LOS DIFERENTES ORÍGENES DE LOS DIALECTOS DEL EUSKERA

LOS DIFERENTES ORÍGENES DE LOS DIALECTOS DEL EUSKERA

Aitzol Altuna Enzunza



INTRODUCCIÓN

“No existe ninguna lengua que tenga una homogeneidad total en cuanto a las formas en las que se usa una lengua. Cuanto más amplio es el ámbito geográfico en el que se usa una lengua, más variedades locales hay (dialectos). Todo el mundo habla una variedad de esa lengua. Llamamos lengua a lo que tienen en común esas variedades, pero es una abstracción y nadie habla de abstracciones. 

La existencia de una lengua estándar no elimina esa variedad (…). Por consiguiente, la idea de que en el dialecto estamos en lo irregular y asistemático y en la lengua ante lo sistemático y regular es un puro dislate. (…) La idea de una lengua fija e inmutable es uno de los mitos más arraigados en la cultura occidental (...)” (“La dignidad e igualdad de las lenguas” Juan Carlos Moreno Cabrera, Catedrático de Lingüística.)


"Ceren aunitz moldez eta differentequi minçatcen baitdira euscal herrian: Naffarroa garayan, Naffarroa beherean, Çuberoan, Lapurdia, Bizçayan, Guipuzcoa, Alaba-herrian, eta bertçe aunitz leccutan", Axular, “Gero”, siglo XVII.


La primera mención de los dialectos del euskera se la debemos a Arnaut Oihenart, historiador suletino del siglo XVII y síndico de Zuberoa. Louis Lucien Bonaparte, el ilustre dialectólogo y príncipe francés, en una labor de investigación realizada en parte personalmente y en parte con la ayuda de colaboradores, dejó plasmados en un mapa que lleva fecha de 1863, los límites de la lengua vasca, baskona o euskera en cada uno de sus dialectos: el bizkaíno, el gipuzkoano, el labortano, el suletino, alto-nabarro meridional, alto-nabarro septentrional, bajo-nabarro oriental y el bajo nabarro occidental. Incluso recogió en el mapa dos grados de intensidad en el uso de la lengua. 



Koldo Mitxelena en 1958 distinguió además el aezkoano, el salacenco y el ronkalés y añadió el hablado en Alaba, Rioja y norte de Burgos, desaparecidos entre los siglos XVI al XIX. Estudios más recientes, como el de Koldo Zuazo “Euskalkiak, herriaren lekukoak” (2005), observan 5 dialectos: el Occidental (200.500 hablantes bizkaínos), el central (223.000, Gipuzkoa, y se ha ido extendiendo a los valles nabarros de Araitz, Larraun, Basaburua e Imotz), el alto nabarro (30.000), el bajonabarro-labortano (70.000 que penetra en el noroeste de Zuberoa y en el valle alto nabarro de Luzaide), el suletino (11.000 que se habla también en una localidad administrativamente bearnesa: Eskiula). 

En su libro Koldo Zuazo menciona también el alto nabarro oriental: ronkalés y salacenco, 300 hablantes únicamente, de fuerte influencia del suletino, por lo que luego lo ve más como subdialecto.



LA UNIFICACIÓN ANCESTRAL DEL EUSKERA

En 1981 se publicó un artículo de Koldo Mitxelena "Lengua común y dialectos vascos", donde hizo una breve mención al tema que nos ocupa. En ella, defendió la tesis de que los dialectos no podían ser muy antiguos y presentó dos razones para ello: El amplísimo número de características comunes a todos los dialectos, lo cual sería improbable si éstos fueran tan antiguos. El elevado número de innovaciones comunes a todos los dialectos, hecho difícilmente explicable de ser antiguo el fraccionamiento dialectal. Por poner un ejemplo, las abundantes palabras provenientes del latín han seguido una evolución similar en todos los dialectos.


Decía Koldo Mitxelena: “Ya por los siglos X-XI eran manifiestos los contrastes, occid. baltz, barri / or. beltz, berri, con una divergencia insignificante, si no hubiera cobrado importancia gracias a la escasez del material utilizable. Es de mayor entidad la oposición occid. (h)uri / or. (h)iri, «villa», cuya razón de ser no está nada clara, a mi entender: en la zona que es después de dialecto guipuzcoano, había solo iri, a lo que parece, pero huri- cubría Álava, hasta su frontera oriental y aún más allá, ya que su área comprendía Arana, por ejemplo, y Val de Lana en (Alta) Nabarra. Los límites señalados por Menéndez Pidal en trabajos que luego aparecieron reunidos en el libro “En torno a la lengua vasca”, exigirían algún retoque dentro de la zona propia y seguramente vasca de lengua.



Aunque Ili-, Ilun- (-iIon-) se documenta cerca de un milenio antes que huri-, -(h)uri, yo me he inclinado a dar prioridad, faute de mieux, a estas últimas formas en la idea de que el cambio de vocal posterior a anterior era más simple, y estaba mejor apoyado por paralelos, que el contrario. En todo caso, para lo que aquí importa la isoglosa, indicio de diversidad dialectal, ya estaba establecida por el año 1000. Lo estaba posiblemente antes, pero esto no es un hecho, sino una mera conjetura”.

Julio Caro Baroja es de la misma opinión, así en su libro “Sondeos históricos”: "El idioma vasconabarro del siglo X se hallaba, hasta cierto punto, bastante fijado en rasgos fonéticos y elementos léxicos que aún conserva. Acaso antes también".



EL ORIGEN DE LOS DIALECTOS: TEORÍAS

Veamos cada uno de los elementos que se han considerado origen de los dialectos del euskera.


Sobre los pueblos euskaros a la llegada de los romanos y los euskalkis o dialectos


Es cierto que los Pueblos euskaros que describen los romanos parecen coincidir en muchos casos con los dialectos, pero esa impresión cuando se baja al detalle resulta que pierde consistencia.

Las excavaciones en Busturia (en la costa bizkaína) y en Labeko Koba (Arraste-Mondragón), demuestran que ya en el solutrense (hace 19.000 años), los habitantes de esas tierras iban en verano hasta al valle de Uda (Trebiño) a cazar los herbívoros que se reunían allí en manadas, se han encontrado piezas de sílex de Trebiño en esos dos lugares que lo confirman. Las piezas de sílex con las que se fabricaban muchas de las herramientas eran de difícil obtención y se encontraban en muy pocos sitios como el mencionado de Trebiño, en Urbasa o en Kurtzia (entre Sopelana y Barrika en Bizkaia). Ese es justo el territorio que se les atribuye a los karistios o karietas.


Estornés Lasa señalaba que la bifurcación dialéctica a partir de un fondo común ocurrió al afincarse las poblaciones en zonas fijas, al desaparecer la gran caza, que coincide con el magdaleniense (14.000-9.000 a. C.). La población pasa de ser trashumante a mantener pequeñas poblaciones que cazan en los alrededores y que luego se convertirán en agrícolas y pastoriles en pequeña escala (neolítico, 4.000 a. C. en el caso de Euskal Herria, que coincide con la aparición del citado como "tipo vasco" actual), no alejándose de valles y lugares más o menos cercanos.

