Las seroras o freilas eran mujeres que vivían entre lo laico y lo religioso, las cuales se dedicaban al cuidado de las iglesias, ermitas y objetos de culto, incluso ayudaban a los sacerdotes en la liturgia, teniendo una gran relevancia social en toda Nabarra, tanto sur y como norpirenaica, no así en el resto de Europa, donde solo en los Países Bajos había una figura similar llamada beguina, mujeres que vivían en comunidad sin ser monjas, pero cuyas funciones no coinciden con el de las seroras salvo parcialmente https://www.fundacionindex.com/gomeres/?p=1098 Enciclopedia Auñamendi: "En los documentos castellanos y franceses estas mujeres han recibido diferentes nombres, dependiendo del lugar y la época: serora, sorora, beata, freila, freyra o breira, benoîte o benedicta, hospitalera, emparedada, recluse etc.", también los de sacristana, braguine o ermitaña.
En la literatura en euskera desde el siglo XVI-XVII, se amplió el término serora para referirse a las monjas (también llamadas moja y lekaime en euskera). De hecho, en Iparralde se utiliza aún hoy serora para monja y se diferencia de las andere serora, que son de quienes vamos a hablar.
Seroraenea de Hiriburu (Lapurdi), edificio de finales del siglo XVI o principios del XVII
Para más información sobre el tema del matriarcalismo (que no matriarcado) se puede leer:
LAS CONDICIONES PARA SER SERORA
Existían una serie de condiciones para ser serora, la primera era que la candidata debía de ser viuda o soltera, como escribió el jesuita Manuel de Larramendi (s. XVIII): "Entrar a serora es, estado en Guipuzcoa, lo mismo que entrar a ser monja, y sería terrible escándalo en el país, si después de serora se casara alguna de ellas".
Pero, también las hubo casadas, como el caso documentado en Portugalete (Bizkaia) en julio del año 1713, cuando se contrató a un hombre como organista y a su mujer como "fraila": “La corporación decreta que en vista de que el sueldo de Pedro de Garmíndez, organista y vecino de Bilbao, es muy pequeño, se nombre a su mujer, Ángela de Urezgol, fraila de la iglesia de Santa María en sustitución de Francisca de Ibarra".
En la parte más espiritual, las candidatas a ser serora debían de haber llevado una vida virtuosa y, como norma, debían de ser mayores de 40 años, aunque hay casos en los que se aceptaban mujeres de 30, pero casi nunca de menor edad. Eran, por lo general, naturales del lugar.
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Arbonako Andereseroraenia deitzen diote serorentzako izan zen herri hartako etxeari (1763. urtekoa). Ekialdeko euskal kostan serorategiek zuten arkitektura bereziarekin bat egiten du honek ere: eraikin oso txikiak, egurrezko bilbez eginak. Argazkia: J. Narbarte / A. Diez (ARGIA) https://www.argia.eus/argia-astekaria/2821/serorak |
La serora era casi siempre de "buena familia" e incluso adinerada, ya que, lo habitual era que pagasen una cantidad relevante para poder acceder al cargo, el cual servía para adecentar la ermita o la parroquia. Tras su nombramiento, su manutención la obtenían durante las diferentes celebraciones religiosas y por los diferentes servicios que prestaban en ellos, incluso recibían una porción del pan de las ofrendas.
Hay que tener en cuenta que la iglesia y los oficios litúrgicos junto a las fiestas patronales relacionadas con santos y santas, eran los elementos de unión y cohesión de todas las sociedades rurales e incluso en gran medida de las villas, donde se aprovechaban todas estas celebraciones para todo tipo de negocios y estrechar las relaciones sociales, por lo que se movía mucho dinero.
La propias Juntas de Vecinos se hacían bajo árboles, cercanos a los cuales se construyeron estas parroquias y ermitas, cuyos pórticos eran usados en caso de lluvia, por lo que toda la vida social y política de las aldeas y anteiglesias giraba alrededor de las mismas, por lo que la figura de la serora era en el municipio o en la barriada, tan relevante como la del cura, alcalde o médico.
