FORALISTAS e INDEPENDENTISTAS


FORALISTAS e INDEPENDENTISTAS: LA PRIMERA GUERRA

Aitzol Altuna Enzunza

Litografía Juan E. Delmas de Gernika en el año 1846


“Y quien se adueñe de una ciudad acostumbrada a ser libre y no la destruya, que se espere ser destruido por ella, porque el nombre de la libertad y de las antiguas instituciones siempre encuentra refugio en la rebelión, y ni el tiempo transcurrido ni los beneficios obtenidos pueden hacer que sean olvidadas”. Nicolas Maquiavelo, “El príncipe”.

Este artículo está dedicado al primer grupo de folk radikal de Nabarra osoa “Bizardunak”: "No somos carlistas porque los carlistas no eran independentistas. Nosotros (…) somos independentistas. Reivindicamos la reconstrucción del Estado vasco de Nabarra" Diario Noticias de Navarra mayo 2009.

Litografía de la primera mitad del siglo XIX

INTRODUCCIÓN

Louis Viardot 1836, escritor y periodista francés: “¿Por qué no hacer de las provincias vascas y de Navarra una confederación independiente y neutral, una ‘Suiza de los Pirineos’?”.

Las conocidas como Guerras Carlistas en la historiografía española, se tendrían que llamar Guerras Forales en la historiografía vasconabarra, ya que, en esta tierra, todo el Pueblo se alzó para defender sus leyes, usos, costumbres y el modelo administrativo-estatal heredados del ducado de Baskonia y del reino de Nabarra que teníamos, y no porque reinase un rey o una reina.


En “Vasconia” Federico Krutwig escribía (1962): “No era extraño que los verdaderos carlistas fuesen defensores de la lengua vasca y de la tradición del pueblo vasco aunque los liberales quisieron presentar a los carlistas como retrógrados no se trataba de otra cosa que las armas propagandísticas esgrimidas por una clase burguesa desnacionalizada y descastada, corrompida por un liberalismo opresor”. Esta sigue siendo la imagen del carlismo que se quiere dar en general de los carlistas.

En el prólogo de “Vasconia” decía: “Conocía a muchos carlistas y cuan agradable fue mi asombro al haber visto que muchos de ellos, aunque se llamasen “fueristas”, “carlistas”, “requetés” o como más les gustase, en realidad eran tan nacionalistas, o más, que aquellos que pretendían acaparar para sí este apelativo”.

Pese a lo que pone en el mapa, Bilbao no era liberal como vamos a ver. La Primera Guerra Carlista se centró en Euskal Herria, el pirineo catalán y una parte de Valencia, coronas de Nabarra y Aragón

LA PRIMERA GUERRA CARLISTA

La primera Guerra Carlista tuvo lugar entre 1833 y 1839, por lo que también es conocida como la Guerra de los Siete Años. El carlismo en general, alegaba la bastardía de Isabel y de su hermana María Luisa Fernanda, hijas, según ellos, del guarda de Corps Agustín Muñoz y no del rey español Fernando VII, “el Deseado”, lo cual era harto probable. 

Isabel II de Las Españas, 
de escasa capacidad intelectual y muy poca preparación académica, en realidad vivió ajena a la gobernación del reino, muy atareada en su "azarosa" vida personal y sentimental. Casada con un primo homosexual, Francisco de Asís Borbón y Borbón-Dos Sicilias, tuvo 12 embarazos de diferentes amantes. Fue una época desastrosa para España, con un Golpe de Estado tras otro entre conservadores y progresistas. La reina estaba en un balneario de Lekeitio con su último amante cuando le llegó la noticia de otro Golpe de Estado contra ella, esta vez por el General Topete y Carballo, por lo que tuvo que huir de España a la Francia de Napoleón III, fue llamada la Revolución de 1868 conocida como "La Gloriosa". Isabel vivió 36 años en su lujoso exilio, totalmente ajena a la política española.

Además, los que serán conocidos como carlistas, argumentaban la vigencia de la ley Sálica, introducida 100 años antes en España por el primer rey Bourbón del imperio que se llamaba todavía de Las Españas, el francés Philippe V de Anjou, ley derogada por conveniencia por el propio Fernando VII. Según esta ley que se remonta a los primeros reinos francos, las mujeres sólo podían heredar el trono de no haber herederos varones en la línea principal (hijo) o lateral (hermanos y sobrinos). 

Fernando VII

Los carlistas querían un rey fuerte, el cual veían en la figura del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón. Pero éste no era el caso del carlismo en las "provincias forales".

Ley Sálica: “gallorum imperii sucesor masculus est”.


EL FORALISMO VASCONABARRO 

Los carlistas vasconabarros, lucharon contra el llamado liberalismo o la centralización radical en Castilla de los Estados de la corona de Las Españas. 

William Baxter en el año 1850 ya lo decía: “Los vascos abrazaron la primera oportunidad que se les presentó de derrocar a los gobernantes que los traicionaron. Estos montañeses no reconocían ese principio de centralización que se ha convertido en una obsesión total de los gobernantes de Europa” (Fernando Pérez Laborda "Euskal Herria la mirada extranjera).

El liberalismo demostró, durante el trienio que gobernó (1820-1823), ser antiforalista o contrario a las leyes conservadas de cuando los nabarros vivíamos en el Reino o Estado de Nabarra, cargando a los vasconabarros con nuevos impuestos, imponiendo aduanas en la costa frente a las interiores o “cordón del Ebro” e intentando obligar a todos los nabarros a participar en el ejército imperial español. 



La actitud de los vasconabarros en las Guerras Carlistas, se entiende perfectamente en el siguiente comentario del coronel del Ejército liberal Pascual Churruca en las Cortes de Madrid en 1837: 

“¿Por qué luchan los vascos? Dícese por algunos que la guerra de las provincias del Norte es guerra de principios y no guerra de Fueros; pero yo les contesto que los naturales de Vizcaya no se matan porque triunfen principios del absolutismo y de tiranía, sino porque los ambiciosos y los agentes del fanatismo les hicieron y continúan haciendo creer que iban a perder sus Fueros. Ésta es la base sólida y terrible de la guerra de estos países” (Iñaki Egaña "Diccionario Histórico-Político de Euskal Herria").