Es más que probable que los diferentes Pueblos en los que nos dividíamos los euskaldunes a la llegada de los romanos tuvieran diferencias dialectales, pues eran sociedades políticamente y económicamente bastante cerradas, aunque comerciaban entre sí y con otros Pueblos no-euskaros. Pero esas diferencias en el habla no son las que ahora percibimos.

Bakaiku en la Sakana, el mayor castro baskón prerromano encontrado hasta la fecha

La falta de una unidad política está sin duda en el origen de sus euskalkis, pese a todo, el comercio que existía entre ellos haría que no fueran definitivos para una divergencia total y la creación de diferentes idiomas con una misma raíz (como los idiomas romances desde el latín), por lo que podemos hablar de un único idioma, quizás con menos divergencias dialectales que en el presente, pues son sociedades que evolucionaban de una forma muchísimo más lenta que la actual.

Revista BERTAN de la Diputación de Gipuzkoa "Burdin Aroko herri harresituak Gipuzkoan" Xabier Peñaver y Sonia San José

El hecho que el territorio del Pueblo karistio o karieta parezca coincidir con el habla bizkaína actual, es cierta, pero con excepciones, como la parte oriental de Alaba de habla bizkaína que pertenecía al Pueblo bardulo, y es imposible que ese dialecto sea tan antiguo, pues en ese caso sus diferencias con el resto serían mucho mayores, según señalan todos los lingüistas. Se explica mejor el dialecto bizkaíno por otras circunstancias que veremos más adelante.


Los demás euskalkis tampoco coinciden plenamente, ni mucho menos, con Pueblo prehistórico euskaro alguno: ni en caso del bardulo, ni el baskón, ni el ausko (aquitano), ni los autrigones, ni los berones, por dejar la lista en los clásicos.


Koldo Mitxelena en el mencionado artículo (1981), en los pocos textos que existen, sí que ve alguna diferencia dialectal: “En la onomástica antigua hay alguna que otra señal de polimorfismo, como la alternancia t / h en Tals-co- / Hals-co-, etc. Alguna vez he sugerido que aquit. Ombe- (-co, -xo) sea el correlato de Vm.me-, con indicación de frontera silábica, que razonablemente no es otra cosa que vasc. ume «niño, cría», cf. Umea sobrenombre medieval frecuente en (Alta) Nabarra. 

Pero, aun si esto fuera así, solo tendríamos una indicación de la etapa, fácil de interpolar, en la reducción de /nb/, es decir, [mb], a/m/, asegurada por ejemplo por la correspondencia aquit. Sembe-: vasc. común seme «hijo»”.


Sobre los dialectos del euskera en el artículo “Sobre el pasado de la lengua vasca”, comentaba el propio Koldo Mitxelena “¿Puede establecerse alguna correlación entre éstos y las antiguas divisiones tribales? ¿No estarán más bien en conexión con hechos más recientes como las divisiones eclesiales? Estas explicaciones no tienen por qué excluirse. 

Para la primera, las coincidencias más notables que ha observado es en Guipúzcoa, cuyo territorio no es dialectalmente unitario ni tampoco corresponde por entero a la extensión que los geógrafos antiguos parecen asignar a alguno de aquellos pueblos de modo que la zona de habla alto-nabarra coincidiría con territorio baskón y la de habla vizcaína al oeste con territorio caristio, con lo cual, la parte várdula de Guipúzcoa sería el solar del moderno dialecto guipuzcoano”.




Sobre las diócesis y su influencia sobre los dialectos

Al binomio "Pueblos o tribus-dialectos" establecido por el mencionado Oihenart (s. XVII), se le añadió un tercer elemento en el siglo XX: el de las diócesis eclesiásticas. 

Esta tesis fue recogida posteriormente por Julio Caro Baroja en dos libros que tuvieron una amplia difusión: "Los Pueblos del norte de la Península Ibérica" (1943) y "Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina" (1946). 

También Menéndez Pidal sostuvo en 1962 que, en varios idiomas europeos, y entre ellos en el euskera, los límites dialectales son ajenos a las divisiones administrativas modernas, no coinciden con ellas, y en cambio se acomodan bien a la demarcación de las diócesis eclesiásticas, herederas a su vez de la administración imperial en tiempos de Constantino (siglo IV).


El lingüista eibarrés Koldo Zuazo comenta: “La hipótesis de la relación "tribus-diócesis-dialectos" tiene su mejor apoyo en la zona occidental: en Bizkaia, Alaba y valle del Deba. Se dice que esa zona estuvo poblada por los caristios, que eclesiásticamente constituyó la diócesis de Armentia, que luego se integró en la de Calahorra, y que en ella se hablaba un tipo de euskera similar".

Mapa de Eneko Del Castillo 

Sigue Zuazo: "(…) las provincias de Iparralde están divididas en tres obispados y, según parece, estuvieron ocupadas por una única tribu (sic.). La relación "tribus-diócesis-dialectos" tampoco se cumple en Gipuzkoa y Nabarra. Eclesiásticamente, la mayor parte de esas dos provincias estuvo encuadrada en un único obispado, el de Iruña. Sin embargo, estuvieron pobladas por dos tribus diferentes, la de los baskones y la de los várdulos y, desde el punto de vista lingüístico, se hablan dos dialectos principales, todo ello sin olvidarnos de las peculiares hablas de los valles nabarros de Salazar y del Roncal. En definitiva, no parece que las demarcaciones eclesiásticas sean una continuación de la antigua organización tribal (…)”.

Por tanto, algunas de las primeras diócesis parecen albergar un territorio natural, conocido desde mucho tiempo atrás, pero no parecen estar relacionadas con los Pueblos euskaros prerromanos ni coinciden con los euskalkis actuales.

La Sakana

Como hemos visto, La Burunda y la Tierra de Aranatz, el valle de Lana y el alto valle Ega (Marañón y Aguilar de Codés) serían tierras bardulas (Alta Nabarra) pertenecían a la diócesis de Auca, con sede en Villa Franca de Montes de Oca en el siglo IV (en la actual provincia de Burgos). Conquistada después por los musulmanes (s. VIII), carece de continuidad alguna para dejar huella en el euskara en una época tan inicial para la Iglesia Católica y socialmente muy convulsa.

La ocupación musulmana hizo que la diócesis de Auca pasara a Valpuesta (Oeste del río Nervión y de Alaba ). Se crea sobre tierra autrigona sobre el año 804, aunque es improbable que cuando se funda la diócesis quedara nada de los antiguos autrigones (lo mismo sirve para otros Pueblos euskaros prehistóricos), pero sí es cierto que incluso hoy, las gentes que ocupan el territorio de ese antiguo Pueblo euskari, mantienen una relación social y económica estrecha.



Valpuesta tiene un matiz netamente alabés según el historiador español Pérez de Urbel. Sobre 1060 desaparece la diócesis de Valpuesta a favor de Burgos, lo cual es sin duda una decisión política, por lo que la influencia de Valpuesta debió de ser escasa sobre el euskara hablado en su territorio, el cual no se conserva.