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Jatsuko herria XVII. mendean Uztaritzetik bereizi zenean, hango San Sebastian ermita parrokia bihurtu zen, eta ondoan hilerria eta serorarentzako etxea eraiki zituzten. Serorenia deiturikoa. Argazkia: J. Narbarte / A. Diez (ARGIA)
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LA TOMA DE POSESIÓN DEL CARGO
En la toma de posesión de la serora lo tenemos en un documento de la ermita de San Miguel de Azpeitia (hoy desaparecida) del 10 de julio de 1571:
"En presencia de mí (...), escribano público susodicho, el dicho señor (...), alcalde (...) y el dicho señor don Juan de Urquiza en nombre del dicho señor de Loyola, patrono susodicho, dieron y entregaron la posesión de la dicha ermita y de todo lo a ella perteneciente a la dicha María de Garagarza, fleira, tomándola como la tomaron de las manos y la metieron dentro de la dicha ermita, y dentro de ella le dieron y entregaron las llaves de ella y el cáliz y misal de la dicha ermita, en señal de posesión (...)».
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La Ermita de San José de Azkoitia (Gipuzkoa), lleva adosada por la parte trasera la casa de la serora y la sacristía |
En este texto se ve que es el patrono laico (señor o señora adinerado o adinerada que explotaba los bienes y la fábrica de la Iglesia), el que nombraba a la serora, en este caso, el todopoderoso señor de Loyola, pero no siempre era así.
Según explica el galdakoztarra Juan Cruz Ereño Urizar en su libro “la freyla Mezquina”, las seroras eran defendidas por el Fuero bizkaíno, eran elegidas por el propio patrono de la Iglesia, muchas veces entre familiares, y si la iglesia o ermita era del Concejo municipal (la mayoría de las ermitas por ejemplo), por el fiel regidor (alcalde), muchas veces con la ayuda y el beneplácito del cura o el cabildo.
LA VESTIMENTA
En cuando a la vestimenta, ésta era similar a las de las Órdenes religiosas o directamente la de las franciscanas, dominicas o carmelitas. Según el jesuita y escritor andoaindarra Manuel Larramendi (s. XVIII), las seroras "visten algún hábito de religión, que comúnmente es de San Francisco, Santo Domingo, del Carmen calzado o descalzo".
La mayoría de las seroras, sin embargo, no pertenecían a comunidad religiosa alguna, aunque en algunos casos y bajo el patrocinio de alguna villa, fueron el embrión de algunos conventos, como el beaterio de Aletxa en Alaba que se trasladó a Alegría-Dulantzi en 1587 y que después fueron las fundadoras del convento de Clarisas de Oñati.
LAS FUNCIONES DE LAS SERORAS
El jesuita vallisoletano Gabriel Henao en el siglo XVII, hacía mención de la institución de las freilas-seroras y sus funciones: "Freylas o ermitanas, llamadas también en muchos pueblos del país bascongado, Seroras o Sororas y aún Beatas en algunas partes, eran unas piadosas y religiosas mujeres, doncellas o viudas muy honradas e intachables, que a manera de las Diaconisas del primer siglo de la iglesia, cuyos oficios y ministerios en las Iglesias describe muy bien Cornelio Alapide, cuidaban del aseo y limpieza y demás cosas necesarias para la Misa y el ornato del culto sagrado de las Iglesias o Ermitas, que estaban a su cargo".
La serora realizaba tareas generales de mantenimiento y otras mucho más importantes dentro del templo,
en el cementerio y en el pueblo en general:
- Conservación, apertura y cierre
de iglesias o ermitas.
- Limpieza y mantenimiento de estos templos.
- Adaptación o compra de los
objetos necesarios para las celebraciones.
- En el caso de las ermitas y
parroquias, a pesar de que se eligieran mayordomos para llevar sus cuentas,
muchas veces se encargaban las propias seroras de todos los aspectos de la administración del
templo.
