ORIGENES DEL NACIONALISMO VASCO
Aitzol Altuna Enzunza
Sabino Arana: “Estúpida fue la idea que estuvieron los vascos en
todo el siglo pasado de hacer compatibles las instituciones patrias con un
poder extraño.” (Revista Euzkadi nº3 1901).
Sabino Policarpo Arana nació el 26 de enero de 1865 en el
municipio de Abando (hoy un barrio de Bilbao) y en sólo 11 años de acción
política hasta su temprana muerte a los 38 años, cambió el rumbo de todo un
pueblo, sobre todo gracias a una actividad política frenética, llegando a
escribir 14 libros políticos y literarios y más de 600 artículos en prensa,
además de 33 obras poéticas.
Era el 8º hijo de un burgués medio que poseía su pequeño astillero
en declive y que llegó a ser alcalde del municipio de Abando al igual que su
hermano. El padre de Sabino era lo que se conocía entonces como “Capitanes de
Empresa”, ya que creó “Diques Secos de Bilbao”, astillero que fue vendido en
1900 y donde se creará la “Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de
Buques”.
Tuvo que huir durante 3 años a Lapurdi con toda la familia tras
finalizar la Segunda Guerra Carlista por haber comprado armas para los
carlistas, de los que era ferviente defensor. En Baiona Sabino estudió en el instituto católico de Saint Louis Gonzague e hizo la primera comunión en Donibane Lohitzune-San Juan de Luz.
Sabino Arana vivió una época muy convulsa del País Vasco por la
falta de liderazgo del carlismo tras la derrota militar que acababa de sufrir la centralización radical en Castilla de los Estado de la corona de Las Españas y
que llevó a crear el ambiente “prenacionalista”.
Cuando Sabino empezó en
política, existían en Bizkaia 8 partidos, tres católicos (el carlista, el
integrista y el neoautonomista o fuerista) y cinco liberales, que además tenían
la peculiaridad de ser todos ellos foralistas en tierras bizkainas (dos
monárquicos: el conservador y el fusionista, y tres republicanos: el radical,
el federal y el posibilista).
Sabino Arana fue carlista hasta los 17 años en que su hermano
mayor, Luis, le reveló un día en el jardín de su casa que "Euskal Herria,
el País Vasco" era la patria de los vascos. Esta revelación es lo que se
celebra en el "Aberri Eguna" (Día de la Patria) todos los domingos de
Pascua, celebrado por primera vez en 1932 en Bilbao, 29 años después de la
muerte de Sabino. Se celebra en ese día por ser el de la independencia de
Irlanda de Inglaterra, hecho que se produjo pocos años antes, en 1921. Los
judíos celebran en el día de Pascua su liberación de manos de Moisés de la
esclavitud que padecían en Egipto, siendo la fiesta de la independencia
nacional judía.
Luis Arana Goiri (Abando 1862-Santurtzi 1951)
Veamos cómo fue ésta evolución de la mano del mismo Arana:
"Mas en el orden de la política he ido caminando
gradualmente. Fui primeramente cuando niño, carlista acérrimo, pero sin pensar
en los llamados Fueros, porque no tenía noticia de ellos. Más tarde, cuando
algún tanto había oído hablar de ellos, era carlista fuerista, pero carlista
per se, porque me creía español. Seguía la rutina de la familia, aunque
infundadamente, porque mi padre ha antepuesto siempre el bien de Bizkaia al de
la Corona de España.
No obstante, si Don Carlos se hubiera opuesto a los Fueros, yo me
habría quedado con éstos contra aquél. De los 14 hasta los 17 años auxiliado
por mis cortos conocimientos de la historia de Bizkaia y en parte por mis dosis
de reflexión, se verificó en mi ánimo una revolución completa. De carlista per
se pasé a carlista per accidens, es decir: conociendo que Bizkaia había sido
siempre absolutamente independiente de España, consideraba por otro lado, la
venida de D. Carlos al trono de ésta, como el mejor medio, si no el único, de
alcanzar el bienestar de mi Patria, porque aquel príncipe éralo también del
Señorío de Bizkaia, si juraba los Fueros, y los había jurado ya. Yo no era
entonces carlista por el rey de España, sino carlista por el Señor de Bizkaia.
(...).
El último año de esta etapa de mis evoluciones políticas tuve una
larga discusión con mi hermano Luis, que ya para entonces era independiente
absolutista, o sea nacionalista; en la cual defendía yo mis ideas hipotéticas,
pero no con la tenacidad extrema, pues no estaba aún plenamente convencido.