La diócesis de Armentia se crea junto con la diócesis de Nájera cuando Calahorra es tomada por los musulmanes, pero es efímera (200 años), pues al ser recuperada Calahorra por el rey nabarro García IV el de Nájera (sobre 1045), la diócesis volvió a su sede originaria hasta el siglo XIX. 

La diócesis de Armentia existió entre los siglos IX al XI (tiene obispos entre el 871 y 1087) y antes estuvo la de Veleia Vieja, también en Alaba, que sí que recoge en su seno la tierra Karistia o Karieta y el euskera occidental o bizkaíno, pero esta diócesis albergaba también territorios de otros Pueblos prehistóricos euskaros, bardulos e incluso autrigones. La Diócesis de Calahorra, antigua ciudad del Pueblo baskón, no cumple tampoco con la distribución actual de los euskalkis.


La diócesis de Pamplona esconde bajo su sotana gran parte de la tierra del antiguo Pueblo baskón, pero ni mucho menos todo él, ya que también lo eran los habitantes de las Cinco Villas aragonesas que no pertenecen a la diócesis de Pamplona y los habitantes de la diócesis de Baiona, que sí que eran baskones. 

Además, incorpora al antiguo Pueblo de los bardulos en su mayor parte. Es más, tampoco coincide con euskalki alguno, pues extendía su manto sobre los hablantes del gipuzkoano actual, que ocupan la parte costera del territorio del Pueblo de los bardulos, pero no todo él. La diócesis de Pamplona pudo estar erigida para el siglo IV ("Orígenes de cristianismo en la tierra de los vascones" Roldán Jimeno).

Eneko Del Castillo, Nabarlur.blogspot.com

La diócesis de Baiona con su patrono San León, degollado en el siglo IX, era el Vizcondado de Lapurdi, comunidad humana ancestral por otra parte. Lapurdi nació además de abarcando la provincia actual, con territorios hoy gipuzkoanos: del Bidasoa hasta el Urumea (San Sebastián) de Oarso Aldea, así como otros hoy alto nabarros: Alto Baztan (Maia, Elizondo, Irurita, Azpilikueta), Cinco Villas (Bera, Lesaka, Etxalar, Iantzi y Aranaz), Valle de Lerin (Sunbilla, Zubieta, Donamaria, Bertiz y Nabarte) y además parte de Baja Nabarra (Arberoa, Orzaize, Garazi y Baigorri).

No es descartable que los “lapurdo” o lapurdum (como se refieren en textos latinos tardíos a Baiona), tuvieran relaciones estrechas con los “baskones” prehistóricos, como sostenía, por ejemplo, el Doctor en historia Manex Goyhenetche. 

Por tanto, no coincide la diócesis con todo el Pueblo baskón ni con ningún otro y en ese territorio actualmente se hablan los euskalkis labortano-alto nabarro y bajo nabarro, con la influencia del gipuzkoano en la comarca de Oarso en épocas recientes. 

La diócesis casi coincide en el tiempo, pero el vizcondado parece ser anterior, pues la diócesis se sabe que existe al menos desde 1105 y los primeros vizcondes de Lapurdi son la mayoría nabarros descendientes de Sancho Abarka a través de su hermano pero creado en el siglo del siglo XI con Sancho III el Mayor. La ciudad de Baiona pertenecía al obispado y el puerto al vizconde.



En el siglo XVI (1566), tras la conquista del sur del reino de Nabarra, las tierras gipuzkoanas y alta nabarras de la diócesis de Baiona pasaron a la diócesis de Pamplona, pero es una decisión claramente política del emperador germánico-español Felipe II de Habsburgo que así se lo pidió al Papa.

La diócesis de Tarazona se creó sobre otra comarca económica, geográfica y social natural con tierras de la ribera media del Ebro y llega hasta tierras de Tudela, por lo que poco aportó al Euskara.

En Iparralde, la diócesis de Olorón del siglo VI, tenía a los suletinos y bajo nabarros limítrofes bajo su cetro, lo que sí coincide con su euskalki actual, pero como veremos, no parece que surgiera en esos momentos de la historia, sino que ese euskalki es mucho más reciente en el tiempo y se explica mejor por otras causas.

Akize (Dax, Baskonia continental), sería la diócesis de la parte norte de Baja Nabarra, país de Mixe y Ostabarret: Amiküze, Oztibarre, Landibarre y Bidaxune. Hablarían estos Pueblos un subdialecto del bajo nabarro, pero esta diferencia parece más bien motivada por una mayor relación comercial con los territorios al norte que por la influencia diocesana, es además una diferencia dialectal pequeña, sería más bien un subdialecto del bajo nabarro.

Mapa Eneko del Castillo
Diócesis en Nabarra s. IX-XI


Por tanto y resumiendo, las diócesis de Iparralde no parecen guardar relación con los antiguos Pueblos euskaros ni con los euskalkis, pero tampoco la diócesis de Pamplona; está más ajustada en el caso de la diócesis de Veleia-Armentia con el euskera bizkaíno y los karietas (pero abarca territorios de más Pueblos prehistóricos del territorio alabés y no explica los subeuskalkis dentro de ella) y solo Valpuesta sería coincidente con un Pueblo prehistórico euskaro, pero cuyo euskera no se ha conservado para poder ser estudiado. Estas dos últimas diócesis son las dos más efímeras, por lo que parece difícil que pudieran crear una diferencia significativa sobre el euskera de sus territorios.

Mapa Eneko del Castillo
Diócesis en Nabarra a partir del s. XII 

La conclusión es que las primeras diócesis de Auca, Calahorra, Valpuesta, Pamplona, Baiona, Armentia, Tarazona, Olorón y Dax, pudieran atender más a una necesidad de predicar sobre una población que se relaciona por cercanía (facilidad geográfica como los conventos romanos que hemos visto), que tienen una vida política y económica en común de forma natural, lo cual les hacen coincidir en grandes territorios con las divisiones de los Pueblos prehistóricos que seguían las mismas premisas de relaciones económicas-políticas siguiendo los valles que marcan sobre todo los ríos y salidas naturales entre el mar y el interior. 

Nabarra a la muerte de Alfonso I el Batallador
Eneko Del Castillo nabarlur.blogspot.com

Pero luego (como hoy) son decisiones políticas, tanto en el caso de la diócesis tardía de Baiona, como cuando Castilla empieza a despertar para ser el reino depredador que fue. Parece más que las primeras diócesis se adecuaran a la realidad social en la que pretendían predicar que fuente creadora de dialectos en esos primeros siglos.

Es más, la Iglesia Católica no usó los idiomas nativos hasta el Concilio de Trento en el siglo XVI, por la presión de los Protestantes que ya lo hacían (pro-texto), por lo que la influencia de la Iglesia Católica anterior a ese Concilio y sus diócesis, debió de ser muy limitada sobre los euskalkis, al menos a través de la liturgia o en la creación de un euskalki de clase social alta, pues el idioma litúrgico y de clases altas sería el latín, lo que llevará a crear los idiomas romances en la Alta Edad Media.


