LEÓN IRIARTE y PABLO BARRICART: LIBERALES E INDEPENDENTISTAS NABARROS
Las conocidas como Guerras Carlistas en la historiografía española estarían dentro de las Guerras Forales en la historiografía vasconabarra, ya que, en este país, todo el pueblo se alzó para defender su legislación, usos y costumbres del modelo administrativo-estatal heredados del ducado de Baskonia y del reino de Nabarra que aún manteníamos, y no porque reinase un rey o una reina.
LOS BATALLONES FRANCOS
Es bastante desconocido y está poco estudiado por la historiografía, el suceso que tuvo lugar del 26 y 27 de agosto del año 1837, cuando estalló una sedición en el bando liberal de la fortificación de Zizur Menor (población a las afueras de Pamplona-Iruñea), la cual estuvo encabezada por el coronel pamplonés León de Iriarte Erburu y por el comandante ronkalés Pablo Barricart que comandaban los "batallones francos" de Nabarra que luchaban contra los carlistas.
Fortaleza de Iruñea-Pamplona durante la Segunda Guerra Carlista, Enciclopedia Auñamendi |
En octubre de 1833, el mismo mes que comenzó la guerra, el virrey Antonio Sola creaba en Nabarra los cuerpos de «tiradores y flanqueadores de Isabel», más conocidos como Batallones Francos, cuerpos de mercenarios que sumarían alrededor de 1.500 hombres:
"Los soldados cobraban 4 reales de vellón diarios a cargo del gobierno y otros 2 reales de vellón en raciones de pan, vino y carne, pagados en los dos primeros años por la diputación de los fondos de voluntarios realistas" ("Peseteros y radicales: el asesinato de Sarsfield" Ramón Del Río Aldaz -1997).
Eran por tanto los Batallones Francos, un cuerpo militar de mercenarios reclutados entre la clases bajas de Nabarra, que como vamos a ver, fueron los que se alzaron contra el ejército liberal de la reina española Isabel II de Bourbón y de su madre la regente María Cristina.
EL MOTIVO DE LA SEDICIÓN
La situación en Iruñea esos días era límite, ante los abusos y métodos dictatoriales del conde Pedro Sarsfield (Ceuta 1781), ex virrey de Nabarra y general de la reina, máximo cargo del ejército liberal en Nabarra, de infausto recuerdo tras su paso por Alaba y Bilbao.
Así lo relataba la propia Diputación, que había dejado de ser Foral y sus representantes electos habían sido sustituidos por otros elegidos a dedo por el propio conde Sarsfield:
«Las exorvitantes (sic.) pretensiones de que ella sola (Alta Nabarra) atienda al suministro ilimitado del ejército y
a sus pagas y la imposivilidad (sic.) de la diputación han hecho desenbainar (sic.) la espada a dicho general...»
(Representación de la Diputación a la regente de 12 de enero, en Ibid., t. 42, sesión de 12 de enero
de 1837).
Ante el ministro español Mendizabal, el representante de la Diputación señalaba: "El lamentable cuadro que presenta esta provincia es de tal naturaleza, que no
puede pintarse sin horror. No han cesado las exacciones a los pueblos, a pesar del
suministro que estoy verificando por cuenta del gobierno (...). Tal es
el verdadero y espantoso estado de esta plaza, que apenas podría sostenerse diez días
en un asedio del enemigo.
El país (Nabarra) devastado de todo punto, yo sin medio alguno para
atender a tan sagrada necesidad y los jefes militares en el conflicto de ver acercarse
el terrible momento de no tener con qué dar al soldado la ración del día».
Ante esta terrible situación límite, los sedicentes entraron en las murallas y se hicieron dueños de Pamplona y de la Diputación.
LA MUERTE DEL CONDE SARSFIELD
Wikipedia: Muerte de Sarsfield, xilografía por dibujo del ilustrador bilbaíno Vicente Urrabieta (1805-1879), Galería militar contemporánea 1846
La sedición fue encabezada por León Iriarte, un ex-guerrillero con Espoz y Mina durante la ocupación francesa de Las Españas y que después estuvo preso entre 1816-1820.