Es revelador también este texto, y otros que se citan después, recogido por Sorauren en su libro “Navarra el Estado Vasco”, es del embajador de España, el Duque de Frías, ante el rey francés Luis Felipe: 

“(...) no hay tal carlismo lo que hay es que las provincias privilegiadas se alborotarían a todo cambio de gobierno, siempre que crean que pueden igualárselas con las demás de España. V.M. debe saber que las provincias vascongadas son repúblicas sobre las cuales el rey de España no ejerce más que un protectorado, y que no reportan ventajas para la hacienda del Estado. En Navarra es rey constitucional, si se quiere llamar constituciones a las antiguas formas de aquel reino, pero no tiene ventajas a favor del tesoro de la nación...”
Duque de Frías
https://es.wikipedia.org/wiki/Bernardino_Fern%C3%A1ndez_de_Velasco_(1783-1851)


El espía francés que trabaja para su corona, Lataillade, el 21 de marzo de 1835 pasó un informe en el que se afirmaba textualmente: “Las provincias vascas, las más libres de la tierra, han sido siempre soberanas e independientes de la Corona de España. Los Diputados generales, elegidos por los habitantes, son obedecidos en tanto que gobiernan para la conservación de los Fueros”, inmediatamente después acusa a los vasconabarros de “imponer a los españoles un rey que les repugna y que vosotros no podéis imponerlo sin violar los derechos nacionales y son comprometer vuestra propia independencia” y les propone conservar sus Fueros si deponen las armas ante la llamada Cuádruple Alianza (liberales de España, Portugal, Francia e Inglaterra).



LA VERDADERA IDEOLOGÍA LIBERAL

El modelos liberal es herencia del Napoleónico de Joseph I, así lo explica el historiador Gregorio Monreal Iza en "Los Fueros vascos en la Constitución de Bayona": “El verdadero problema para la supervivencia foral se hallaba en otro ámbito, en el plano de la soberanía, sobre la cual una poderosa corriente de la Escuela elaboró doctrinas de signo absolutista que pusieron en entredicho el sistema de las Provincias exentas". 

Estatuto o Constitución de Baiona de 1808:
 "En el nombre de Dios Todopoderoso: Don José Napoleón, por la gracia de Dios, Rey de las Españas y de las Indias:
Habiendo oído a la Junta Nacional (española ), congregada en Bayona de orden de nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón, Emperador de los franceses y Rey de Italia, protector de la Confederación del Rhin, etc.
Hemos decretado y decretamos la presente Constitución, para que se guarde como ley fundamental de nuestros Estados y como base del pacto que une a nuestros pueblos con Nos, y a Nos con nuestros pueblos".

Sigue Monreal Iza: "Importa señalar que, en lo que concierne a la organización del Estado, la concepción pactista de los Fueros contaba en Bayona (1808) sólo con el respaldo de los delegados de las Provincias Vascongadas y del Reino de Navarra, pues la inmensa mayoría profesaba la idea uniformista que debía conformar al Estado josefino, heredero en esta materia del ilustrado Estado absolutista borbónico (…) Me refiero al absolutismo regio que se deriva de la sumisión de todos los súbditos a una misma ley. 

En su camino hacia la soberanía absoluta, la Monarquía necesitaba abolir los privilegios tradicionales que obstaculizaban la generalización del Derecho del rey. Era necesaria la concentración del poder para dictar la legislación que debía igualar a todos los súbditos Y las uniformes leges chocaban de frente con las instituciones forales” (Iura Vasconiae nº8 -2011-).

Toda la familia de los felones de los Bourbones y su ministro Godoy pintados por Goya

Ya el padre de Fernando VII de Borbón, Carlos IV de Las Españas, a principios del siglo XIX, dio el órdago definitivo al mandar escribir al afrancesado e inquisidor J.A. Llorente “Noticias históricas de las tres provincias vascongadas”, con la finalidad exclusiva de: 

“Preparar a la opinión pública para recibir sin escándalo todos los cambios que procedan en estas provincias para hacer su legislación uniforme con la del resto de España”, para ello tenían que demostrar que los Fueros no habían sido “pactos ni contratos, sino privilegios concedidos por los reyes” –aunque no eran ni lo uno ni lo otro -. Como dijera después Cánovas del Castillo: “antes de obrar, poner la razón de su parte”. 

Cánovas entró siendo adolescente en un ministerio como "becario" en un puesto inventado para él, gracias a su estrecha relación con el marqués de Salamanca (que da nombre a una famosa calle madrileña), y después llegó a ministro, gracias al general canario, golpista, conservador-moderado y Grande de España, Leopoldo O´Donnell, a quien escribía sus discursos. Será muchas veces presidente del Gobierno español y el miembro más destacado de los conservadores o "liberales moderados", borbónico acérrimo puso a Alfonso XII en el trono durante la Segunda Guerra Foral. Pero, sobre todo, era un gran corrupto, mandaba falsificar todo tipo de actas de todo tipo de votaciones y concursos públicos, creando una gran España caciquil donde mandaban unos pocos ricos como él y sus valedores.

El presidente español el liberal moderado  Cánovas del Castillo lo tenía muy claro sobre los miembros de su partido en las provincias forales, ya que su defensa foral no era nueva: 

“no habiendo dado el apellido de guerra, las clases que allí suelen y pueden darlo, porque de corazón estaban más con los invasores (franceses) republicanos que con los españoles monárquicos, las Provincias vascongadas hicieron la guerra no más que por cumplir, en 1795, o lo que es lo mismo sin fe, unanimidad, ni constancia; y, aprovechándose de ello, Moncey paseó impunemente sus columnas por el país (general francés durante la Guerra de la Convección)….

(…) los liberales vascongados simpatizaban más con la república extranjera que con la monarquía propia y que los republicanos franceses hallaron inteligencias y connivencias en las provincias vascongadas". El propio Cánovas señalaba que había más suscriptores a la Enciclopedia francesa en las "provincias vascongadas" que en toda España.

Por ello, “Según un informe confidencial de delación que hizo llegar el general Moncey a Godoy, estaban a favor de los franceses los navarros y los vecinos de Pamplona, los vizcaínos y sus clases dirigentes, los alaveses y los guipuzcoanos. 

Manuel Godoy y Álvarez de Faria (Badajoz 1767- París 1851) 

Godoy programó la abolición de los Fueros vascos. Se preocupó por ello de que se elaboraran dos obras de envergadura destinadas a debilitar los fundamentos históricos del sistema foral, una –el Diccionario geográfico-histórico–, que se ocupó de las cuatro provincias a las que trató como un conjunto en la ordenación de las voces, y la segunda –las Noticias históricas–, encomendada a Juan Antonio Llorente, y que se centró en las Provincias Vascongadas (...).

El 1 de septiembre de 1796 una Real Orden disponía la clausura de las Cortes navarras y la formación de una Junta de ministros para examinar los Fueros de Navarra (Gregorio Monreal Iza en Iura Vasconiae nº8 -2011- "Los Fueros vascos en la Constitución de Bayona").

Retrato parcial del también afrancesado Goya 
Juan Antonio Llorente (Rincón de Soto, La Rioja, 1750 - Madrid, 1823 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/llorente_juan.htm

Llorente era un afrancesado como el famoso pintor Francisco de Goya, el cual juró lealtad en Baiona durante la Asamblea Española de Notables al francés Joseph o José I Bonaparte, a su vuelta, en vez de ejecutarlo por traidor, le hicieron inquisidor y fue un panegirista e intelectual de la unidad de España, escribiendo libros antiforales para lo cual manipulaba documentos, escondía datos conocidos o creaba nuevos ad hoc, según demuestra en el libro y tesis doctoral "Bizkaia en la Edad Media" José María Gorordo.