Mondragón-Arrasate

Sin embargo, sí que hay casos concretos donde ha quedado la influencia de la Iglesia católica en el euskalki. En el alto Deba (de Arrasate a Leintz-Gatzaga), el obispado de Vitoria del que dependía toda Gipuzkoa incluido este valle, mandaba en el siglo XIX curas nativos, pero sin respetar el euskera bizkaíno que se habla en la zona. 

La consecuencia fue que los naturales de ese valle se acostumbraron al euskera gipuzkoano y se convirtió en el euskera de relación entre las clases altas y el euskera de escritura y lectura habituales, considerando a aquellos que solo hablaban bizkaíno como gente iletrada, sin que con ello desapareciese el euskera bizkaíno de esos valles. 


Anteriormente según el trabajo "Diócesis y Arciprestazgos de Bizkaia en el siglo XII" de F. García Cortázar (2018), estaba en Bizkaia el arciprestazgo del valle de Leniz o Leintz hasta su salida por la costa en Mutriku siguiendo el curso del río Deba, que coincidiría además con la tenencia de Aitzorrotz. Se llamaba arciprestazgo del valle de Leniz o de Mondragón  según Labayru, el cual tenía sus juntas en Mañaria  (Bizkaia).
E. Labayru (1900) también comenta cómo, toda esta comarca, estaba fuera del arciprestazgo mayor de Gipuzkoa o de Ibarra, perteneciente al obispado de Pamplona. Eran las poblaciones de: "Eibar, Elgoibar, Bergara, Anzuola, Elgueta, Plasencia de las Armas, Oñate, Arechabaleta, Escoriaza, Mendaro (un barrio -de Elgoibar-), Astigarribia, Salinas y las anteiglesias del valle de Leniz (...)" , pasaron luego al obispado de Calahorra y La Calzada. 
Significativamente también, en Gipuzkoa había un tercer arciprestazgo, el de Hondarribia, perteneciente al obipado de Baiona, que se reunía en el campo de Aristi cerca de Irun.


Ruiz de Larrinaga en 1954 dice: “Sucede en todas estas poblaciones (Valle del Deba) que miran con desdén al bascuence de Vizcaya y son muy apasionados al dialecto del Beterri (Tolosa aldea): sermones y pláticas se predican en ese dialecto de Beterri y muchísimas personas hacen estudio de ese dialecto por cuyo motivo hacen una mezcla, pero todavía no han podido guizpuzcoanizar al vulgo”.

El propio Koldo Zuazo aporta otro buen ejemplo de la actividad unificadora de la Iglesia sobre el idioma de sus feligreses en siglos pasados al hablar de los subdialectos: “El tercero y el más moderno lo fijamos en la zona central de Bizkaia, en las comarcas de Mungialdea, Busturialdea, Txorierri y Arratia. Se ha desarrollado a partir del siglo XIX y sus principales agentes propagandísticos han sido los sacerdotes y los miembros de determinadas congregaciones religiosas, por lo general franciscanos, carmelitas y pasionistas”.


La influencia de la Iglesia Católica en aquella sociedad es mayor de lo que la gente puede percibir hoy en día, incluso para unificar el idioma formal hablado, que siempre tendría algún reflejo en el idioma más popular como hemos visto. Pero en los primeros siglos la situación era muy diferente, cuando se predicaba en latín parece que su influencia en esos siglos debió de ser más hacia la creación de romances o “corrupciones” del latín que hacia la dialectización del Euskara  

El euskera eclesial de base latina no tiene gran diferencia dialectal, por lo que difícilmente se puede remontar a la Alta Edad Media, sino más bien al Concilio de Trento en el s. XVI.

Sobre las rutas comerciales y la influencia de las villas

El Régimen Foral suponía que las fronteras económicas estuvieran en el llamado “Cordón del Ebro”, por lo que los vascos seguíamos manteniendo nuestras relaciones comerciales anteriores a la ocupación militar de la Nabarra Occidental, sin estar constreñidos económicamente a las hoy llamadas provincias en las que fuimos divididos, aunque hubo una fuerte fricción entre la parte ocupada y la parte del reino que seguía libre, con amplias comarcas fronterizas y la intervención de las Hermandades de Frontera.


Bizkaia ha tenido más relación comercial con Vitoria-Gasteiz y luego con la meseta castellana que con Pamplona-Iruñea. Vi(c)toria fue fundada como villa en 1181 sobre el poblado de Gaste(b)iz por Sancho VI el Sabio de Nabarra y dejó de hablar euskera en el siglo XIX, durante las carlistadas.

El Portalón en Vitoria-Gasteiz

Así, no se puede olvidar que, por ejemplo, Bizkaia y Alaba formaría una unidad económica, tanto dentro del reino de Nabarra como después con Castilla, con sus pasos por Altube, Barazar u Orduña, con comarcas internas naturales (como Uribe costa o duranguesado, por ejemplo) y con otros valles más o menos aislados que generarían también pequeñas diferencias dentro de los dialectos. Son Rutas Comerciales ancestrales que se mantienen con el paso de los siglos e incluso de los milenios. 

Todas las rutas las explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/01/las-rutas-comerciales-en-bizkaia-en-la.html



Bilbao, puerto de Begoña con Nabarra con su castillo donde hoy se alza la iglesia de San Antón, se constituyó como villa independiente en 1300 para competir contra Bermeo y el puerto de Santurtzi que era entonces Portugalete, tal y como explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/01/la-fundacion-de-la-villa-de-bilbao.html


Un error habitual entre los lingüistas es dar preponderancia económica y política a Bilbao en la Alta y Baja Edad Media bizkaína en vez de a Bermeo, capital de Bizkaia hasta el siglo XVII (1602). Fernando el Falsario, o el Católico como le llaman los españoles, se refería a Bermeo como "cabeza o caput de Vizcaya" en 1475, por ser "la villa principal, primera y más importante, la más poblada, la más rica y poderosa". Pero parece que Bermeo tampoco aporta mucho al euskera bizkaíno, su aislamiento geográfico (aunque no por mar) y su escasa población alrededor, pese a ser su capital, tuvieron que ver sin duda, además de ser una villa volcada más a la mar que al comercio. 

Se ha considerado al euskera bermeano un subdialecto y donde es más probable que surgiera el “na” frente al “naz” más extendido en el bizkaíno o la -n final en las formas verbales de pasado (za, “era” por zan) usado en Uribe-Kosta (Barrika, Berango, Gorliz, Lemoniz, Plentzia, Sopelana, Getxo, Erandio, Leioa y Urduliz) y Bermeo. Bilbao también tiene estas dos variantes (na/za), pero tampoco parece que tuviera influencia en el euskera de la comarca.


Bermeo, cabeza o capital de Bizkaia hasta el siglo XVII


Todas las rutas comerciales salían de la capital bizkaína y se dirigían a la Llanada Alabesa, preferentemente a Vitoria-Gasteiz y a La Rioja, lo que explicaría el parecido de sus euskalkis, lo mismo que el de la comarca del Deba con su salida natural hacia Vitoria-Gasteiz por Arlaban. El euskera bizkaíno de Oñate es parecido al de Vitoria-Gasteiz, con el que tenía una relación comercial fluida que no tenía con el valle paralelo del Urola gipuzkoano, que habla otro dialecto, el gipuzkoano o central.

