EL MISTERIO DEL CEMENTERIO CELTA Y ACONFESIONAL DE ARRIGORRIAGA
Aitzol Altuna Enzunza
El 1 de noviembre festividad de “Todos los Santos”, los periódicos de Bizkaia se hicieron eco una noticia que se puede resumir en que por fin, tras varios años de retraso, en Landaederra se ha construido “El primer cementerio aconfesional (que) se inaugurará en noviembre en Arrigorriaga. Será un moderno y ajardinado recinto donde se podrá enterrar a los vecinos de esta localidad sea cual sea la fe que profesen. El camposanto está ubicado hacia el Este -como manda la tradición musulmana- y se ha obviado cualquier símbolo religioso. Tan sólo hay algunas imágenes celtas en el centro, que está ocupado por un gran parque de unos 22.000 metros cuadrados de extensión” (Grupo Vocento).
Para quienes opten por la incineración y deseen que las cenizas permanezcan en el cementerio, las nuevas instalaciones disponen de una zona específica: “Este balcón estará decorado con simbología celta. Entre esta simbología destaca una roseta de seis puntas”, se trata de una especie de mosaico enorme sobre el suelo que supone "el triunfo de lo espiritual sobre lo material" como explica Vicente Larrea, el cual ha colocado en el centro de este espacio una escultura que reflejará dos manos unidas que "Simboliza el paso de lo terrenal a lo espiritual". El cementerio está “orientado al Este, de cara a que pueda ser utilizado por los vecinos de origen musulmán” (Grupo Noticias).
Los textos periodísticos comentan la orientación del cementerio al Este por respeto a los musulmanes, cuando todos los altares de todas las Iglesias cristianas miran a Jerusalén así como los primeros sepulcros (tradición que se mantiene en cierto modo), es decir al Este, donde también está la Meca ya que ambas religiones “del libro” tienen un origen asiático común. Pero para los baskones esto no es una novedad, pues en su propia religión europea, los cuerpos en los dólmenes hace más de 5.000 años se enterraban mirando a oriente, donde nacía el sol. En el País Vasco hay más de 600 dólmenes, de los cuales 68 están en Bizkaia, cultura llegada del Norte del actual Portugal que después fue sustituida por la cultura de los crómlech (hace 4.000-3.000 años), de los más de mil crómlech existentes en tierras baskonas, 49 han sido hallados en Bizkaia.
La incineración también es muy antigua en nuestras tierras baskonas pues se conocen antes de la invasión romana, incluso muchos siglos después de que se introdujese el cristianismo se siguió practicando este tipo de enterramiento pese a la presión de la Iglesia Católica de convertirnos a su religión y para que adoptáramos sus ritos funerarios asiáticos. Así, en Sohandi (Garazi, Nafarroa Behera) existe constancia de una necrópolis precristiana usada por una comuna aislada hasta en el siglo XIV; del siglo VI al XIV, hay túmulos en Ahiga, Biskartxu y Urdanarre, todos en Iparralde con ritos de incineración y ofrendas de monedas, los cuales también han sido halladas en San Martín de Iraurgi (Azkoitia -Gipuzkoa-) datados por el carbono 14 del siglo XIII.
Pero lo que más extraña del texto periodístico sobre el nuevo cementerio de Arrigorriaga, es que alguien pretenda introducir en Baskonia simbología de las lápidas funerarias de los pueblos celtas que poco tienen que ver con nosotros, rechazando la riquísima simbología funeraria y lapidaria propia, aunque, si se lee el texto sobre la roseta “celta”, queda la duda de qué se ha pretendido hacer en el nuevo cementerio de Arrigorriaga, pues el supuesto símbolo celta es una flor hexapétala harto frecuente en nuestra cultura funeraria desde hace muchos milenios y que no es de origen celta.