Pero, los liberales no eran anticatólicos o anticlericales y tampoco progresistas en lo social o liberales como modelo económico como se ha querido hacer ver, buscaban, simplemente, un modelo de Estado más centralizado, gobernado por los nuevos ricos y los propios Generales frente a la caduca aristocracia, los únicos con derecho a voto, uniforme en leyes y con una única nación monolingüe y más fácil de dominar que fueron creando manu militari: la nación española. Las primeras elecciones en España datan de 1837 y fueron censarias, para unos pocos ricos: participaron 257.00 personas, menos de un 3% de la población total.

Spanish_State_opening_of_Parliament_1834

Una nota del “Informe de la Junta de Abusos” del año 1815, órgano creado por Fernando VII de Las Españas para atacar los Fueros vasconabarros, nos sirve para ver cómo se vivió y sintió en esos momentos en España los movimientos de las Diputaciones vasconabarras, los órganos de gobierno autónomos: 

“Puede asegurarse que todo allí (la Nabarra Occidental y Alta Nabarra) es mirado como contrafuero, si no lo disponen o mandan las autoridades naturales del país. 

La Diputación permanente ejerce en ellas un poder colosal; no parece haberse establecido con otro objeto que el de oponerse a las medidas de gobierno y conservar aquel país aislado de todas las relaciones con la autoridad soberana de Vuestra Majestad y con el bien general de Reino (de España)".


Las monedas con la leyenda ESPAÑA en vez de LAS ESPAÑAS, fueron acuñadas por primera vez en 1869, durante el Gobierno Provisional y el alzamiento precisamente contra Isabel II de Las EspañasAparece en estas monedas la dama con túnica y con la rama de olivo acuñadas en época romana para Hispania, pero sin el conejo símbolo de Hispania que significa "Tierras de conejos" (para más información: http://nafarzaleak.blogspot.com/2018/02/desde-cuando-podemos-hablar-de-espana.html).


Sigue la nota de manera muy clarificadora: "¿Qué hay de común con las demás provincias de España? Nada absolutamente. Las leyes distintas; el gobierno, todo suyo; las contribuciones, ningunas (esto era falso, estaban las levas, Cajas, Alcabalas etc.); el comercio, sin reglamentos y del todo franco (lo de que no había reglamento tampoco era cierto, pero no era el español); las aduanas, infructuosas (para el imperialismo); la hidalguía o nobleza solariega, universales (lo que suponía ser iguales ante la ley frente a la discriminación social de Castilla); los establecimientos, suyos; los beneficios, todos patrimoniales: ¿Cómo de esta suerte pueden considerarse una parte integrante de las Monarquía española, si no están sujetos a sus leyes, ni a sus cargas, ni a sus obligaciones?” 

En estas frases se ve la intención real: la de cobrar un mayor impuesto al colonizado vasconabarro por el imperialismo español y sus nuevos caciques mediante la centralización absoluta de todo.

Luis Carlos de Legrand, "Cuádruple Alianza celebrada el 22 de abril de 1834" Museo del Romanticismo Madrid. Arriba Isabel II, Mª Cristina de Borbón y María de Braganza, abajo Guillermo IV, Luis Felipe de Orleans y Pedro de Braganza.

Los ejércitos isabelinos o liberales, fueron llamados “cristinos” o “guiris” del euskera "guiristiño", debido al nombre de la reina alemana pero nacida en Italia Mª Cristina de Borbón-Dos Sicilias (Palermo, Italia 1803-Francia 1878), la cual era la madre de Isabel y regente tras la muerte de Fernando VII en 1833, aunque se casó al de tres meses de enviudar con su guarda de corps Agustín Muñoz y Sánchez, con el que tuvo 8 hijos. Durante su regencia, la italiana Maria Cristina fue expulsada dos veces por las Cortes españolas por corrupta.

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias sobre el año 1870, cuando contaba con 64 años.
Tras enviudar de Fernando VII, se casó en secreto con el militar y negrero-esclavista duque de Riansares, con el que tuvo 6 hijos más. María Cristina fue expulsada hasta en dos ocasiones de España por corrupción y el robo continuo del erario público, muriendo en el exilio en Francia.

La mayoría de los liberales vasconabarros no luchaban por la supresión de los Fueros, sino por una adecuación de los mismos a sus intereses económicos Así, mientras que los liberales en España eran enemigos de los Fueros en general, en Nabarra elaboraron un informe en 1820 y otro en 1833 en los que se destacaba eficacia de la administración y rigurosa gestión de los recursos públicos que suponían.


Pago a los soldados cristinos, llamados también "peseteros" 
por cobrar por luchar dos pesetas.
Pedro Paupe 
MILICIA  NACIONAL DE SAN SEBASTIÁN BATALLÓN DE ISABEL II.
EMPEZÓ A SERVIR      6 de Octubre de 1833
HA SERVIDO    8 AÑOS 4 MESES 22 DÍAS
"Reina de Las Españas "
España no era un Estado sino una corona de diferentes Estados, tal y como se ve en sus monedas, como ésta de Castilla, León y Granada y el Toisón de Oro de los Habsburgo cuestionado por los Carlistas de 1865.


La opción liberal fue muy minoritaria entre los vasconabarros, como lo demuestra que aun tras ganar la Primera Guerra Carlista, en provincias como Bizkaia o Gipuzkoa, no consiguieran ningún escaño y sólo uno de siete en Alta Nabarra, la mitad votaron carlista en Alaba, y eso que tenía derecho al voto la población más pudiente y por tanto la más cercana a los que gobernaban el Imperio Español. 


El mito del Bilbao liberal:

Iñaki Rahm en su libro “Leyendas y certezas de la historia de Bilbao” señala que: “Es evidente que el entusiasmo del pueblo bilbaíno por la causa liberal fue escaso, desmintiendo todas las leyendas que declararían "invicta" a la villa, cuando pusieron en marcha el mito oficial del Bilbao liberal y heroico (…) a Bilbao quién realmente llegó para invadirla y ocuparla fue, el 25 de noviembre de 1833, el ejército del general (liberal) Sansfield, cuando los carlistas eran mayoría, tenían mayoría en el poder político de Bilbao lo mismo que en todos los demás municipios de Bizkaia y ya se habían manifestado a favor de Carlos de Borbón los dos batallones de "paisanos armados" (los únicos que había en la villa) (…)".