(...). Así que a los diecisiete años, mi mente dio, al fin, con el derecho y la
justicia, gracias al favor de Dios. El medio carlista lo consideraba ya no
inútil, sino perjudicial y mortífero para mi Patria."
A ésta conclusión había llegado ya Luis Arana, según su hermano
Sabino, cuando reflexionó sobre su ideología tras esta conversación con un
santanderino, en 1882:
-¿Tú eres fuerista muchacho? (el santanderino)
- ¡Sí señor! (Luis)
- ¿Por qué?
- ¡Por qué soy bizkaíno!
- ¿Eres español?
- ¡Sí señor!
- Pues mira, eso no entiendo bien. Si los bizkaínos sois españoles
y vuestra patria es España, no sé cómo queréis gozar de unos Fueros que los
demás españoles no tenemos y eludir obligaciones que a todos los españoles
deben de comprender por igual ante la Patria común. Gozando de los Fueros no
servís en el ejército español, ni contribuís con el dinero al tesoro de la
Patria. No sois buenos españoles.
Luis no supo qué responder.
En el colegio Luis preguntó a su profesor de geografía:
"Padre, ¿cree usted que nosotros somos españoles? Yo creo que no, que
somos distintos de estos castellanos, aragoneses, andaluces... de todos los
españoles que veo aquí, ¿qué cree usted?"
El cura le respondió: "Mira Luis, si todos éstos son
españoles, nosotros no lo somos, y si nosotros somos españoles, ellos no lo
son".
A la vuelta del exilio familiar en Lapurdi en 1876 y tras la muerte de su
padre, en 1883 Sabino Arana ingresó en la universidad en Barcelona tras pasar
previamente por el colegio de jesuitas de Orduña.
En Barcelona estudió derecho
por imposición de su madre (él quería ser médico), a la que perdió a los 23
años. Fue allí donde de forma autodidacta estudió también el euskara, idioma
que desconocía por completo, y palpó in situ el ambiente catalanista de la
época y “El Hecho Diferencial” del Dr. Robert, que se extendía por aquella
nación, aunque siempre verá a los catalanes como parte de España:
“Síguese de lo expuesto que mientras que el fuerismo catalán, el
aragonés, etc., es decir, el regionalismo español tradicional es perfectamente
compatible con la unidad de la Nación Española, el fuerismo vasko-nabarro (sic.), por
el contrario, es verdadero separatismo si se parte del supuesto de que España
tiene derecho a la posesión y dominio de este país, y verdadero nacionalismo en
caso contrario; porque volver el Pueblo Vasco a regirse según sus Fueros
significa volver a ser absolutamente libre e independiente de España, con
gobierno propio, poder legislativo propio y fronteras internacionales”
Reglamento redactado por Sabino Arana Goiri para
"Euskeldun-Batzokija" artículo 49.
Es la deferencia sustancial con el carlismo, el nacionalismo vasco
tal y como lo planteaba Sabino Arana, no buscaba el acomodo en España para los
vascos, sino su total desvinculación y la recuperación de la independencia
mediante la creación de un nuevo Estado.
En 1892, ya de vuelta de la Ciudad Condal tras la muerte de su madre, publicó su primera obra
nacionalista: "Bizcaya por su independencia", tenía 27 años. En este
libro Sabino Arana narra las cuatro batallas de Bizkaia contra Castilla-España
concluyendo: "antaño Bizkaia luchó contra España y permaneció libre; hoy
es una triste provincia española, lo que haya de ser mañana sólo los bizkaínos
lo pueden decir".
El 3 de junio de 1893 Sabino fue invitado por el partido
regionalista español “Euskalerriano” de Ramón De la Sota a explicar sus ideas
al caserío Larrazabal de Begoña, cerca del actual Batzoki, tras una cena
organizada en su honor por 17 amigos y conocidos para celebrar la publicación
de su primer libro. Ramón de la Sota era un naviero bizkaíno de la oligarquía,
hijo de jauntxos (señores) rurales a los que su coetáneo y bilbaíno M. Unamuno
llamaba “nuevos condes siderúrgicos”, era el único oligarca abiertamente
“vasquista”. Le fue concedido el título de "Sir" de manos del rey
inglés y el de "marqués de Llanos" del rey español Alfonso XII. Junto
con su socio Aznar (su primo), poseía 90 de los 152 buques de gran tonelaje
inscritos en Bilbao; en el año 1900 fundó el mencionado astillero
"Euskalduna" sobre el astillero más pequeño del padre de Sabino,
astillero que se convertiría en uno de los más grandes de su época en Europa.