- Realizaban muchas de las
funciones relacionadas con los moribundos en el ritual de la muerte y la ceremonia
religiosa, incluso en las casas de los agonizantes o fallecidos.
- La serora actuaba como
asistenta de las mujeres a la hora del bautizo y del casamiento.
- Pedían limosna para su
subsistencia o la reparación de la ermita llegado el caso.
- Realizaba todo tipo de rogativas a cambio
de dinero.
- Dentro de
los oficios religiosos: "Las seroras tenían el mismo peso que el cura a la
hora de realizar diversas funciones. Por ejemplo, cuando el cuerpo iba por la
vía eclesiástica después de una muerte, en los cruces oraba el sacerdote o la
serora. Otras veces llevaba agua bendita y la echaba en los cruces, como el
cura. En la misma iglesia también tenía su propio púlpito (el púlpito de la
serora) para realizar lecturas de oración y devoción" (Arantza Harriet
Azpiazu en su tesis doctoral "Las Seroras en Euskal Herria"
-2011-).
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Orreaga-Roncesvalles-Navarra.-1915-1925. Mujer hilando y devota-serora con rosario Foto: Luis Azpeitia Flores. |
- Incluso ejercieron las
seroras labores de vigilancia en zonas de conflicto entre familias
poderosas o en el avistamiento de tropas, como las bien documentadas de la ermita
en Guadalupe en Hondarribia sobre la bahía de Txingudi.
- Tenían también la responsabilidad de
tocar las campanas anunciando al municipio o barriada en diferentes
circunstancias: "no sólo se tocaban para establecer la regulación
fundamental del tiempo (las tres Avemarías); servían para varios avisos y para
coordinar muchas actividades comunitarias: llamadas a misas o reuniones
vecinales, las del inicio de distintas actividades (recolecta de algún
producto, visita de alguna autoridad, procesiones, etc.), las de bautizos,
casamientos o defunciones de vecinos y las de aviso de peligro (su-eskila,
literalmente “campana de fuego”) y protección ante el peligro (conjuro de la
nube, protección de campos y animales)" Arantza Harriet Azpiazu.
Idiazabalgo Serotegiko azken serora, Bargotako ordenako erropekin jantzita. Andres de Mañaricúa en el mencionado libro resume: “Su misión es atender a la decencia y limpieza de la iglesia, tenerla bien barrida, limpios los altares, y toda la ropa blanca de ellos. Cuidar de las lámparas, de que arda siempre la que alumbra al Sacramento, y apagar y encender las otras a los tiempos sabidos. Cuidar del ceremonial particular de las mujeres en entierros, funerales, procesiones y otros actos de iglesia.
Salir guiando las del duelo de casa del difunto a la iglesia y, acabada la función, volver a la misma casa, en cuyo zaguán y calle vecina se detienen todos hasta que rezando algo por el muerto, dice la serora su Requiescat in pace en latín o vascuence. En algunas iglesias cuidan también de abrir y cerrar las puertas, y se quedaban con las llaves de noche (...)".
En otras ocasiones, las seroras vivían en comunidad, bien para atender varias parroquias dispersas u otras muy numerosas en feligresía, pero también para gestionar "hospitales", que eran lugares de albergue para peregrinos y gentes necesitadas, especialmente mujeres.