Por tanto, Bilbao no era liberal como se ha dicho muchas veces, sino que fue ocupada por la tropa liberal al principio de la contienda. Los liberales, en tierras vasconabarras, estaban mayoritariamente constituidos por gentes venidas de España, de hecho, en el sitio de Bilbao, los muertos por el bando isabelino no eran bilbaínos, salvo excepciones, y en su mayoría, ni tan siquiera vascos.



LOS FORALISTAS Y CARLISTAS 
    
Era foralista todo el pueblo vasconabarro, siendo carlista la abrumadora mayoría del mismo: el clero e incluso algunos terratenientes y oficiales que lucharon contra Napoleón, pero sobre todo las clases populares del campo y de la ciudad, por lo que al bando carlista se le llamó el bando de los pobres. 

En teoría, los carlistas contaban con el apoyo de Rusia, Prusia, Austria y Nápoles, contrarios al liberalismo, pero, en realidad, los carlistas apenas recibieron ayuda extranjera en esta guerra: sus milicias fueron populares frente a los “peseteros” liberales, llamados así por cobrar un sueldo en pesetas por luchar.


La reina regente María Cristina, el 11 de septiembre de 1836 (aunque no fue una moneda de curso legal hasta 1868), ordenó crear la moneda de 1 peseta. La peseta fue acuñada por primera vez por los franceses para José I Bonaparte con el valor de 2 reales de plata durante la invasión de Las Españas en 1808 en Barcelona, su etimología deriva del diminutivo de "pieza" en catalán que es como llamaban a las monedas de 2 reales acuñadas durante la Guerra de Sucesión y la llegada la corona española de los Borbones (1701-1714). 

Primeras "pesetas" de 1811, creadas durante la regencia de de José I Bonaparte


ZUMALAKARREGI

En la primera Guerra Carlista, las tropas idolatraban a Tomás Zumalakarregi, hombre culto que se había curtido luchado muy joven con las tropas vasconabarras de Artzai como analista o escribano en las afrancesadas (“Guerras del primer imperio” en Francia” y “Guerra de la independencia” en España), donde empezó a brillar como soldado voluntario para hacerse después profesional, al igual que su segundo, Eraso. 

Después, fue apartado como archivero en “vascongadas”, como se llamaba entonces a la Nabarra Occidental, por ser contrario al liberalismo y sospechoso de carlista después, aunque nunca mostró gran interés hacia la persona de Carlos y sí por los Fueros vasconabarros.

Zumalakarregi venció a todos los Generales que Madrid envió contra él, uno tras otro: Valdés, Quesada, Rodil, Córdoba, Lorenzo, Oraá  (gipuzkoano de origen) y al nabarro Espoz y Mina, incluso al mismísimo Baldomero Espartero

Zumalakarregi era un rentista gipuzkoano de clase media-alta, de una familia numerosa de 11 hermanos, de los que el mayor llegó a ser ministro de “Gracia y Justicia” del gobierno de Espartero, pero firme defensor de los Fueros vasconabarros en Madrid ante el mismísimo general liberal, como lo eran por otra parte todos los liberales vascos como hemos dicho.


Tomás Zumalakarregi consiguió grandes victorias con su milicia de voluntarios, que tras una fuerte instrucción previa, convirtió en un ejército de 20.000 soldados. A sus tropas, al tomar el mando, no les hablará de Don Carlos y de su legitimidad, ni de España, sino de “defender nuestra libertad que son los Fueros (…) nuestras cosechas, nuestros ganados, nuestras costumbres (…) nuestros derechos, nuestra religión y nuestro Dios”. Más alto se puede decir, pero no más claro.

Tropas italianas en Gipuzkoa

¿TUVO ZUMALAKARREGI INTENCIÓN DE PROCLAMAR LA INDEPENDENCIA DE NABARRA?

Zumalakarregi museoa
Hombrados Oñativia 1925

Se ha especulado mucho sobre la figura de Zumalakarregi, "osaba Tomás" (el tío Tomás), pero su prematura muerte en la contienda no permite saber la verdad. Luciano Bonaparte (príncipe francés) y Agusti Xaho (pensador y político vasco) hablan de él como el Caudillo de la independencia vasca, aunque no se tiene constancia documental ni declaración en tal sentido hasta el momento por parte del de Ormaiztegi.


José Vallejo 1844: "Historia militar y política de Zumalacárregui, y de los sucesos de la guerra de las provincias del Norte, enlazados á su época y á su nombre" (Zumalakarregi Museoa)


Lo que sí se conoce es una carta publicada por Mª Cruz Mina de Zumalakarregi al pretendiente Carlos, para que tome “la corona de Navarra de las provincias vascongadas", pues ésta lo merece aunque sea un territorio pequeño, "pero de gente leal y de héroes".



Idoia Estornés Zubizarrreta (2008), comenta que el ayudante del general Zumalakarregi, el coronel ceutí Carlos de Vargas y Cerveto, se hizo eco de este rumor en sus memorias, rumor que corrige en parte el prusiano Laurens (1839): 

"Zumalacarregui era el ídolo de su pueblo y se hablaba sin reparo de alzarlo con la corona de Nabarra y hacerlo rey de los vascos. No era ésta, sin embargo, la idea de Zumalacárregui. No quería otra cosa que defender los derechos y libertades de su patria y esquivó aquel honor modestamente, dejando paso a su legítimo rey que se hallaba en Inglaterra". 


Mapa de Guillermo von Rahden, 1833: “La lucha heroica de siete años de vascos y navarros eleva el esplendor de su guerra a la gloria inmortal. Cualquier tiempo venidero de la historia mundial deberá reconocerlo”. 



J. A. Zurbano de la Diputación Navarra el 9 abril 1834 dijo: “Ha llegado una proclama de Zumalacárregui en la que dice que en atención a la inaptitud y abandono con que mira la defensa de su causa Don Carlos se declara el Reino de Navarra y provincias vascongadas en República Federal”.

Es más significativo lo que el periódico ginebrino “L’Europe Centrale General” publicó en esas fechas, como la siguiente carta del General francés Harispe a su Ministro de la Guerra, según recoge José Ramón Urquijo Goitia en su trabajo "Tomás de Zumalacárregui, literatura y mito":

“Por otro lado, hoy me ha pasado una noticia muy singular, por varios lados, y por caminos bastante seguros: la Junta de Navarra, viendo que Don Carlos abandona el juego, decidiría en concierto con Zumalacarregui proclamar el independencia de Navarra y las tres provincias y formar una república federal. En ese momento, tal acto sería la sentencia de muerte de la insurrección, que se separaría así del resto de España, perdería todos estos medios de acción y todo su apoyo moral. No se puede negar que la separación sea algo muy fácil e incluso muy popular en estas provincias, que están unidas a España solo por vínculos muy débiles (…)

La información se encuentra en el apartado de correspondencia particular desde Bayona del 6 de mayo del año 1834 y añade: “Zumalacarregui acaba de emitir una proclama a los habitantes de las cuatro provincias insurgentes, por lo cual él los declara independientes, y los libera de toda sumisión a la autoridad de Don Carlos o a la de la Reina”. El periódico italiano Giornale del Regno delle Due Sicilie, también se hizo eco de la noticia.