Respecto a la mitificación absurda por estos lares (y otros) sobre un pasado celta, es necesario saber que éstos eran un pueblo indoeuropeo ario de pastores y agricultores asentado primeramente en el sur de Alemania y norte de Francia, provenientes de las tierras bañadas por el río Danubio, que en diferentes hordas invadió Europa, arrasando con los pueblos que encontraron a su paso de las actuales España (llegaron hasta Cádiz), Portugal, Italia, Irlanda, Gran Bretaña, Francia especialmente Bretaña, Bélgica, y en menor medida otras partes de Europa del norte y del Este, como Turquía, llegando a asentarse incluso en Oriente Medio, en Egipto o en la India. Eran un pueblo eminentemente guerrero, dividido en castas y que contaban con una ventaja fundamental: sus espadas, fruto del dominio del metal. Fueron probablemente el primer pueblo en atacar seriamente a los pueblos vascos del Norte (los ausko), después de anteriores invasiones indoeuropeas menos significativas. Los celtas se asentaron en distintas zonas de Baskonia sobre todo cerca de los grandes ríos al Norte y al Sur. La invasión en tierras baskonas históricas se realizó en diferentes fases: la primera a lo largo del siglo X y IX a. C. extendiéndose por el Norte pero sin llegar a los Pirineos. En una segunda oleada de grandes caravanas, sobre el siglo VII a. C., llegaron de las actuales Alemania, Holanda y Bélgica para asentarse al sur del Ebro, llegando a las tierras de lo que hoy es La Rioja y norte de Soria.
Por el Sur llegaron también los íberos desde África según la historia comúnmente admitida en el siglo VIII a. C. y se mezclaron con los celtas en la península ibérica, se llamaron celtíberos en la península ibérica. Pero, es importante destacar lo que comentaba el prestigioso historiador y arqueólogo español Antonio García y Bellido (Ciudad Real 1903- Madrid 1972) sobre algunos pueblos vascos como los berones que vivían en la zona media de la actual La Rioja y rioja alabesa en su libro “La Península ibérica en los comienzos de su historia”: “Ahora bien, tales pueblos no eran celtas, ni lo fueron nunca, aunque su cultura se nos aparezca hoy con claros rasgos de celtización. La razón de ello es la efectiva presencia en estas tierras o en sus proximidades de elementos celtas inmigrados y porteadores de una cultura superior (vivían ya en posesión de hierro) que acabaron de celtizar a los indígenas precélticos”, es aplicable sólo a los pueblos vascos prerromanos de la ribera del Ebro y por el Norte entre los ríos Garona y el Loira. La influencia del celta en el euskera -que es un idioma preindoeuropeo anterior en milenios a estas invasiones- es escasa, casi nula (-tegi?, mando?), nula en arqueología fuera del Ebro o la comarca entre Garona-Loira y escasa o nula en la toponimia, la cual, de ser cierta como el nombre del río “Deba”, se puede explicar perfectamente por la participación celtíbera en las legiones romanas durante la invasión de los pueblos vascos prerromanos al ser conquistados los celtíberos poco antes que los pueblos vascos y obligados a participar en la legiones romanas contra sus vecinos como fue práctica habitual.
Sobre las estelas funerarias en tierras de Baskonia, explica por ejemplo el historiador ronkalés Estornés Lasa, que existen numerosas con palabras en euskera entre los ausko del Alto Garona o Cominges, pero también las hay en otras regiones de Baskonia donde no hubo presencia conocida de celtas. Los sitios de aparición de estos nombres son estelas en toda Baskonia son: Saint-Aventin, Haute-Garonne, Saint-Bertrand-de- Cominges (Haute-Garonne), monte Gar (Haute-Garonne), Baudéan (Hautes-Pyrénées), Luchon (Haute-Garonne), Cadéac (Hautes-Pyrénées), Ardiège (Haute-Garonne), Sain-Gaudens (Haute-Garonne), Loudenvielle (Hautes Pyrénées), Cardeilhac (Haute-Garonne), Saint-Pée-d'Ardet (Haute-Garonne), St.-Béat (Haute-Garonne), Angostina (Araba), Gourdan (Haute-Garonne). Pero también en Oiartzun (Gipuzkoa), Bagnères-de-Bigorre, Miñano Goien (Araba), Atharratze (Zuberoa), Iruña de Oka (Alaba), S. Román de S. Millán (Alaba) Escuñau (Val de Aran, Lleida, Catalunya), Usua (Alta Navarra), Herat (Alta Navarra), Barbarin (Alta Navarra), Lerga (Alta Navarra), Dulantzi (Alaba) etc.
Existen además estelas funerarias con grandes similitudes y con textos de contenido euskérico a las mencionadas, en las actuales tierras de La Rioja o norte de Soria (se han encontrado 19). U. Espinosa en el trabajo más importante realizado sobre estas estelas aclara: “la elementalidad teórica de ejecución y la distancia geográfica y cronológica entre algunos ejemplares no pueden pertenecer a una “officina lapidaria”, sino que deben derivar de la homogeneidad social y cultural de las gentes que las tallaron, lo que indica in reducto del iberismo (se refiere a los pueblos vascos) en estos espacios serranos. El no celtismo se ve en los temas, símbolos y onomástica. En ellas, el uso del latín en ocasiones denuncia su ausencia de conocimiento escrito”. Por tanto los arqueólogos descartan el celtismo de estas estelas del Ebro y son productos de los ritos de los indígenas de los diferentes pueblos vascos prerromanos de la zona.