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Soraluzeko (Gipuzkoa) Ezozia auzoko serorategia izandakoa (J.C. Astiazarán 1979), bertako serorak Karmengo abitua janzten zuten https://www.sorapedia.eus/wiki/Serorak_%28eu%29
Serore komunitate bakarra izan zen Soraluzen (Gipuzkoa), Atxuriko Errukia serorategian elkarrekin bizi zirela. Izen bereko ospitala gobernatzen zuten. Ospitale hau Jeronimo de Irure jaunak sortzeko agindu zuen: Ospitala egiteko bera bizi zen etxeetan, hiribilduaren arrabalean, Errukia izenekoa, sei neska gazte Jaungoikoari erregutzen bizi izateko. Eta 1531 inguruan sei neska soraluzetar sartu ziren serorategi berrian, mantu eta buruko zuriz jantziak, gainontzeko andreak ez bezala: Maria San Juan de Yturbe, Gracia de Aldasoro, Martina de Muguruza, Dominga de Arregia, Maria Lopez de Urruzkarate eta Catalina de Larreategi. |
LAS PRIMERA SERORAS DOCUMENTADAS
La primera gipuzkoana documentada es además la primera serora documentada. Florencio Arza Alday en su libro "Freilas seoras y beatas vascas: personalidad y caracterización (1500-1650)":
"En nuestro rastreo histórico, el primer nombre propio con el que nos hemos topado es Gayla de Ipuccha una viuda que «se había retirado como monja, soror, al monasterio de Santiago de Laquidain (valle de Araguren) que, situado junto a Zuasti, en las proximidades de Pamplona, había recibido de sus padres y hermanos, el caso es que el mismo año de su muerte o poco antes (1048), decide transferirlo a la abadía de San Juan de la Peña". la cual está en Aragón cerca de Jaca, condado gobernado en esa época por Ramiro I pero dentro del reino de Pamplona o de Nabarra, reinando entonces su hermano de padre Sancho Garçea el de Nájera.
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El semidespoblado de Lakiain en el valle de Aranguren cerca de Irulegi, tiene actualmente 10 habitantes censados |
Poco después escribe F. Arza Alday en su libro: "La siguiente noticia no es tan explicita y debemos suponer que está contenida en un poema de comienzos del siglo XII referido a la hospedería de Orreaga-Roncesvalles (Navarra-Nafarroa) que alude a honradísimas mujeres a las que no se les puede reprochar ni la falta de limpieza ni la fealdad, están encargadas del servicio de los enfermos, de los que cuidan con inagotable caridad", sería, como hemos visto, otra de las funciones que ejercían las seroras.
Está mucho más detallada y clara la existencia de seroras en el monasterio-hospital de Belate en el siglo XIII, del que nos habla también F. Arza Alday: "Unos años después encontramos el testamento de 1284 de un noble llamado Semen Garcia de Oriz, donde se asignan diversas cantidades a los fratres e a las serores de Belat". La existencia de seroras fue continua durante mucho siglos ya que: "El 3 de julio de 1611 Juan Sebastián Ruiz de Oreñana, prior de Velate y camarero del Obispo Venegas, revocó los títulos o nombramientos de las seroras del hospital de Nuestra Señora de Velate y les mandó que en el plazo de diez días desalojasen la casa".
Otro caso claro es cuando el "Obispo de Pamplona confirmó el 25 de junio de 1293 la orden de Lope Martinez de Labiano, quien señaló a cada una de las seroras del hospital de San Miguel de Pamplona tres libras diarias de pan bien crecido".
Monasterio-hospital de peregrino de Santa María de Belate fundado en 1160 y que aprece en un documento del papa Alejandro III en el año 1165 En un documento del año 1416 acordado entre los municipios de Zumaia y Getaria sobre la "Iglesia llamada de Santiago", se menciona la casa de la serora (Josu Nabarte Hernandez ARGIA)
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Ermita de Santiago de Zumaia y casa seroral |
En Tierra de Vascos como se llamaba a Iparralde entonces, tenemos el testimonio del Abate V. Dubarat en su obra "Le Missel de Bayonne" de 1543, el cual habla del testamento de Domingo de Mans Obispo de Baiona hecho el 4 de 1302 donde aparece una serora.
ORIGEN DE LAS SERORAS
Arantza Harriet Azpiazu comenta en su libro y tesis doctoral que: "Los primeros autores que trataron sobre seroras, principalmente Pierre De Lancre, Manuel de Larramendi y Wenworth Webster, consideraron a éstas descendientes de las diaconisas de la Iglesia de la Antigüedad (...).