En Francia, el parisino Le Constitutionnel decía: “Zumalacárregui acaba de dirigir una proclama a los habitantes de las cuatro provincias insurgentes, por la cual los declara independientes, y los libera de toda sumisión; o hacia la autoridad de don Carlos, o hacia la de la Reina”.

En España también se escribió en los mismos términos, como en e Diario de de Comercio de Madrid en ese año 1834: “Zumalacárregui viéndose enteramente abandonado por su cobarde jefe, ha declarado las cuatro provincias independientes de la España; se propone, según dicen, establecer en ella una especie de gobierno federal”.


El historiador nabarro Mikel Sorauren, encontró en el año 2018 una carta oficial entre altos cargos del Estado español la cual decía:

Sr. D. José Basset (Secretario de Diputación. Carta de José Antonio Zurbano, Agente de negocios de Diputación en Madrid)

Madrid 9 de abril de 1834

Muy señor mío, Si ninguna de sus favorecidas diré que los señores diputados regresaron del sitio y hoy es regular escriban a su señoría ilustrísima.

Hasta ahora no ha vuelto del sitio la cédula para la convocatoria a Cortes de ese Reino. Hoy se ha dicho que caen los ministros de Fomento, Guerra y Hacienda y que serán reemplazados por Toreno, Llauder y Ferrer.

 A esta dicen ha llegado una proclama de Zumalakarregi en la que dice que en atención a la inaptitud y abandono con que mira la defensa de su causa Don Carlos se declara el Reino de Navarra y provincias vascongadas en República Federal y para ello se convocarán a los estados luego que las circunstancias de la guerra lo permitan.

De vuestra merced  afectísimo su ilustrisima.... etc".




Algunos franceses, entre los que hay quienes colocan también al suletino A. Xaho, pretendieron crear un protectorado francés con el País Vasco, donde el puerto de Pasajes tendría una importancia estratégica, al estilo de los proyectos de los hermanos Garat y su “Nueva Fenicia” ante Napoléon.



Agosti Xaho comentó: “La envidia de los castellanos fue el primer motivo de esta guerra. No podían sufrir que las provincias vascas se administraran por sí mismas, en completa independencia, mientras que muchos empleos civiles y militares eran desempeñados en Castilla por vascos".


Xaho en su libro "Viaje por Navarra durante la sublevación de los vascos" relata la situación política y habla de Nabarra para designar a todos los territorios vascos.


Palacio de los Legizamon junto a la basílica de Begoña.
"Karlosek esan ei dau
Begoña gañean:
Laster sartuko dala 
Madrilgo kalean"




Agosti Xaho: “Si el Gobierno francés, interviniendo contra Zumalakarregi, y declarara la guerra de exterminación de nuestra raza, tengo razón de creer que los vascos de Francia, en vez de marchar contra sus hermanos (vascos del sur), no dudarían ni un momento en tomar una resolución dictada por los intereses de su gloria y libertad” (“Voyage en Navarre, pág. 80).

José Vallejo 1844

El sentimiento unidad nacional de los vasconabarros según Xaho, se fundamentaba en su comunidad lingüística

“El misterioso lazo de unión de la lengua nacional había sido suficiente para establecer entre nosotros desde el principio la misma confianza y familiaridad que si nos hubiésemos conocido desde hace largos años” (“Voyage en Navarre”, pág. 138).

Agosti Xaho

En el carlismo de aquellos insurrectos vasconabarros la causa del rey era muy secundaria:

“Los nabarros dan a los constitucionales el mote de negros (liberales), y comparan la revolución española con la sublevación de los negros: comprenden muy bien la emancipación de los castellanos, pero se niegan a asociarse a ella, y rechazan una comunidad social que traería para los montañeros, la pérdida de su independencia nacional y su libertad social” (“Voyage en Navarre”, pág.144). 

El mote de "negros" se les daba a los liberales en toda España desde al menos el año 1823, cuando durante el Trienio liberal se gritaba en las calles pidiendo la vuelta al absolutismo: ¡Vivan las cadenas y mueran los negros!


Zumalakarregi Museoa:
Grabado de John Frederick LEWIS. (1804-1876). “Zumalicarregui (sic) and the Christino Spy”. Etched and engraved by F.C. and C.G. Lewis, published in 1841.


DECLARACIONES INDEPENDENTISTAS

Hubo muchos actores secundarios de aquella contienda y alguno principal, que hablaron que la independencia vasconabarra fuera la verdadera intención de Zumalakarregi. 

La pretensión de darle la corona de Nabarra a Zumalakarregi para que reinara como Tomás I de Nabarra y señor de Bizkaia, salió desde las propias Diputaciones gracias a las connivencias internacionales que lo veían con buenos ojos, por ello se le pidió que aceptara ser nombrado “rey de los vascos”.


Avinarieta, político, espía español y liberal que participó activamente en la contienda dijo: “Zumalakarregi era un instrumento secreto del gobierno francés, que supo lisonjear su ambición con la promesa de colocarla al frente de la federación de aquella provincias”.

El historiador Pirala en el año 1835 escribió en Baiona: “no se sabe cuales fueron las miras de Zumalakarregi, aunque hay barruntos para creer que se trataba de declarar la independencia de las provincias”.

Giles, J. W. : 
"Major C. V. Z. Attached to the Staff of the Queen's Army (1837)"



El virrey impuesto a Alta Nabarra, llegó a decir en 1834: “la guerra en (Alta) Navarra es en el día (sic., hoy en día) para aquellos habitantes una guerra nacional, y con corta diferencia lo es igualmente en las tres provincias exentas” (“Mapas para una nación” José María Esparza edit. Txalaparta 2011).



En el libro “Fueros y carlistada”, Mikel Sorauren (2008) relata que fue el General Maroto, el cual después tomó el mando carlista, quien sembró la desconfianza del pretendiente D. Carlos hacia Zumalakarregi, pues creía que miraba más hacia la independencia, tal y como señala el propio Maroto en sus memorias “Vindicación del General Maroto” de 1846.

En esas memorias, Maroto rebeló que en junio de 1839 la oficialidad del carlismo gipuzkoano le ofreció finalizar la contienda y proclamarse presidente de una república vasca de 4 provincias, por lo que es cierto que la idea de proclamar la independencia estaba entre las posibilidades del carlismo. 

Lizarra-Estella

Segundo Flórez, escribió la biografía autorizada del principal General liberal-centralista, Espartero, en la que se habla de que el general carlista Guerqué estaba con el bando “apostólico” o “los brutos” por la independencia hasta la muerte, pero fue fusilado en Lizarra-Estella por Maroto en febrero de 1839, tras una derrota de aquél en el campo de batalla.