En sus memorias, Espoz y Mina dejó escrito sobre León Iriarte: "Figura endeble, pero hombre de singular sangre fría; por sus brillantes hazañas llegó desde soldado raso a capitán de caballería en aquella guerra".
Pedro Sarsfield |
Los Batallones Francos, tras entrar en la murallas, llevaron al ayuntamiento y asesinaron a cuatro pamploneses, además de al coronel Mendivil que les plantó cara y al propio conde Pedro Sarsfield, al que los sublevados atravesaron con sus bayonetas cuando intentaba refugiarse en una casa.
Después, le dejaron desnudo y expuesto el cadáver en la actual Plaza del Castillo, en aquel entonces llamada Plaza de la Constitución.
Así lo relata Antonio Pirala Criado (Madrid 1824-1903), historiador liberal en su libro "Historia de la Guerra Civil" -1868-:
"Acto continuo bajaron sus agresores arrastrando por
la escalera el cadáver del general (Sarsfield), lo sacaron al centro de la plaza, y una turba
feroz, entre la que figuraban algunas inmundas mujeres, lo despojaron hasta
dejarle sin camisa, y quedó completamente desnudo, expuesto a los ultrajes más
impúdicos, por más de dos horas, hasta que fue recogido y llevado al hospital en
una escalera de mano".
EL FUSILAMIENTO DE IRIARTE Y BARRICART
Dominada la sedición por las tropas liberales que llegaron a socorrer a la ciudad llamados y apoyados por la burguesía pamplonesa, quedó la plaza al mando del Teniente General Francisco Javier Cabrera.
Iriarte y Barricart fueron fusilados en el interior de la Ciudadela de Pamplona junto a otros dirigentes por orden del General Baldomero Espartero, que ejercía el poder real en España y no la regente.
El motivo oficial de la sentencia de muerte no fue la toma de la ciudad por la hambruna de las tropas, sino por haber intentado recuperar la independencia de Nabarra.
Esta es una parte de la sentencia del Consejo de Guerra celebrado en Pamplona en 1837 contra el coronel León Iriarte y el comandante Pablo Barricart por proclamar la independencia de Nabarra:
“(…) considerando asimismo por las declaraciones testificales que se comprometió bajo su firma a seguir y llevar a efecto la conspiración que tenía por objeto la independencia de Navarra, cuyo documento confesó el mismo Iriarte haber firmado (…).
Condena a la propia pena al comandante del Segundo Batallón de Tiradores Don Pablo Barricart, por resultar justificado: que se mantuvo al frente de su batallón cuando se pronunció la insurrección, y que en vez de contenerla, continuó a su cabeza y vino a Pamplona,
Segundo, que en el camino de esta plaza dirigió su voz a los insurreccionados... de lo que resultó que instigados por los sargentos e intimidados por las amenazas, tuvieron –el jefe y oficiales del primer batallón– que ponerse al frente de sus compañías.
Tercero, que fue el primero que firmó la relación de su batallón inserta con el número seis, de los que se comprometieron a proclamar la independencia de Navarra.
Cuarto, que hizo destacar el piquete que arrestó al general Sansfield; quinto y último, que aconsejó en Lumbier a varios sargentos, que se fugasen…».
Junto a ellos, fueron también fusilados 4 de los 8 sargentos condenados y que fueron los que empezaron la rebelión, ya que los otros 4 sargentos amotinados habían logrado huir.
“Mapas para una nación” J.M. Esparza donde (Alta) Nabarra consta en mayúscula por ser "reino" hasta 1841 y no una "provincia". Los Mapas usados hasta las Guerras Carlistas, todavía incluían en el reino baskón muchas de las comarcas históricas nabarras, como las tierras autrigonas hasta Laredo englobadas dentro de Bizkaia, Alaba, Gipuzkoa, tierras riojanas o de Castilla Vieja.
Para saber mucho más sobre los intentos de proclamar la independencia de Nabarra durante la Primera Guerra Foral o Carlista, se puede leer: LEHOINABARRA: FORALISTAS e INDEPENDENTISTAS