Ramón de la Sota poseía numerosos negocios y minas en todo el Estado español,
al morir en 1936 era el más rico de España. Será Ramón de la Sota el soporte
económico del nacimiento del nacionalismo vasco y aportarán los euskalerrianos
su impronta en la configuración definitiva del partido que creó Sabino Arana,
el Partido Nacionalista Vasco-Eusko Alderdi Jel(tzalea), PNV -EAJ (1895).
En ese discurso de Larrazabal, Arana decía que Bizkaia estaba
anémica por el contagio del virus españolista y debía de redimirse para
convertirse en nación bizkaína, argumentaba que la culpa era en parte de la falta
de conciencia de muchos de sus naturales y la división política. Proponía el
lema de "Jaungoikoa eta Lege Zaharrak" (Dios y las Leyes Viejas),
JEL, de clara entonación carlista, donde aparecen los Fueros y la religión
(“euskaldun fededun”), por la que sus seguidores son conocidos como Jelkides
(miembros de JEL).
“El lema de Bizkaya ha sido Jaun-Goikua eta Foruak que nosotros
hemos sustituido por Jaun-Goikua eta Lagi-Zara, que significa lo mismo, pero es
más euskérico que aquél. Traducido al castellano quiere decir "Dios y Ley
vieja", esto es, Tradición religiosa y Tradición Política. Con el primer
término se significa el Derecho de Dios en Bizkaya; y con el segundo el Derecho
Nacional de Bizkaya. (…) Antiliberal y antiespañol es lo que todo bizkaino debe
ser, según el lema de Jaun-Goikua eta Lagi-Zara”. Sabino Arana, Reglamento del
“Euskeldun Batzokiya”.
Los llama también “Lagi Zaharrak” porque muchos entendían por
Fueros cartas de privilegio, aunque esto sea en realidad sólo aplicable a los
fueros otorgados por los reyes a las villas, pues los Fueros nabarros no son
más que las leyes de nuestro Estado originario que los nabarros conseguimos
conservar con todas nuestras fuerzas pese a la invasión castellano-española y
mientras pudimos (incluidas numerosas “matxinadas” y varias guerras o
carlistadas).
Para Sabino Arana y los nacionalistas sabinianos, los Fueros eran
la expresión de la soberanía inmemorial vasca, donde las tierras vascas
constituirían en el seno del reino un cuerpo aparte, no desligado pero sí
autónomo, unido al resto por un acuerdo que pasaba por una relación personal de
los vascos con el rey, al puro estilo carlista. El auditorio no reaccionó.
La propuesta inicial Sabino Arana de reconversión del carlismo era
sólo para Bizkaia y fue conocido como “bizkaitarranismo”, el cual tuvo una
escasa o nula repercusión en otros territorios vascos y sólo más tarde se
expandió por Gipuzkoa y la zona más euskaldun de las demás “provincias” bajo el
lema “Euzkadi da euzkaldun aberria” (Euskadi es la patria de los vascos). Tras
el primer libro y el discurso de Larrazabal, desde 1894, habla de una
confederación de los territorios vascos.
El error que hereda del carlismo en la interpretación de la
historia del pueblo vasco, en la que Sabino Arana creía que los condados y
señorío (tenencias entonces) ocupados por Castilla a Nabarra habían sido
siempre independientes y “unidos voluntariamente” a Castilla -pues funcionaban
desde la invasión como 3 pequeños “Estados”, con sus gobiernos o Juntas, leyes
y defensa propia del territorio- y sólo Alta Navarra invadida, y no territorios
de un mismo reino o Estado invadidos en diferentes siglos, junto con una visión
de la cultura vasca constreñida a la realidad de Bizkaia o a la Euskal Herria
verde -“romanticismo bucólico pastoril” como la definió Anacleto Ortueta-, hizo
que el nacionalismo vasco no tuviera una repercusión tan importante en el resto
del territorio, el Ager vasconum.
El partir del carlismo y de una interpretación parcial y
castellano-española de la historia y por tanto no nacional, hizo que los
territorios de Iparralde, imbuidos en la política francesa sobre todo tras las
dos Guerras Mundiales, sólo se vieran identificados con los símbolos del
nacionalismo vasco, la parte “romántica bucólica pastoril” que compartían, pero
no con el fondo del nacionalismo como movimiento independentista o de
constitución de un nuevo Estado Vasco al que Sabino llamó “Euzkadi”, y ni
siquiera con la praxis del nacionalismo vasco, que siempre ha sido tendente a
tomar parte en la imposición armada española en sus elecciones, que no son más
que fruto de la pérdida de las Guerras Carlistas, y donde los vascos carecemos
de los mecanismos necesarios para defender nuestros acuerdos, sin que haya sido
capaz de articular el nacionalismo vasco, y sobre todo de defender, nada
comparable al marco foral-confederal carlista (aunque lo intentó con los
diferentes “Estatutos”) y mucho menos un Estado como el imaginado de “Euzkadi
da euzkaldunen aberria”, al eliminar del carlismo su apuesta decidida por la
defensa de sus ideas mediante el ejercicio del poder del pueblo vasco o
autodeterminación, al no creer en la capacidad y fuerza de este pueblo.