Lanceros carlistas


LEÓN IRIARTE 

Más desconocido es el suceso del 26 y 27 de agosto de 1837, cuando estalló una sedición en el bando liberal de la fortificación de Zizur Menor (población cercana de Pamplona) encabezada por el coronel León de Iriarte, ex-guerrillero con Espoz y Mina durante la ocupación francesa, y por Pablo Barricart que comandaban los batallones francos de Nabarra que peleaban contra los carlistas. 



Los sedicentes, vasconabarros del ejército liberal de la reina española Isabel II, se sublevaron contra las tropas españolas de ocupación, se hicieron dueños de Pamplona y fusilaron entre otros al ex virrey de Nabarra y general de la reina, el conde Sansfield, de infausto recuerdo para los bilbaínos, al que los sublevados atravesaron con sus bayonetas y dejaron desnudo en la actual plaza del Castillo, en aquel entonces de la Constitución, durante 2 horas. 

Dominada la sedición, Iriarte y Barricart fueron fusilados en el interior de la Ciudadela de Pamplona junto a otros dirigentes por el general Espartero por haber intentado recuperar la independencia de Nabarra.

Los fusilamientos fueron muy comunes en ambos bandos

“(…) considerando asimismo por las declaraciones testificales que se comprometió bajo su firma a seguir y llevar a efecto la conspiración que tenía por objeto la independencia de Navarra, cuyo documento confesó el mismo Iriarte haber firmado (…).
Condena a la propia pena al comandante del Segundo Batallón de Tiradores Don Pablo Barricart, por resultar justificado: que se mantuvo al frente de su batallón cuando se pronunció la insurrección, y que en vez de contenerla, continuó a su cabeza y vino a Pamplona; segundo, que en el camino de esta plaza dirigió su voz a los insurreccionados... de lo que resultó que instigados por los sargentos e intimidados por las amenazas, tuvieron –el jefe y oficiales del primer batallón– que ponerse al frente de sus compañías; tercero, que fue el primero que firmó la relación de su batallón inserta con el número seis, de los que se comprometieron a proclamar la independencia de Navarra; cuarto, que hizo destacar el piquete que arrestó al general Sansfield; quinto y último, que aconsejó en Lumbier a varios sargentos, que se fugasen…»

Legionarios franceses atacando trincheras carlistas en 1836

Es parte de la sentencia del Consejo de Guerra celebrado en Pamplona en 1837 contra el coronel León Iriarte, el comandante Pablo Barricart y el resto de las tropas sublevadas por proclamar la independencia de Nabarra. También fueron fusilados 4 de los 8 sargentos condenados y que fueron los que empezaron la rebelión por la falta de pagos de sus nóminas que reclamaban a Sansfield, pues los otros 4 sargentos amotinados habían logrado huir.



EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA: UNA PROPOSICIÓN PARA PROCLAMAR LA INDEPENDENCIA

La guerra se eternizaba en tierras vascas y acabó hartando a la población que soportaba una carga económica y de vidas humanas insostenible por más tiempo. Ninguno de los dos ejércitos se imponía al otro, los mandos carlistas se mostraron divididos y los isabelinos no lograron imponer la disciplina castrense entre sus tropas.

En este contexto, Muñagorri propuso separar la causa de la sucesión de Carlos-Isabel y la de los Fueros y habló de "Paz y Fueros", es decir, trató de desligar el tema foral del carlismo oficial. Los carlistas se dividieron entonces entre los que están a favor de Muñagorri, los "transicionistas", y los "obispos u hojalateros" (de la expresión "¡ojala ocurra esto o aquello!").



En el año 1838 un Proyecto de Bases redactado por la Diputación del Reino, proponía actualizar los Fueros, dejando la relación con España únicamente a través del monarca (como el Imperio austrohúngaro por ejemplo).

Los carlistas propusieron a Don Carlos un acuerdo muy significativo, tal y como queda recogido en el Boletín oficial de Nabarra de 27 de mayo de 1838 bajo el título "Bases bajo las cuales Navarra y las Provincias Vascongadas seguirán adheridas a la monarquía de Carlos V":

1. Navarra y las provincias vascongadas formarán otras tantas repúblicas independientes, federativas de la monarquía española.

2. Cada una de las provincias de Álava, Guipúzcoa y Señorío de Vizcaya se gobernarán también según sus antiguos.

3. Navarra se gobernará también según sus fueros en el estado que tenían cuando se agregó a la Corona de Castilla en el año 1512.

4. Se reformará la representación nacional en la forma que las Cortes reunidas según el estado antiguo; pero a votación nominal y no por estamentos y a pluralidad absoluta de votos.

Además no se permitiría la presencia de tropas españoles en su territorio (Antonio de Irala "Historia de la Guerra Civil").

En el año 1839 el Síndico de las Cortes de Nabarra Ángel Sagaseta de Ilurdoz, hizo una propuesta similar, pero para entonces, los carlistas iban perdiendo batalla tras batalla.

Poco después de este Boletín, a mediados de 1838, los carlistas alto nabarros se sublevaron tras la derrota de Peñacerrada, donde las legiones castellanas no combatieron con suficiente intensidad, pues según ellos estaban en conversación con el enemigo encabezados por el comandante supremo de las tropas carlistas Maroto nombrado como tal tras esta derrota de Peñacerrada. Y así era. Los foralistas alto nabarros entraron en Estella gritando "Muera la junta, mueran los hojalateros, abajo los castellanos y vengan nuestras pagas", persiguieron a los “extraños al país” (españoles) y pidieron la libertad de los generales.

Sofocada rebelión, Maroto se hizo dueño de la situación con sus tropas carlistas castellanas. El 14 de febrero de 1839 fusiló a todos los generales y altos mandos contrarios a pactar con los liberales y que intentaban sublevar a las tropas contra él.


El mencionado Segundo Flórez en la biografía autorizada del General Espartero (cabeza y héroe del ejército liberal, similar a Zumalakarregi), relata que el general carlista Guerqué estaba con el bando “apostólico” o “los brutos” por la independencia hasta la muerte, pero fue fusilado en Lizarra-Estella por Maroto en febrero de 1839, tras una derrota de aquél en el campo de batalla.

Según Avinarieta, el mencionado político español de origen vasco que tomó parte directa en la contienda de forma oscura, también entre la tropa gipuzkoana hubo intentos serios de proclamar la independencia.


LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA EN VARIOS MEDIOS EUROPEOS

Las frases escritas por los periodistas ingleses y extranjeros enviados de guerra, sobre el origen de la guerra y la figura de Zumalakarregi son contundentes:
  •  Wilkinson: "El origen de la guerra hay que buscarlo en el deseo que los cristinos (liberales) manifestaron de suprimir las libertades vascas. Estas libertades les habían hecho superiores a los demás españoles y se dispusieron a defenderlas con las armas" (...) “La guerra comenzó por el intento del gobierno español de privar a los vascos de sus exenciones, y se convirtió en la lucha de un pueblo libre por la independencia”.
  • Fernando Pérez de Laborda en su libro "Euskal Herria la mirada extranjera" (2023): Wilkinson desertó del ejército de la reina Cristina y se pasó al bando carlista. Critica sin embargo la maniobra de los vascos: "Su política de intentar forzar a Don Carlos frente a los españoles era errónea: luchaban por la libertad en casa y por el absolutismo fuera".

  • Federic Le Play sociólogo, ingeniero y economista francés que visitó España en 1833: “Este país está formado por cuatro provincias que gozan de una libertad casi total.  Tienen una administración especial, no envían al rey ninguna contribución en hombres ni en dinero y son verdaderas repúblicas” (Fernando Pérez de Laborda).

  • Eugène de Malbos, pintor romántico francés en 1843: “Durante seis años Guipúzcoa soportó por el noble propósito de la libertad la más cruel de las guerras: saqueos, devastaciones, torturas, incendios que devoraban casas y cosechas; nada frenó su coraje”.

  • Sommerville: "los vascos recibieron (a D. Carlos) con entusiasmo a condición que mantuviera los Fueros".
Lápida del coronel del 6º Escocés Whilliam I.M. Tupper muerto en la toma de Ayete el 5 de mayo de 1836 a la edad de 32 años.


  • Debecout en 1836 en París: “los vascos podrán decir en su día: defendimos la independencia de Euscaria contra los españoles”.

  • Charles Dembouski que viajó por España entre 1838 y 1840 dijo: “Es evidente que la lucha ya no se sostiene sino gracias a la admirable tenacidad que caracteriza a los navarros y a los vascongados, ya su odio innato a los españoles que consideran como dominadores extranjeros”.

August Karl von Göben (Prusia 10 de diciembre de 1816 - 13 de noviembre de 1880)

  • August Karl Von Göben (1841), militar prusiano y luchador carlista llegando a teniente coronel, en su obra “Cuatro años en España”: “Los vascos están orgullosos de su origen, de su independencia y de sus prerrogativas, miran a los demás españoles como extraños y los desprecian como a tales”.

  • Louis Viardot (1800-1883), periodista francés de la época e historiador hispanista: “Si se reconoce de una que Navarra y las provincias vascas no luchan por otra cosa que su independencia, y no por la causa carlista, la cuestión se simplifica (…) ¿Por qué no hacer de las provincias vascas y Nabarra una confederación independiente neutral, una Suiza de los Pirineos? (…) Ellas no se consideraron jamás como formando parte de España, han conservado siempre su nacionalidad”.
  • El prestigioso escritor e historiador hispanista francés Prosper Mérimeé (1807-1870), habla también en una carta de que sería conveniente erigir el País Vasco en un “Estado-tapón independiente” (José María Esparza "Mapas para una nación I").

EL PACTO DE BERGARA

En los últimos meses de la guerra, Maroto se dejó llevar y preparó Bergara, el pacto se pergeño en una venta de Abadiño. Cuando Espartero habló de suprimir los Fueros, hubo un conato de proclamar la independencia por el General carlista Elío, el cual hablaba de “crear un estado carlista vasco-navarro” .

En sus memorias, el general carlista Maroto del “Abrazo de Vergara”, relata que en junio de 1839 las oficialidad del carlismo gipuzkoano ofreció le ofreció finalizar la contienda y proclamarse presidente de una república vasconabarra con los cuatro territorios forales, entonces, todavía eran tres provincias y un reino al que pertenecieron.


MÁS TRAIDOR QUE MAROTO

Hay quienes hablan de la traición de Maroto, que habría sido sobornado con un millón de piastras, por lo que tendrá un lugar en la historia vasconabarra al lado de Diego López de Haro y el conde de Lerín entre otros.

Habló de la traición del General murciano el famoso escritor francés Víctor Hugo, el cual vivió en Pasaia (Gipuzkoa) por esa época (de él es la frase "el euskara es la nación de los vascos"). De hecho, se fusiló a los partidarios de las ideas de Muñagorri, y se dijo que todo fue la escenificación de la venta pactada en secreto de la supresión de los Fueros. 


Las tropas carlistas alabesas y alta nabarras no querían ir a Bergara y retrasaron un día su llegada, por lo que el alto mando carlista apareció con sólo parte de la tropa y donde se oía el grito de “traición”, estaban además exaltados por la quema de sus campos por los liberales y pedían directamente la independencia.


La suerte estaba echada, alea jacta est: se produjo el "Abrazo de Vergara" el 31 de agosto de 1839, donde el liberal general Espartero, que fue el que tomó definitivamente Bilbao tras la Batalla de Lutxana. Se habla de unos 300.000 muertos en esta Primera Guerra Carlista.

Puente y torre de Lutxana desde el camino a Plentzia
Litografía Juan E. Delmas 1846

EL FINAL DE LA PRIMERA CONTIENDA

En el libro "Carlismo, memoria de una disidencia", el historiador Fernando Sánchez Aranaz señala cómo:

"El secretario de estado del gobierno carlista, el alavés Paulino Ramírez de la Piscina, redactó un comunicado en el que podía leerse: 

-Al oro extranjero y al precio vil de la conservación de algunos grados habéis sido vendidos, y con vosotros han sido vendidos vuestro Rey, vuestro país y vuestros fueros. 

Se refería al acuerdo por el que los militares del ejército carlista podían pasar al del gobierno de Madrid manteniendo su graduación. Así Rafael Maroto conservó su rango de Teniente General y fue nombrado Ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina".

Lutxana en 1860, unos pocos años después de la famosa batalla, cuando las tropas centralistas-cristinas lograron sortear las baterías carlistas de los montes Cabras, San Pablo y Banderas para pasar, mediante un puente de barcazas, la ría de Ibaizabal y llegar así a Bilbao por el otro lado de la ría, lo que les llevó del 1 al 25 de diciembre de 1836. Debajo una infografía de 1846.

Espartero dijo: "yo os prometo que se conservarán vuestros Fueros, y si alguno intentara despojaros de ellos, mi espada será la primera que se desenvaine para defenderlos", e incluso: “el liberalismo no quiere quitar los Fueros a los vascos, sino hacer extensibles sus beneficios al resto de los españoles", una mentira nada piadosa. Recibió por ello el título de conde de Luchana y duque de la Vitoria.

Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro (Granátula de Calatrava en Ciudad Real 1793-Logroño 1879), más conocido como Baldomero Espartero, príncipe de Vergara, duque de Luchana, duque de Victoria, duque de Morella, vizconde de Banderas y Virrey de Navarra (1836). Su carrera empezó como soldado contra los franceses (1808-1814), después, intentó sin éxito parar la independencia de las colonias americanas, pero llegó a ser segundo comandante y Brigadier del Ejército del Estado Mayor del Alto Perú (1815-1823), donde se hizo conocido por su crueldad. A su vuelta a la península, fue destinado a Pamplona y después a Logroño, donde se casó con la rica heredera de banqueros y regidores riojanos con cuyo dinero pagaba a sus tropas de "peseteros".
De clase media-baja, llegó Espartero gracias a su carrera militar, a ser regente de Isabel II y Presidente del Consejo de Ministros. Principal figura liberal de la Primera Guerra Carlista era  idolatrado por sus tropas y por la Corte, rechazó la corona de Las Españas que se le llegó a ofrecer. 

EL EXILIO

La mayoría carlista, dos tercios, no aceptó el pacto firmado dos días antes en Oñati: 11 batallones aceptaron (3 gipuzkoanos y 8 bizkaínos), otros 22 lo rechazaron y partieron al exilio (los 13 batallones alto nabarros, 5 gipuzkoanos, 6 alabeses). 

Unos 8.000 carlistas exiliados tras la Primera Guerra Foral junto con sus mandos, tomaron parte de la “Guerra Grande” de Uruguay en el llamado batallón de los vasconabarros, después pasaron a formar parte de la élite del país.

Figuras ecuestres de Baldomero Espartero, de donde viene la expresión: "Tener más cojones que el caballo de Espartero", por el volumen que el escultor puso en los atributos de estos caballos (son de finales del siglo XIX)

R. Rodríguez Garraza, en 1839, al estudiar la Primera Carlistada, se preguntaba: “¿será posible transformar el reino más antiguo de la península de reino de por sí en mera provincia?”.

“Mapas para una nación” J.M. Esparza donde (Alta) Nabarra consta en mayúscula por ser todavía "reino" y no una "provincia". Los Mapas usados hasta Las Guerras Carlistas todavía incluían muchas de las comarcas nabarras como las tierras autrigonas hasta Laredo, tierras riojanas o de Castilla La Vieja.


Dichos nabarros:

"Más falso que un guiri" (de "guiristiño" o cristino en euskera, en relación la madre de Isabel II María Cristina, la reina regente como hemos dicho).

"Ser más traidor que Maroto".




LOS VASCONABARROS SIGUIERON FIELES A SUS FUEROS

"Iglesia juradera de Santa Maria la Antigua" remodelada en 1824
E. Delmas y la remodelación del siglo XX que del edificio actual

Pese a la derrota de los carlistas y con ello la casi inminente desaparición de los Fueros tras la Ley española para centralizar todo en Madrid como capital de Las Españas de 1839, el pueblo vasconabarro siguió fiel a ellos, sólo hay que leer el siguiente acta de las Juntas de Bizkaia en Gernika:

“ (….) en la sesión del 29 de marzo de 1841, en la que se debatía el delicado tema de la situación de los Fueros, tras la finalización de la guerra civil y la Ley de Modificación de los Fueros de 25 de octubre de 1839. 

Tomó la palabra el apoderado de los Tres Concejos (de Somorrostro en las enkartaciones: Santurtzi, Sestao y Trapaga), Manuel de Urioste, entre los intentos del Corregidor (representante de la reina española) para evitar que hablara y el apoyo entusiasmado de la mayor parte de los asistentes: 

«Cuando dijo que el ministerio de regencia incurría en grave error al creer que solo unos pocos deseaban por interés privado la conservación de los fueros...se oyeron estrepitosos y entusiasmadas voces de gustioc! gustioc! (todos! todos!) 

Y adviértase que estas voces salían de la parte mas numerosa de la asamblea compuesta de los honrados labradores, apoderados ó representantes de los pueblos». 

Le respondió el general don Simón de la Torre y Ormaza (carlista natural de Larrabetzu, considerado uno de los traidores al actuar junto a Maroto en el abrazo de Bergara) intentando amedrentar a la concurrencia: 

«¿Qué haremos si el gobierno nos envía treinta ó cuarenta mil hombres considerándonos como rebeldes? Hil! hil! (Morir, morir) contestaban, por conservar ilesos los fueros é instituciones de nuestros abuelos». 

Según parece el grito de «hil! hil!» partió de la garganta del apoderado de la anteiglesia de Galdakao, pero fue profusamente coreado por los demás asistentes” ("Sociedad y Lengua vasca en los siglo XVII y XVIII" Juan Madariaga Orbea -2014-)

Batzarra o Asamblea ante el árbol de Gernika en la Casa de Juntas del año 1866, poco antes de la Segunda Guerra Foral 


Incluso en la Segunda Guerra Carlista, se dijeron cosas como:

El Correo Vascongado de corte liberal el 19-04-1873 se hizo eco de las negociaciones entre carlistas y liberales y señalaba que se ha llegado a “un acuerdo en todos los puntos, a excepción hecha de la independencia absoluta de las provincias vascas y Navarra que parece ser la única dificultad que aún resta por vencer”.

El noticiero “La Bandera Carlista” el 19-09-1875: “El país vasco-navarro antes que someterse a D. Alfonso (el pretendiente liberal), se proclamaría independiente”.

Elissé Reclus (1830-1905), revolucionario anarquista francés en “Nueva geografía universal”: “Cuando los habitantes del País Vasco de España tenían Fueros, constituían un Estado dentro de un Estado”.


En su libro “Los vascos en la historia a través de Garibay”, el antropólogo español Julio Caro Baroja decía que el historiador gipuzkoano Esteban Garibay (s. XVI) tenía “la idea de que las libertades forales suponían la existencia de “un Estado dentro del Estado”, cosa que se pensaba y decía ya en tiempos de Carlos IV (s. XVIII-XIX)”.

El historiador tudelano José Yanguas y Miranda (1882-1863) y Ángel Sagaseta de Ilurdoz (1784-1843) síndico del reino, comentan que los primeros carlistas vasconabarros proclamaban que los 4 territorios eran repúblicas federativas unidas a la corona española, siguiendo a Montesquieu, por tanto con derecho a separarse unilateralmente.

CONCLUSIÓN


El conocido historiador español Manuel Tuñón de Lara en su libro “Historia de España en el siglo XIX” (1974) añade otro aspecto de las Guerras Carlistas: “Por encima de hechos aislados anecdóticos, el rasgo esencial y original que tienen la guerra carlista en Euskalerria es su dimensión popular que viene a ser, ni más ni menos, el primer signo de formación de una conciencia nacional”. 

No cabe duda de que de aquellos polvos dieron lugar al nacionalismo vasco, pero no cabe duda de que éstos lodos serían imposibles sin tener ya esa conciencia nacional que habría que buscarla en los 1.000 años del Estado de Baskonia-Nabarra (años 600-1620).