Es cierto que las coincidencias entre funciones de diaconisas y seroras señaladas por Webster en su estudio comparativo resultan ciertamente asombrosas, y la falta de información para determinar una línea de continuidad tampoco invalida la posibilidad de que dicha continuidad se haya dado". Según Larramendi (1754), "son un resto de las antiguas diaconisas que había en las iglesias y servían en ellas como hoy sirven nuestras seroras".
En los primeros siglos de la iglesia existían unas mujeres llamadas unas veces diaconisas y otras viudas, más raramente, vírgenes, presbíteras o presidentas, las cuales eran las primeras entre las mujeres cristianas, pero sólo en relación el género femenino. Sí que leían la epístola y el evangelio, distribuían la comunión, encendían las candelillas y el incensario, adornaban el altar y ungían a los enfermos.
También enseñaban el catecismo a las mujeres antes de su bautismo y las asistían durante las ceremonias del mismo. Efectuaban en ellas la unción del Santo Crisma, exceptuando la de la cabeza, cuidaban de los enfermos y de los pobres y también lavaban y amortajaban los cuerpos de los difuntos para el sepelio.
No se sabe con exactitud en qué época desapareció del todo el orden de las diaconisas, la primera prohibición de su ordenación data del siglo VI, pero se tiene constancia de su existencia residual hasta el siglo XII en la Iglesia Católica Occidental.
Pero, no ejercieron exactamente las mismas funciones que las de las seroras y no hay una continuidad temporal entre las diaconisas y las seroras en Nabarra, donde no se documentan las primeras.
Por ello, el antropólogo y sacerdote de Ataun Joxe Miguel Barandiarán, ofrecía otra interpretación sobre el origen de la serora que parece más acertado, donde el papel desempeñado por la serora
en la iglesia corresponde a una extensión del papel de la etxekoandre o señora de la
casa como ministra del culto religioso doméstico que lo era, tal y como explicamos más ampliamente en https://lehoinabarra.blogspot.com/2023/05/el-culto-las-diosas-baskonas.html |
J.M. Barandiaran: "La etxekoandrea es el jefe indiscutible de la baserri mística (...) en el jarlekua (el puesto familiar dentro de la iglesia), como también en la casa, es la mujer, la que dirige y ordena todos los actos de carácter religioso: Ella bendice todos los años con vela bendita a todos los miembros de la familia, así como las dependencias de la casa y los animales encomendados a su cuidado; ella renueva cada año el fuego del hogar trayendo el que se bendice en la iglesia por Sábado Santo; ella invoca todas las noches a las almas de los antepasados de la casa al efectuar en su honor la última operación del día que asegure la conservación del fuego del hogar; ella, al entrar por casamiento en casa de un heredero, toma posesión de la misma mediante un rito particular, que en algunos sitios consiste en dar tres vueltas alrededor del fogón de la cocina, símbolo del genio o genios tutelares de la casa; ella toma también posesión del jarleku de su nuevo domicilio estableciendo relaciones con los antepasados del mismo, mediante presentación de ofrendas y luces en uno de los días próximos al casamiento; ella representa a su casa en los piadosos actos de asistencia a los parientes y vecinos mediante ofrendas destinadas a sufragios en favor de sus difuntos; ella representa también a su casa en el propio jarleku y, preside en él los actos religiosos, como la rezo de responsos, presentación y recepción de ofrendas y luces para los difuntos de su familia, etc. Cuando ella no puede asistir a su jarleku, en días en que debe practicarse en él algún acto de los mencionados, es representada por una mujer, la serora, que, por oficio, desempeña en la iglesia esta función. La señora de la casa se conduce, pues, como ministro de un culto - culto doméstico - y la serora es la representante parroquial de ese ministro o ministros de la religión doméstica, es decir, de las etxekoandre o señoras de todas las casas de la parroquia" |
Foto: Felix Mugurutza
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Mujeres Salacencas con la argizaiola en procesión de difuntos |
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Mujeres ante las sepulturas familiares, Elosua, Bergara (Gipuzkoa) año 1972
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Arantza Harriet Azpiazu concluye por tanto, que el origen de la serora "hay que buscarlo en los restos de la antigua religión de los vascos. La serora sería un ejemplo de inculturación del mensaje cristiano en un universo simbólico previo".