Por tanto, existen diferencias motivadas por las salidas naturales de los excedentes de los productos de la costa hacia el interior de la Llanada alabesa y la meseta, pues está constatado este tránsito desde época prehistórica, cuando los habitantes de Urdaibai en la costa bizkaína iban a cazar hasta los actuales territorios de Trebiño en la Llanada Alabesa. 

Vitoria-Gasteiz

Además, Vitoria-Gasteiz influyó sobre otros territorios limítrofes, tal y como señala Koldo Zuazo: “También quisiera señalar que, vista la silueta del euskara occidental, su núcleo ha de situarse necesariamente en Gasteiz. Si estuviera en Bizkaia, sería improbable que las innovaciones hubieran llegado al oeste de (Alta) Nabarra. La presencia de rasgos occidentales en el Goierri también se explica mejor partiendo de Gasteiz, pues no ha de olvidarse que ha existido una importante vía de comunicación que unía Araba con la costa a través del túnel de San Adrián”.



Agustín de Kardaberaz (escritor hernaniarra del s. XVIII) ya adelantó esta cuestión cuando dijo que dentro del bizkaíno existían palabras o giros diferentes en zonas comercialmente muy relacionadas, como Uribe costa, Plentzia-Matxitxako (Bermeo)-Mungia, Zeberio-Otxandio-Orozko (aunque físicamente alejanados, son pasos a Vitoria-Gasteiz) y más claramente en el duranguesado.

Es paradigmático la influencia de las comarcas económicas y sociales naturales en los euskalkis si se mira al Goierri gipuzkoano (Beasain, Ordizia, Segura, Legazpi etc.). Así, en Abaltziseta e Ikastegieta hablan un euskalki de transición al Beterri tolosarra con el que son fronterizos, Urretxu y Zumarraga hacia el valle colindante de Urola, y lo mismo ocurre con los Pueblos que limitan con Alta Nabarra por Etxegarate y los que lo hacen con Alaba por el paso de Lizarrate o San Adrián.



La fuerte plaza comercial que era la villa de Tolosa, extiende la influencia de su euskera a los valles colindantes de Alta Nabarra de Larraun, Basaburua e Imotz, que hablarían euskera gipuzkoano (incluso en la Sakana). Tolosa fue capital de Gipuzkoa durante un breve tiempo, entre 1841 y 1854 (hasta entonces era itinerante entre las grandes villas gipuzkoanas), después pasó a San Sebastián-Donostia. Por su parte, Getaria fue capital de la tenencia de Iputz dentro de Nabarra y abarcaba su alfoz también a Zarautz (villa de Elkano), pero solo hasta el siglo XII que se produjo la conquista castellana de la Nabarra Occidental.

Respecto al Este de la actual provincia de Gipuzkoa, pese a ser ocupada casi en su totalidad en ese año 1200, la comarca de Oarso (baskones prerromanos), siempre ha sido la salida natural de los valles que desde Pamplona se dirigen hacia el mar (incluso en el presente con los popularmente conocidos por los gizpukoanos como “mea playas”), lo que explica que, pese a estar divididos por la fuerza de las armas, las relaciones sociales y comerciales fueron intensas.

Rutas principales del Camino de Santiago por Euskal Herria, algunas sobre Calzadas Romanas y éstas probablemente sobre cominos prehistóricos https://lehoinabarra.blogspot.com/2020/04/el-camino-de-santiago-por-bizkaia.html

Un ejemplo claro de la relación estrecha comercial y social entre Gipuzkoa y Alta Nabarra son los pastos comunales como los de Aralar, que dieron lugar a la “frontera de malhechores” en los siglos XIII y XIV del canto de Beotibar, al pertenecer de la noche a la mañana a Estados diferentes sin que estos pastos estuvieran antes mojonados, ni existieran alto nabarros y gizpuzkoanos (creación política posterior a la ocupación militar castellana), pues todos ellos era conocidos en el mundo como “nabarros”.

Salazar y Ronkal, siempre han tenido una relación comercial y pastoril con Zuberoa, lo que explica la influencia del idioma suletino en los primeros, como el bajo nabarro en el euskera de Aezkoa.

En el caso de Zuberoa, su relación amor-odio con Beárn es, cuando menos, medieval, lo que explicaría la influencia del romance bearnés en el euskera de Zuberoa, donde además el bearnés fue idioma oficial entre los sigo XIV al XVI, sin olvidar a su vez la importante influencia del euskera en el bearnés expuesta por historiadores y lingüistas (como en el libro de Luis Nuñez Astrain “El euskera arcaico”). Incluso hoy el bearnés es un idioma que se oye en muchos mercados de Zuberoa.



Por otro lado, los marinos tienen siempre diferencias respecto al interior e incluso una jerga común por la relación comercial entre puertos. Otro de los elementos unificadores podría haber sido la trashumancia pastoril, sin que parezca que ninguno de estos dos hechos haya influido, más que superficialmente, en los euskalkis que hablan marineros y pastores.
Una situación parecida y constatada, sería el caso de las personas que iban a trabajar a Zuberoa a su industria textil en los siglos XIX-XX y que volvían a sus lugares de origen recogiendo en el trayecto elementos del suletino.

También se nota en los territorios de los subeuskalkis o subdilectos las relaciones comerciales preferentes de algunos valles con otros o con villas importantes y con grandes días de mercado: Tolosa, Vitoria-Gasteiz, Maule, Garazi, Pamplona etc.


Sobre la literatura

Mucho más reciente es la influencia del euskera literario a favor del gipuzkoano, al igual que el prestigio de los bertsolaris (poetas populares) gipuzkoanos.

La literatura unificó el euskera clásico (siglos XVI al XVIII), fue el primer “euskera batua” al que podríamos llamar “nafarrera” y que Federico Krutwig –uno de los fundadores de Euskaltzaindia- propuso y quiso que fuese el definitivo. 

Koldo Zuazo: “Otro paso importante se dio, con toda seguridad, entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XX. A mediados del XVIII surgió el dialecto literario guipuzcoano, en el siglo XIX tomaron cuerpo el vizcaíno y el suletino y en el siglo XX el nabarro-labortano, lo que propició el distanciamiento entre los diferentes dialectos”.

Joanes Leizarraga
Pintura de Irkus Robles-Aranguiz 
https://eu.m.wikipedia.org/wiki/Irkus_Robles-Arangiz

La política también intervino en el origen de euskera literario. Así, el último euskera literario fue el euskera alto nabarro, lo cual denota la represión sobre la población de esa parte del reino nabarro que continuó durante los siglos que siguieron a la ocupación militar castellana (s. XVI al XVIII según demuestra Peio Esarte), que coincidió con la popularización de la literatura gracias a la invención de la imprenta.