Siempre en tensión entre la independencia y el autonomismo
español, tras morir Sabino Arana, se llegó a fragmentar el PNV en Comunión
Nacionalista (1910), mayoritario, y un PNV-Aberri refundado poco después por
Luis Arana y Eli Gallastegi “Gudari” (1915). Comunión se había convertido en un
partido sin aspiraciones independentistas y de claro carácter clerical, muy
cercano al carlismo oficial con el que confluyó en numerosas elecciones
impuestas por el centralismo español.
Imanol Aznar, que después se cambió el nombre a Manuel al hacerse
franquista, miembro de las juventudes vascas del PNV, propuso por primera vez
una selección vasca de fútbol, su nieto Jose María Aznar, llegó a ser
presidente del gobierno español, a pesar de haber militado en su juventud en la
falange de Franco.
De Comunión Nacionalista (que no de Aberri como cabría esperar),
el día de San Andrés de 1930, nació Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale
Ekintza (ANV-EAE), partido aconfesional y socialista (no marxista), que
pregonaba un Estado republicano vasco, se trata del primer partido que se
proclamaba nacionalista vasco de izquierdas.
Anteriormente, hubo otros partidos que se declararon abertzales, republicanos y aconfesionales pero no de izquierdas, como el efímero Partido Republicano Nacionalista Vasco-Eusko Alderdi Abertzale Errepublikanoa (1911-1913) de corte liberal, encabezado por Pedro Sarasketa, Segundo Ispizua y su presidente Francisco Ulazia, con su lema "Aberria eta Azktasuna" y su periódico "Azkatasauna" https://eu.wikipedia.org/wiki/Eusko_Alderdi_Abertzale_Errepublikanoa
ANV recuperó el hilo de la historia y la enfocó acertadamente a
través de uno de sus fundadores, Anacleto Ortueta 1877-1959. Este bizkaino
escribió tres obras “Nabarra y la unidad política vasca” (1931), “Vasconia y el
Imperio de Toledo” (1934) y “Sancho III el mayor, Rey de los Vascos” (editada
en buenos Aires cuatro años después de la muerte del autor). Anacleto Ortueta
era seguidor del historiador alto nabarro Arturo Kanpion, al que consideraba su
maestro, y reclamó sin éxito que el nacionalismo vasco asumiera la
referencialidad histórica y política del reino o Estado de Nabarra.
Tanto el carlismo como el nacionalismo vasco cometieron el mismo
gran error histórico, tal y como dejó escrito Ortega y Gasset en su libro “La
rebelión de las masas”: “Quien aspire verdaderamente a crear una nueva realidad
social o política necesita preocuparse ante todo de que esos humildísimos
lugares comunes de la experiencia histórica queden invalidados por la situación
que él suscita (…) Con el pasado no se lucha cuerpo a cuerpo. El porvenir lo
vence porque se lo traga. Como deje algo fuera de él, está perdido”. Y se
dejaron fuera la historia de todo un reino-Estado vasco, el reino de Nabarra.
Tras una nueva dictadura comandada por Primo de Rivera, donde
Aberri fue ilegalizada, así como ANV, y Comunión fue legal o tolerada mientras
se expresara sólo en castellano, en 1930 y bajo el gobierno del militar de
Berenguer, Comunión y PNV se unificaron. Sin renunciar de forma oficial a la
independencia, adoptaron una postura denominada dentro del partido como
"gradualista”.
Quedaron fuera del PNV reunificado, además de ANV, los
independentistas llamados "Mendigozales" (1921) y su revista
"jagi-jagi", de la corriente minoritaria llamada “nacionalismo
humanista” que no llegó a conformarse en partido y que encabezada Eli
Gallastegi “Gudari”.
Gudaris del Batallón Araba, con pandero. El primero por la izquierda de pie, viste el kaiku típico de los Mendigoxales de imitación marinera. El mendigoxale era además, el nombre a otra prenda con los escudos de las provincias de Euskal Herria. |
Durante la Segunda República Española, en 1931, se dio el primer
sufragio universal en España frente al sufragio masculino y censario anterior
(en Francia en 1914), donde sólo podían votar los varones más ricos. El PNV y
los carlistas fueron juntos por última vez a las elecciones a las Cortes
españolas que se celebraron ese mismo año defendiendo el Estatuto de Estella o
reinterpretación a la baja de los Fueros: sacaron el doble de votos que sus
oponentes en las cuatro “provincias” nabarras peninsulares, pero el Estatuto
fue rechazado por el parlamento español, pues se sostenía en un poder otorgado
por el pueblo vasco y no por el gobierno español.