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En las iglesias de Iparralde o Tierra de Vascos, las seroras tenían un lugar especial cerca del presbiterio. En la de la iglesia de Sara ponía: ORAI DEN SERORAREN ETA IZANEN DIRENEN JAR LEKUA ETA HOBIA (Este es el asiento y la tumba de la serora actual y de todas las que le sucedan en lo futuro)" "Seroraren hilobia Saran Axular idazle handia eta bertoko erretorearen aldamenean dago, aldarearen aurrean eta jauntxo eta aberatsen aurretik". |
UNA INSTITUCIÓN MUY NABARRA
Si las primeras seroras documentadas lo son dentro del Estado de Nabarra, es en el obispado de Pamplona donde mejor protegidas estuvieron tras la invasión de toda Nabarra como vamos a ver.
En año 1540 se celebró en la ciudad de Pamplona un sínodo en que se legisló sobre las seroras, se vigilaba sobre la moralidad de las que habitaban en las ermitas, se decretó "que ninguna persona pueda estar de morada en ermita, sin licencia del Prelado y sin que sea examinada su vida".
En esos mismos años la diócesis castellana de Calahorra contigua a la de Pamplona, las seroras eran perseguidas y se intentaba que desapareciese su figura, pero sin éxito alguno, debido a su arraigo popular y a el apoyo de las familias más poderosas.
De hecho, la palabra serora no consta en la Real Academia Española de la lengua castellana, sí la de freila, pero en su acepción de "religiosa de una orden militar" y como "religiosa lega de una orden regular", por tanto, no se trata exactamente de la figura de la que hablamos aquí y no tuvo raigambre fuera del reino baskón.
En el manuscrito titulado "Memoria del estado presente de los Reinos
de Baja Navarra y país soberano de Bearn, dirigida el 31 de diciembre de 1700 por Le
Bret, Intendente" en la página 49 se lee:
“En cada parroquia de Navarra hay una benita, que es nombrada por el cura y
los parroquianos.
Debe ser soltera o viuda, y se compromete por contrato a
servir a la Iglesia durante su vida, mediante los derechos que percibe por los
bautismos, matrimonios y entierros, y un cuarto de concha de trigo por casa,
más o menos, según se haya convenido.
Paga una especie de dote de 150 a 200
libras, y este dinero se emplea en las necesidades de la iglesia. Vive en una casa
llamada la Benoiterie, que pertenece a la Comunidad: está obligada a lavar los
paños del altar, barrer la iglesia, tocar las campanas para los oficios y para
conjurar las tormentas, etc.. Las benitas pueden casarse renunciando a las dotes
que han pagado; lo que ocurre también cuando tienen costumbres
desordenadas".
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El 8 de septiembre la villa Otsagabia honra a su patrona la Virgen de Muskilda. En la foto aparecen danzantes, mayordomos, serora y el patronato. |
En el año 1700 sabemos que el nombramiento de la serora seguía siendo
el privilegio del patrono en muchas iglesias de
Nabarra y Bearn, por tanto, esta figura en el siglo XVIII no había perdido su importancia y seguía teniendo el mismo prestigio social.
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Baztanen serorategiak egurrezko portiko edo harrizko arkupeen gainaldetan eraiki ziren. Berroetakoa da adibide garbi bat: egurrezko egituradun etxe txikia, eraikuntza berriagoen artean harrapaturik. XVII. mendean Maria Hormaetxe bizi izan zen bertan. Argazkia: J. Narbarte / A. Diez (ARGIA)
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Mapas de Florencio Arza Alday "Freilas seoras y beatas vascas: personalidad y caracterización (1500-1650)", aunque faltan muchas.
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