Juana III de Albret o Labrit, hija de Enrique II el Sangüesino

Es suficiente recordar para esta afirmación que los primeros libros y el primer movimiento literario y unificador del euskera (la Escuela de Sara), se da en la parte independiente del reino en esas mismas fechas (siglos XVI-XVII). Tanto el libro de B. Etxepare como el Nuevo Testamento de Leizarraga, cuentan además con la subvención de los reyes nabarros de la Corte de Enrique II “el sangüesino” (que era euskaldún) y su hija Juana III respectivamente (ésta de religión protestante). 

El nacimiento de la literatura en en euskera y la fuerte influencia de la corona de Nabarra la explicamos en:https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/el-nacimiento-de-la-literatura-vasca.html; sobre el último rey euskaldun hablamos en https://lehoinabarra.blogspot.com/2020/06/el-ultimo-jefe-de-estado-euskaldun.html 

Pero, todas estas constataciones, no explican las mayores diferencias dialectales actuales frente a las constatadas de esos primeros siglos de la literatura en euskera, lo que nos lleva a buscar una explicación de más calado social para la situación actual.


Sobre el posible origen político de los dialectos actuales

Koldo Mitxelena en 1957 comentaba que el fraccionamiento dialectal es “consecuencia de la división política del país y de la falta de focos culturales unificadores”. Aunque K. Mitxelena aprecie dos causas, para nosotros, son la misma.



Una gran uniformidad vendría tras la caída del Imperio romano, quizás ya con los bagaudas (s. III-VII) y el trasiego de gentes por todo el territorio de los Pueblos euskaros, pero desde luego con la unificación de todos los Pueblos euskaros en un único ente político con el ducado de Baskonia (VI-IX) y sobre todo con el reino de Nabarra, donde los vasconabarros alcanzamos la plenitud política, con las cosas buenas que tienen los Estados, pero que acarrean indefectiblemente una mayor uniformidad, dependiendo siempre de las diferencias de las que se partan, el grado de democracia interna o de la época de la que hablemos por ejemplo, pues las posibilidades actuales de uniformización de la población no se tenían en épocas anteriores.



Ésta sería la percepción comentada al principio sobre un euskera mucho más uniforme que relata Koldo Mitxelena para esos siglos de la Alta Edad Media y de donde debemos de partir para explicar los dialectos actuales del euskera. Esto aclararía lo que K. Mitxelana comenta: “las abundantes palabras provenientes del latín han seguido una evolución similar en todos los dialectos”.



Creo que, el mejor resumen sobre la pervivencia de las actuales diferencias dialectales, probablemente las mayores en la historia del euskera, lo hace el propio Koldo Zuazo en el artículo mencionado:

“Por otra parte, dentro de la estructura del euskera observamos dos cortes importantes, también presentes para el siglo XVI. Uno que separa el euskera de las provincias de Alaba, Bizkaia y Gipuzkoa del de Iparralde y (Alta) Nabarra, y otro que separa el euskera de Iparralde del de Hegoalde. 

Tal vez la fragmentación del Reino de Nabarra esté en la base de ambos hechos, pues fue a partir de entonces cuando las provincias de Lapurdi y Zuberoa, sobre todo, orientaron sus relaciones políticas y sociales hacia centros ubicados al norte de los Pirineos, mientras que Alaba, Bizkaia y Gipuzkoa quedaron integradas (sic) en el reino de Castilla. La reordenación (sic) de las provincias vascas operada entre los siglos XI-XII pudo repercutir en la evolución posterior de la lengua y tal vez fue entonces cuando se dio el primer paso importante en el proceso de la dialectización del euskera. (…) El euskara altonabarro es el que menos elementos diferenciadores tiene”. Tampoco es baladí la constatación de la centralidad del euskera alto nabarro.


“Nafarroak orduantxe galdu du bere independentzia eta beraz, euskarak galdu ditu bere erregeak, euskarari lagundu ahal izango lioketenak. Beraz, euskara gelditu da modernitatearen hasieran bere alboko hizkuntzek dauzkaten laguntzak gabe” 
Joxe Azurmendi Otaegi, Zegama (Gipuzkoa), "Ur, Su, Lur. Dokumentalean" (1999).
 “Nafarroaren nortasuna bi hitzetan laburbiltzen da: subiranotasuna eta hizkuntza" José María Jimeno Jurio historialari artaxonarra (1927-2002)

Desde el punto de vista político, se pueden diferenciar diferentes etapas en la creación de los dialectos del euskera o euskalkis:

1. Prehistoria

Los diferentes Pueblos euskaros formaban unidades políticas independientes, por tanto, es más que probable que existieran diferencias dialectales constatables en los pocos nombres y el vocabulario en euskera que nos ha llegado, ya tras la ocupación romana. 

Aunque podemos hablar de sociedades divisas y por tanto de Estados en su sentido prístino (al menos entre baskones y aquitanos), es difícil que esas estructuras políticas tuvieran el carácter unificador del idioma que después mostrarán los Estados, potencial que tendrá varias fases históricas, pero lejos de esos primeros albores de la historia escrita. 

Por tanto, es difícil que los euskalkis de los primeros Pueblos euskaros conocidos fueran muy diferentes entre sí, circunstancia que se refleja en los pocos datos que tenemos y que parecen corroboran los restos encontrados en lápidas de esta época ya mencionadas (seme-sembe/uri-iri).



La conclusión sería que es imposible que las diferencias dialectales que observamos hoy en día sean las que tenían los diferentes Pueblos euskaros prehistóricos, ni coinciden, contra lo que se ha pretendido, con sus territorios, aunque, sin duda, había diferencias entre sus formas de hablar euskera, menores probablemente que las que tenemos actualmente. 

Solo en algunos casos tienen territorios parecidos, como los karietas y el euskalki occidental o bizkaíno, pero esta circunstancia se explica mejor por ser comarcas económicas ancestrales de trasiego comercial, que ya usaban los Pueblos euskaros prehistóricos y que se han mantenido hasta el presente.



2. Durante la ocupación romana

Se dio una unidad política al sur pirenaico en la provincia de la Tarraconensis, que hace que los romanos dejen de mencionar a los diferentes Pueblos euskaros. Lo mismo, y más claramente, debió de suceder en Novempopulania o Aquitania I. Parece casi imposible estudiar la influencia de las grandes ciudades romanas en el euskera dialectal como Veleia, Pamplona, Calahorra, Oiasso (Irun), Varea, la repoblada Sant Bertrand de Commiges, Auch, Flaviobriga, Eauze, Jaca etc.

Casa en Eauze con las banderas de Gascuña, Beárn y Nabarra


Las diócesis surgieron a partir del siglo IV con Calahorra y Pamplona. Su influencia inicial sobre una población que convirtieron al cristianismo es lógica si se observan hechos parecidos más recientes y documentados como la cristianización de América, pero esas primeras diócesis no coinciden ni de lejos con las diferencias dialectales que observamos hoy en día. 

El empleo del latín en la liturgia y en la escritura hasta el Concilio de Trento del siglo XVI, nos hace pensar que su influencia anterior a ese siglo sobre los euskalkis fuera escasa, y parece estar más relacionada con la creación de idiomas romances en detrimento del propio Euskara, al menos en las zonas bilingües, como el castellano en la diócesis de Valpuesta.