Esta coalición demuestra que, la para entonces decidida apuesta
autonomista del PNV y el carlismo (que seguía siendo muy fuerte en Alta Navarra
y había perdido su espacio en Bizkaia y Gipuzkoa frente al nacionalismo),
apenas se diferenciaban en sus postulados y estrategia, pero pronto lo harán en
un aspecto fundamental que se verá en la nueva propuesta de Estatuto de 1936:
“Dice Ud. que somos los responsables de la separación de (Alta)
Navarra del resto de Euskalerria (Hegoalde). Las únicas veces que (Alta)
Navarra luchó junto al resto de los Estados que forman Euskalerria fue durante
las guerras carlistas. (…) Si a lo que se refiere es que los carlistas no
secundaron el Estatuto del 36 fue porque este se diferenciaba del Estatuto de
Estella (1931) en que éste último fue aprobado por todos los vascos y archivado
por la República en un cajón y el Estatuto del 36 fue impuesto desde Madrid. La
soberanía política recae en la persona humana y esta cede de su derecho y
libertad en las comunidades políticas superiores. El Estado Español no es quién
para dotarnos a los vascos de ninguna ley, estatuto o concierto económico.
Somos los vascos quienes cedemos al Estado aquellos derechos que queramos, que
nos interesen.” “Nosotros los carlistas” Eudo E.K.A. Bizkaia.
En el primer Estatuto de Estella para las cuatro territorios
(1931), se definía el País Vasco como un país autónomo dentro del Estado Español
y se establecía un Consejo Ejecutivo como Gobierno Vasco, eligiendo cada
“provincia” a la ¼ parte de los miembros. El euskara era oficial con el
castellano. En el Estatuto se decía que “el idioma originario de los
vasco-navarros es el euskara, que tendrá, como el castellano, carácter de
lengua oficial en el País Vasco-Navarro”. El Estatuto se veía como un mal menor
tras la perder en las Guerra Carlistas los Fueros, pues en el propio Estatuto
se decía: “Según acuerdo adoptado por unanimidad en la Asamblea, los municipios
vascos declaran solemnemente que la aprobación de este Estatuto no supone
renuncia a la integración foral plena, concretada en la derogación total y
plena de las leyes de 25 de octubre de 1839, del 16 de agosto de 1841 y todas y
cuantas bien con anterioridad o posterioridad a estas fechas, hayan conculcado
de alguna manera los derechos sagrados de este País”.
Aunque se puso mucho énfasis por parte del gobierno español para
el rechazo del Estatuto de Estella en las llamadas “Enmiendas de Azpeitia” que
sostenían que la relación con la Iglesia que en el anteproyecto se atribuía a
la República española quedaba reservado al País Vasco (como tenían, por otra
parte, Alsacia o Baviera), la realidad fue que, aprovechando esta corrección,
vinieron otras de mucho más calado: el segundo Estatuto de Estella dejaba la
soberanía en manos del Gobierno Español (y su Tribunal Constitucional y
Tribunal Supremo), el que tendría la última palabra en caso de conflicto, lo
que convertía al Gobierno Vasco y a las Diputaciones en meros títeres del
primero, como después ocurriría con el llamado “Estatuto de Gernika” de 1979.
El euskara quedaba marginalizado en estos dos últimos Estatutos, sin necesidad
de ser aprendido por la población a diferencia del castellano, el cual se
imponía como única lengua para los vascos peninsulares por primera vez tras
miles de años de serlo el euskera, vasco o “lingua navarrorum”.
“ (…) ineludible en un sistema democrático, es la posibilidad para
todo cuerpo político de asegurar mediante la fuerza propia de uno u otro
género, la defensa de las instituciones con las que se ha dotado y al mismo
tiempo de controlar también a sus propios guardianes (…); el ejército español
sigue siendo en todo caso custodio sólo de los permanentes intereses de la
“nación” española que están hoy por hoy en las antípodas de los nuestros. (…)
No hay posibilidad para los vascos de participar en la política general del
Estado (español)” (Joseba Ariznabarreta “Pueblo y Poder” 2007).
Sobre los diferentes Estatutos, de los antecedentes y el origen de la Comunidad Autónoma Vasca hablamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/07/origenes-de-la-comunidad-autonoma-vasca.html