En lo que a Bizkaia respecta, por ejemplo en la necrópolis de Berreaga, entre Mungia-Gamiz-Fika-Zamudio, se han hallado 149 estelas del pueblo vasco karieta, estelas completas o fragmentos, todas ellas decoradas con temas geométricos y astrales y con formas trapezoidales (el 90%) o discoideas (el 10% restante). Esta necrópolis y poblado (del 350 a.C. al año 100), es el más importante de los hallados en territorio bizkaíno de la Edad de los Hierro.
Berreaga
Las estelas funerarias o “gizon-harri” se asemejan muchas de ellas a cabezas enterradas por su forma (donde estaba "gogo", el alma) y no son más que lápidas funerarias con símbolos astrales, cuya principal característica es la simetría de las mismas. Muchas son concéntricas, es decir del centro salen el resto de las figuras, y simétricas (con alguna excepción). Pedro Zarrabeitia Miñaur en su reciente y muy recomendable libro para todos y en especial para los periodistas de esta noticia o para los que han diseñado este cementerio en Arrigorriaga con simbología “celta”, que lleva el nombre de “Estelas discoidales de Euskal Herria” (edit. Pamiela 2011) comenta: En Zuberoa las estelas son “hilargiak”, de donde viene “hilarriak”, pues eran, según la tradición, representaciones de la luna llena para que el alma de los difuntos no volasen hacia el astro nocturno. Pero lo más aceptado es que son antropomorfas, muy semejantes a representaciones del cuerpo humano hallados en Iruña de Oka-Veleia o Kanpezu de época romana (con cuello y hombro, pero que muchos no tienen). Serían “envolturas antropomorfas de símbolos astrales”. Este libro reproduce muchísimas estelas con fotos y dibujos donde se puede apreciar la riqueza y variedad simbólica de aquellos ancestros nuestros.
En otra parte del mencionado libro, Pedro Zarrabeitia Miñaur también comenta: “En un proceso mental muy esquemático y representativo, con una capacidad para la abstracción sorprendente, nuestros antepasados identificaban la forma y el movimiento del sol, la luna y los astros con círculos, arcos, ruedas, lazos y espirales sin principio ni fin; la luz solar con flores de seis o más pétalos y estrellas de múltiples puntas; los ciclos y ritmos del día y de la noche o las estaciones y los períodos lunares con líneas onduladas o en zig-zag, con trazos repetidos y cenefas de pequeñas triángulos alternados”.
Las primeras estelas tenían motivos astrales, después llegaron los motivos cristianos, sobre todo las cruces. Los motivos más utilizados desde antiguo son: los círculos con dientes y triángulos, las flores hexapétalas como la “celta” de Arrigorriaga, polígonos y estrellados, todos de motivo astral. Aunque la mayoría están desubicadas, se cree que miraban –como no- al Este, al nacimiento de la diosa Eki o Eguzki, dentro de la religión matriarcalista vasca. Las flores hexapétalas, aparecen en muchas civilizaciones ya desde la Edad de Bronce sin relación con los celtas (que también las usaron), el símbolo protector astral más representado en las estelas, por delante de la luna y la cruz, sólo superada por el sol, el cual parece representar también. El sol pasó de ser una representación astral a la representación del Dios cristiano, la luz del Espíritu Santo que vence a las tinieblas. También hay estelas con lunas crecientes con estrellas de seis puntas.
En el territorio denominado País Vasco, hay 5.000 estelas localizadas de diferentes siglos y otras rotas o semiderruidas de hace más de 2.000 años, una cantidad muy superior al resto de Europa. Existen unas 2.500 perfectamente catalogados y otros 2.500 a la espera de serlo, muchos en manos de particulares. De los 5.000 hay 26 en Bizkaia, 64 en Gipuzkoa, 31 en Alaba, 257 en Alta Navarra, 358 en Baja Navarra, 213 en Lapurdi, 204 en Zuberoa y también son frecuentes en Gascuña (la Baskonia romanzada continental). Fuera de Baskonia, donde más estelas se han encontrado es en Portugal con unas 1.000 y en el norte de Catalunya (en ésta, aún existe toponimia euskérica).