3. La creación del reino de Nabarra

“(…) los dialectos han venido distanciándose unos de otros a lo largo de los siglos, desde los primeros textos medievales que nos permiten apreciar la distancia interdialectales hasta la actualidad. Los dialectos del euskera moderno tienen pues más distancia entre sí que los del euskera clásico (siglos XVI al XVIII), y éstos, a su vez, tienen más que los del euskera medieval (siglos XI-XII)” (“El euskera arcaico” Luis Nuñez Astrain).

Tras la caída del imperio romano se produce una gran convulsión social. En el territorio del euskera se puede ver una primera etapa de revueltas populares que difícilmente se pueden achacar a simples campesinos, pues llegaron a tomar la ciudad de Tarazona, que estaba fuertemente amurallada, o devastar la comarca de Zaragoza, eran los movimientos bagaudas.


Tras el desorden inicial, surgió en el territorio del euskera un único ente político y un único Pueblo, plasmado en el ducado de Baskonia, sobre los siglos VI-VII, del que hablan los cronistas de la época. De él surgió un núcleo de resistencia al imperialismo germánico al que los francos llamaron “nauarri”, que se convertiría en el germen del Estado baskón de Pamplona-Nabarra en el siglo IX. ´

Ya no hay “Pueblos vascos” en plural, sino que francos, visigodos y después musulmanes, hablan de un único Pueblo. El Estado nabarro llega a su plenitud con Sancho III el Mayor a comienzos del siglo XI. La unidad política traerá la unidad en el idioma que observan Koldo Mitxelena y Koldo Zuazo, sin olvidar que el propio Sancho III el Mayor impulsó también la unidad religiosa que se completó en el siglo siguiente.



El reino de Nabarra, hija del ducado Baskón, supuso una revolución religioso-social en la Nabarra Occidental que hoy no podemos imaginar, donde debieron de tener una gran influencia las innumerables iglesias levantadas donde antes apenas había construcciones de piedra, y aún más, en aquella escasa población de tradición oral, la predicación de letrados clérigos que debieron llegar con ellas desde otros territorios del reino, que por tanto, también eran euskaldunes (diócesis de Veleia-Armentia y Pamplona como hemos visto).


En Bizkaia o Gipuzkoa no existen restos católicos anteriores al siglo XI, cuando Sancho III el Mayor introduce el románico desde Leire. Es más, los restos de iglesias del siglo XI en Bizkaia se reducen a 16 ventanas y no es hasta el siglo XII, con Alfonso I el Batallador y después con Sancho VI el Sabio, cuando casi todos los municipios de la Bizkaia actual se crean alrededor de las recién fundadas parroquias o anteiglesias que reestructuran todo el territorio, con la constatación de docenas de iglesias y ermitas de ese románico tardío, la mayoría de realengo, por tanto son reflejo de una actividad política desde el centro del reino disfrazada con sotana. 


En Gipuzkoa hay al menos una veintena de restos de iglesias del siglo XII y en Alaba existen 240 ermitas o iglesias de época románica. Esta frenética actividad eclesial y de construcción, debió de llevar consigo una uniformización en estas tierras de aspectos como el idioma, pues es muy improbable que antes se hubiera producido una presión político-social suficiente desde el centro del reino (Nájera, Pamplona o Leire) para que Mitxelena o el propio Koldo hablen de un euskera común Alto Medieval.
 

“Parece claro que en países con población rural ha debido de prevalecer más que en zonas con ciudades de regular tamaño el régimen monasterial y de patronatos o dominios laicos como el que se da en Vizcaya” Julio Caro Baroja. 

El historiador nabarro Lacarra comentaba al respecto: "fundamentalmente parece que el capital necesario para la edificación de las parroquias procedía de las rentas que les concedieron los reyes (...), son constantes las donaciones que los reyes hacían utilizando el erario público”.

Hacia el año 1500 la parroquia era todavía una institución civil, posteriormente ese nombre quedó exclusivamente para designar las demarcaciones del clero. Las iglesias diviseras o de abadengo son las construidas por caballeros que ejercían de patronos frente a las más abundantes de realengo. En éstas, el rey, normalmente nombraba un patrono entre los nobles de su confianza. 

El patronazgo implicaba la recaudación del diezmo y las primicias, así como el nombramiento de clérigos, siempre entre los naturales de la parroquia. El caballero, propietario laico, o el patrono en nombre del rey, a cambio, se ocupaba del mantenimiento de la iglesia y de los clérigos. 

Andra Mari de Galdakano, por ejemplo, de finales del siglo XII, era divisera hasta el siglo XIV que pasó a ser realenga. Este tipo de constitución es la habitual en Bizkaia en el siglo XII frente a las de constitución episcopal, más frecuente según se van creando las villas (Julio Caro Baroja en “Historia del País Vasco Tomo V”).

Iglesia divisera Andra Mari de Galdakano, fundada por Sancho de Galdakano que vino de las Cortes de Nabarra a finales del siglo XII a repoblar y controlar la comarca ante las acometidas castellanas https://lehoinabarra.blogspot.com/2020/03/sancho-de-galdakano-no-es-torrezabal.html


El primer historiador bizkaíno, el banderizo Lopez García de Salazar en el libro XXV, confirma el hecho de la fundación de monasterios por parte de la corona Nabarra (iglesias de patronato laico bien realengas o bien diviseras). 

Habla de una primera fase, relacionada la lucha contra los musulmanes que correría a cargo de los caballeros (por tanto alejada de tierras bizkaínas, gipuzkoanas y del norte de Alaba), una segunda fase donde es la corona la que funda monasterios al aumentar la población y para consolidad su poder, y solo en una tercera fase la iniciativa vendría de Roma con el aumento de las villas y la construcción de iglesias en ellas para cobrar el diezmo, por tanto más en los siglos XIII-XIV y dentro ya del estilo gótico.

En las actuales provincias de Iparralde, curiosamente, el románico y la actividad eclesial también se disparan bajo el reinado de Sancho III el Mayor, mediante su tío y vasallo Sancho Guillermo, del que heredó luego el ducado el rey nabarro. 

Antso III Nagusia eta Antso Gartzea Naiarakoa bere semea

El primer mapa del reino de Pamplona-Nabarra (donde también se dibuja el ducado de Baskonia), se encontró en el monasterio de Saint Server (Aire d´Adour) y es precisamente de esta época (s. XI), fue hallado en uno de los principales templos de la Baskonia continental, que habría dibujado la mano de un clérigo emparentado con la más noble familia de Zuberoa, vasalla de Nabarra, y después una de las 12 familias más importantes del reino: Estefano de Mauléon, Stephanus Garssia Placidus. Se trata de un códice de 208 páginas adornadas con 102 miniaturas, de los más importantes de Europa.


