y demuestra que es una importación romana. Las aceitunas llegan probablemente a través del valle del Ebro, lo que revela relaciones comerciales".
El limo anaerobio ha permitido la perfecta conservación de todos estos materiales de la vida cotidiana vasca en época romana. En el vestir, calzaban los prototipos del mundo romano y se extendió el uso de las joyas. En el ocio, practicaban juegos que han llegado hasta hoy sin sufrir modificación alguna: los dados, las canicas, la peonza... Aparentemente, el habitante de la polis de Oiasso hacia el año 100 de nuestra era, vestiría, comería y viviría, en definitiva, en condiciones parecidas a los vecinos de Pompaelo, Dax, la antigua Aquae Tarbellicae, o Burdigala, Burdeos. Su nivel de vida sería comparable.
Al igual que debió ocurrir con los depósitos auríferos de la zona de Itsasu, en la cuenca del Errobi, Somorrostro, Baigorri (Baja Nabarra, donde habría minas de oro según las crónicas romanas) etc., las explotaciones mineras serían el motivo de las primeras colonizaciones, encaminadas a la obtención de metales preciosos, junto a los puertos estratégicos. La dinámica comercial se mantiene hasta el siglo III por lo menos.
«La pregunta que surge es que, si efectivamente este territorio se incorporó a la estructura romana, ¿cómo es que ha mantenido su identidad después del rodillo de los romanos?», explica la arqueóloga de Arkeolan Mertxe Urtiaga.
«No es que la identidad se explique por la falta de romanización, es más, el contacto con el mundo romano nos permite unos escalones en un desarrollo como pueblo que luego nos ha servido para mantenernos hoy en día».
Lo que parece fuera de toda duda es que la ocupación romana de Euskal Herria fue un hecho, pero no se dio una “romanización”, pues el euskara sobrevivió a esta ocupación militar, caso único con el idioma celta conocido como gaélico.
«Algunas corrientes históricas han pretendido que la influencia de los romanos era menor», apunta otra arqueóloga, Leonor Peña Chocarro, que ha participado también en las investigaciones sobre el antiguo puerto de Irun. «Ahí están los descubrimientos arqueológicos que demuestran una ciudad plenamente romanizada, obviamente con sus características atlánticas», concluye la experta.
Ager vasconum (nombre dado por Tito Livio, significa “tierra cultivada”), centro y sur de Alaba y de Alta Navarra; también zona media y norte de Aquitania (Novempopulania).
Con una fuerte presencia romana y zona de habla bilingüe en gran parte de su territorio en época romana en las ciudades, monolingüe vasca en el campo. Son tierras de grandes cultivos de trigo y cebada.
Las tierras más interesantes para los romanos son las que van del Garona al Loira, del Garona a Baiona (río Atturri-Adour) y la Ribera del Ebro; en ellas la presencia romana es muy abundante.
Burdeos, Dax, Calahorra, Iruña de Oca (cerca la actual Vitoria-Gasteiz), Iruña (Pamplona), Auch, Graccurris, Libia (La Rioja) etc., de Novempopulania y Tarraconensis, son las grandes poblaciones del Ager vasco.
Es en el Ager donde los restos romanos se disparan y la romanización de las ciudades es plena, pero se mantiene el campo euskaldun como en el siglo IV señala el poeta bordelés Ausonio en una carta donde asevera que en la ciudad de Dax su abuela habla euskara así como todos los “salvajes” habitantes del campo (saltus).