CREENCIAS ANCESTRALES Y MITOLOGÍA VASCA
Aitzol Altuna Enzunza
José Miguel Barandiaran definía la cultura como: “el conjunto de soluciones dadas por el hombre a los problemas fundamentales que le ha planteado la vida: sustento, conservación de la vida, el saber y las técnicas, la sociedad, el lenguaje, las artes y la religión con el programa general del comportamiento”
¿Cómo pensaban entonces aquellos primeros vascos?
Hoy en día se sabe que muchos elementos de aquellas creencias nos han llegado hasta nuestros días en forma de mitos o mezclados con la religión católica.
Las características de las creencias vascas son muy parecidas a las de las religiones hinduista y orientales actuales o las de las tribus indígenas americanas o africanas, no influidas por las más recientes creencias hebreas, latinas o griegas, y se resumirían según Joseba Aurkenerena en:
1. Naturista: se basa en las fuerzas de la naturaleza y el mundo que observa.
2. Animista: se personifican las fuerzas de la naturaleza
3. Panteísta: todo es dios.
4. Eterno: sin principio ni fin.
5. Creen en un mundo mágico: genios, númenes etc.
6. Monoteísta: Ortzi o Urtzi es su dios (en contra de lo que se pueda pensar). Al llegar los cristianos los vascos siguieron llamando a Dios Urtzi, como da fe de ello el viajero Aymeric Picaud en el siglo XII, si se tiene en cuenta la tardía cristianización vasca del saltus vasconum, sólo puede significar que los vascos adoraban antes del cristianismo a un único Dios, por eso mantuvieron el nombre.
Caro Baroja habla del siglo X o más tarde en la costa tras un primer intento infructuoso del aquitano San Amando en el siglo VI, llegando a recibirse con burlas sus enseñanzas entre los vascos.
7. Poseen sus propios mandamientos: E.Sorazu en su libro “Antropología y religión en el pueblo vasco” nos da el equivalente a los diez mandamientos de la religión antigua de los vascos: no mentir, no robar, cumplir la palabra dada, ayudarse mutuamente, no exagerar y guardar el debido respeto al prójimo etc.
8. Maniqueísta: lucha continua entre dos oponentes: como en Hegel, Marx, presocráticos.
Es la ley de la svástica: equivalente al ying y el yang oriental.
La svástica es uno de los símbolos más antiguos y enigmáticos del hombre que ha llegado a nuestros tiempos. El nombre, de origen hindú, deriva del sánscrito “Su” (bien) y “As” (ser), por lo que se puede traducir como “lo que es bueno”. En griego equivale a “vigoroso” o “sano”.
La svástica de cuatro brazos en ángulo recto es conocida también como cruz gamada o “gammadión” porque puede constituirse juntando cuatro letras gamma del alfabeto griego. La svástica griega con los cuatro brazos iguales simbolizaría el equilibrio de fuerzas; algunos creyeron ver en este símbolo un incipiente cristianismo en tierras vascas, que está muy lejos de la realidad. Poseía, al menos en su origen un carácter sagrado, más tarde reducido a un valor simbólico.
Los primeros testimonios en que aparece la svástica son de Irán en la época neolítica y en Elam durante el cuarto milenio antes de nuestra era.
Ya en Europa, en Siebenbürgen (Transilvania) aparecieron en vasijas del siglo XIV a. C., tales vasijas debieron ser recipientes de ofrendas junto a los sepulcros. También empieza a verse svásticas en los últimos períodos de la Edad del Bronce en Italia Central. El punto concreto desde el cual se expande este símbolo no ha sido todavía determinado con exactitud. Para algunos autores tendría un origen hindú, mientras que otros señalan como su probable lugar de origen la zona del Egeo y del Asia Anterior. Así los especímenes encontrados por Schielemann en Troya y los utilizados por otros pueblos indoeuropeos de la zona del Egeo pudieran ser el punto desde el cual se difundió este símbolo.
Los símbolos svásticos o cruces gamma (llamadas así por la forma de sus aspas), fueron usadas por las gentes del Tíbet, las de América antes de la conquista (los aztecas por ejemplo), en China (siglo V), Escandinavia, Grecia clásica, Gran Bretaña e Irlanda, Creta, Italia, Japón, Egipto, en Alemania, los vikingos en Islandia, en Bretaña, los griegos, los hindúes (s. IV a. C.) etc., y entre ellos estaría el lauburu vasco o el “labaro” cántabro.
Hay documentos de época romana en el que se dice que el lauburu era el principal símbolo de los "guerreros indígenas de los Pirineos marítimos". Lauburu significa literalmente “cuatro cabezas”. Lo usaban en la forma del lauburu actual o la descrita como "cruz griega", es decir con todos los brazos iguales (que representarían árboles sagrados que simbolizarían el agua y la fecundidad), junto a media luna creciente.
El lauburu más antiguo descubierto hasta ahora es el del “poblado” de la Hoya cerca de Laguardia en Rioja Alabesa, poblado habitado entre el 1.400 al 250 a.C..
También existe en el altar de la ermita de Santa Elena una estela conocida como de Emerando y hallada en Meñaka (Bizkaia), perteneciente a esa misma época, Edad de Hierro, que tiene grabados un triskeles o lauburus de tres cabezas.
Hay quien ve en este símbolo la representación del sol o el emblema del Sol en movimiento “rueda de fuego”, pero pudiera ser el símbolo de las fuerzas contrapuestas del bien y del mal (por tanto representa a Ortzi=Urtzi=dios). Así el investigador danés Axel Olrik estudió la svástica entre los germanos y constató que entre los pueblos teutónicos la cruz gamada es el signo del dios de la guerra: Donnar - Thor. Esta svástica germánica está relacionada con el Martillo de Thor (Mjöllnir) que cruzaba el cielo despidiendo relámpagos y que, según las sagas nórdicas, de su golpe hizo salir el fuego del cielo.
Aunque parezca contradictorio, existen lauburus de tres cabezas, muy común en Asturias (“triskele”) o Bretaña (como en Carnac), el tres en todas las culturas antiguas era el número de la armonía. El lauburu también aparece en otros territorios donde se ha hablado euskara hasta épocas recientes, tal es el caso de Aragón y valles pirenaicos.
Una svástica hacia la derecha representa el bien, hacia la izquierda el mal, tal como la usaría Hitler contra sus enemigos.
Hitler creía erróneamente que la svástica era de origen ario-celta del cual venían los alemanes, pueblo cuya procedencia situaba en el Tíbet, donde también había encontrado este símbolo al igual que en todo el mundo; mundo que habrían conquistado los celtas según la literatura nazi. Pero este símbolo no existe entre los semitas curiosamente, es decir entre los judíos, y el resto es historia.
De todos modos éste símbolo es anterior a las invasiones arias, que nunca llegaron a América, por ejemplo.