Ninguna de estas estelas de Baskonia tiene la cruz laureada visigótica ni las conocidas cruces celtas, por tanto no parecen tener relación ni influencia de estas tribus germánicas. De las lápidas de hace más de 2.000 años casi no quedan muestras con notables excepciones ya mencionadas, pero de la Edad Media, las más espectaculares en Bizkaia son el son conjunto que se encuentra en Argiñeta – Elorrio-, aún no cristianas (s.IX).
En los Concilios de Toledo de los siglos V-VII, se emitieron órdenes expresas para prohibir el uso de las estelas sin conseguirlo del todo. En el siglo XI con el cambio de milenio, se expandieron la cultura autóctona de estelas por Alta Navarra coincidiendo con el primer románico introducido en la Península Ibérica desde el monasterio de Leire por el rey nabarro Sancho III el Mayor (1005-35), y con la Reforma se expandieron por todo Iparralde en el siglo XVI donde en el siglo XVII se incorporaron a las mismas los “lauburus” (aunque hay representaciones svásticas prerromanos en tierras de Baskonia como en el poblado de La Hoya en Laguardia, éstas no tienen líneas curvadas ni su representación tuvo una continuidad histórica durante la Edad Media). El final de su uso coincide en Hegoalde con el final de la invasión española en el siglo XVI sobre Nabarra y en Iparralde con la masacre o genocidio sobre la población vasca por no ser “aristócratas” y no saber francés que siguió a la Revolución francesa (1789).
Existen además estelas tabulares de casi dos metros de largas, es en Bizkaia donde se encuentran los mejores ejemplos de este tipo de arte exclusivo de los baskones, por ejemplo: en San Miguel de Basauri en la ermita de San Martín de Finaga, antiguo barrio de Arrigorriaga y muy próximo a la cumbre del monte Malmasín, donde se han encontrado tumbas alto medievales con numerosas armas (por tanto no pueden ser visigodas, pues estos germánicos de la actual Suecia por sus creencias no las admitían en sus tumbas). El monte Malmasín cuya cumbre sigue dentro de la anteiglesia de Arrigorriaga, estaba ya poblado en la Edad de Bronce sobre el año 1.000 a.C. Es en el siglo III a.C. cuando pasaron a vivir sus pobladores a media ladera hacia Arrigorriaga-San Miguel de Basauri, a Finaga, donde existe una necrópolis y un templo romano posterior sobre el que siglos después se edificaría una modesta ermita cristiana, aún hoy en pie. La mesa de altar del templo era la estela funeraria latinizada mencionada, la única datada de Bizkaia (1072), conservada en el pórtico de la parroquia de Arrigorriaga. En el interior de esta ermita de San Martín de Finaga se enterraban los restos de los muertos del castro de Malmasín. En ella se han encontrado además 13 cadáveres de entre los siglos IV a.C y XIII d.C.
Las poblaciones alto medievales bizkaínas se concentraban en las laderas o lomas de montes pequeños de unos 400 metros de media con gran visibilidad sobre la comarca y con una vista directa con el siguiente poblado, así, de momento se han encontrado en Bizkaia los restos de ésta época en: la mencionada de Finaga en el monte Malmasín (362 m., Basauri-Arrigorriaga), Argiñeta (Elorrio), Mesterika (Meñaka-Mungia), Ganguren (474 m., Galdakano) o Ereñozar (474 m.), donde estarían las grandes familias que ejercerían el dominio y defensa del territorio. Vivirían en construcciones con materiales perenes, sobre todo de madera y adobe, por lo que no nos han llegado restos.
Todas estas tumbas, demuestran que los bizkainos se integraban en el poderoso ducado bascón después reino de Pamplona-Nabarra y que han tenido una cultura funeraria y una religión propia, con sus ritos propios que fueron evolucionando y que nos han llegado a modo de “mitología” ante la presión de los nuevos cristianos y gracias a los “últimos gentiles” como Olentzero, mitología la cual J.M. Barandiaran comentaba que es “netamente occidental europea y de carácter no oriental o imaginativo (faltan por ejemplo las hadas y/o los ángeles, tan propias de los celtas o culturas nacidas en oriente)”.
Finalmente, el cementerio de Arrigorriaga no puede ser “aconfesional” como escriben algunos periodistas, pues si se entierra en él a gentes de diferentes confesiones sería “multiconfesional”, pero también pretende dar su último descanso a personas sin confesión alguna como las que esparcen sus cenizas en una especie de vuelta a las religiones naturalistas -sucesoras en cierto modo de la antigua religión baskona-, sería por tanto el de Arrigorriaga un cementerio “multiconfesional y aconfesional” con simbología baskona como la flor hexapétala.