Por tanto, dentro del reino nabarro, el gran unificador hay que buscarlo en la cristianización y restructuración en Ledanías-cofradías-anteiglesias de aquellas zonas que permanecían paganas (el saltus vasconum: Bizkaia, Gipuzkoa, norte de Alaba y la zona pirenaica), desde la actividad política de los tenentes o señores que venían de la corte pamplonesa en muchos casos o estaba estrechamente relacionada con la misma, como administradores de las tenencia y de los señoríos-condados en todos los aspectos tanto económicos, como sociales-religiosos y judiciales.

Parece que los señoríos, condados o tenencias nabarras tuvieron un efecto unificador en los euskalkis al no ser demarcaciones feudales, sino “tenencias” donde los tenentes son meros administradores en todos los aspectos de la vida ciudadana en nombre del rey. Esto explicaría el hecho cierto del aspecto unificado del euskera de esos siglos expuesto por los socio-lingüistas.


4. La Ocupación militar del reino nabarro


Al ser más reciente, tenemos más datos de la conquista militar de Alta Nabarra por las tropas de Fernando el Falsario, 1512-24. La represión sobre el euskera tras la conquista debió de ser tan brutal como la que padecieron sus hablantes, el Pueblo nabarro, desposeído incluso de sus nombres de pila en “lengua navarrorum”, pues se prohibieron en ese siglo XVI hasta hace pocos años (con un pequeño período en medio a principios del siglo XX), aunque algunos crean que estas cuestiones solo pasaban con el gran caudillo español Francisco Franco.

Piriniar familiako Antso VI.a Jakituna erregeak (1150-1194), aldaketa handiak egingo dizkio Nafarroako politikari eremu guztietan. Errege honekin agertzen da idatzita euskara “Nafarroako hizkuntza” bezala. Dokumentu hori 1167. urtekoa da.  Ituna Iruñeko Andra Mari artxiboan jasota dago, Iruñeko gotzaina eta Bela kondearen artekoa da. Aralarko Done Mikel in Excelsisen Santutegiko "Arimeriako" ogasunari buruzkoa da, haren behitegiak Arabako Bela kondeak dohanik zaintzeko konpromisoa hartu zuen“Erit autem talis differncia inter Orti Lehoarriz et Açeari Umea et successores eorum, quod Orti Lehoarriz faciet tu lingua navarrorum dicatur unamaizter et Açceari Umea faciet buruçzagui, quem voluerit”. 

Koldo Zuazo en su estudio recogido en el libro mencionado, “Euskalkiak, euskararen lekukoak”, es contundente al remarcar que la principal diferencia, si cogemos todas las diferencias entre los dialectos del euskera, la marca la frontera entre los dialectos del oeste y centro (el “bizkaíno” y el gipuzkoano) y el resto (alto nabarro e Iparralde).

“Oso ezaugarri haziak banatzen du Euskal Herriak zati bitan. Alde batean daude mendabala eta erdialdea eta bestean berriz Iparraldea eta euskara nafarra (garaia). Hauxe da hain zuzen euskararen baitan dagoen banaketarik garbienetarikoa, nahiz eta orain artean sekulan ez den argiro nabarmendu”. (…)

Rodrigo Jiménez de Rada (1170-1247), escrito en latín el original: "Así, pues, el noble rey Alfonso obtuvo Vitoria, Ibida (Treviño), Álava y Guipúzcoa y sus lugares fortificados y castillos, a excepción de Treviño que le fue entregado más tarde a cambio de Inzura. Asimismo, entregó Miranda (de Arga) a cambio de Portilla. Adquirió San Sebastián, Fuenterrabia, Beloaga, Zeguitagui, Aizcorroz, Aslucea, Arzorocia (Mendikute), la vieja Vitoria, Marañón, Aussa, Athavit (Ataun), Irurita y San Vicente (de la Sonsierra)".

Es una frontera dialectal que lo fue política desde finales del siglo XII al XVI, donde debieron de surgir por tanto las diferencias fundamentales entre esas dos comarcas dialectales, fruto, simplemente, de la imposición militar sobre los nabarros, separándonos entre “bizkaínos” y los que podían seguir llamándose nabarros. Los nabarros occidentales: bizkaínos, alabeses y gipuzkoanos, conformaron una unidad política inicial muy efímera como Señorío de Bizkaia, e incluso al euskera se le llamó “bizkaíno” en esos siglos.



Así, el bizkaíno actual debió de gestarse del siglo XII en adelante, y queda para los lingüistas averiguar lo poco que quedaría del dialecto del euskera arcaico de karistios o autrigones. 

Las diferencias del bizkaíno no se acentúan hasta el siglo XIX, según Lakarra (1986) y Koldo Zuazo (1988), lo cual podría achacarse según el último, a la irrupción del euskera bizkaíno literario, donde muchas veces se han buscado las diferencias con el resto de euskalkis, por muy marginales que fueran al inicio en su extensión. El propio Koldo en su libro “Euskalkiak, herri baten lekukoak” recoge varios ejemplos, como usar el verbo “dauz” (“tiene”) por el más antiguo y extendido en el propio bizkaíno de “ditu” e igual al resto de euskalkis.

El valle de Leintz del Alto Deba no se incorporó hasta el siglo XVI a Gipuzkoa (Arrasate, Aretxabaleta, Eskoritza, Bergara y Gatzaga) y el Señorío de Oñate hasta 1845. Aún hoy, en cuanto a organización territorial, el Alto y Bajo Deba están separados. La pervivencia de un euskera occidental (el llamado bizkaíno) en todo el valle del Deba, se ha debido probablemente a su fuerte vinculación económica con el resto de comarcas occidentales y más escasa con la Gipuzkoa central.

Torre Kareaga de Markina. La comarca cuenta con numerosas casas torre como la de Ugarte, Berriatua, Barroeta o la de Ubilla.

Por el contrario, se observa que el Bajo Deba (Eibar, Mendaro, Soraluze, Mallabia, Elgoibar, Deba, Ermua y Motriko) tiene una mayor influencia en su euskalki del euskera gipuzkoano, pero en este caso no parece ser la demarcación política la principal razón. La estrecha relación con la zona colindante de Bizkaia es evidente. 

Así, para Elena Barrena, el topónimo de “Markina” data desde el siglo XIV “denominó a una amplia zona situada entre el valle de Itziar y Durango, comprendiendo las tierras de las actuales Marquinas vizcaínas, Echeberri y Jemein (sic) –entonces Marquina de Yuso (o de abajo)-, y las guipuzcoanas Eibar y Elgoibar -Marquina de Suso (o de arriba)-”, es decir, eran tierras de frontera entre Bizkaia y Gipuzkoa, “marcas”. 

Monasterio de Ziortza-Zenarruza junto a Markina-Xemein

La influencia del euskara gipuzkoano en el Bajo Deba es superficial y debe ser bastante reciente, quizás fruto de la revolución industrial que tanto marcó esa comarca a finales del siglo XIX principios del XX o el turismo interno gipuzkoano en la costa en el siglo XX, pues como veremos, los gobiernos de los diferentes territorios (Juntas) en los que quedó dividido el reino nabarro en su parte Occidental, en la época Foral, no se preocuparon del euskera ni supusieron territorios económicos cerrados.

Libro en euskera de Lazarraga s XVI
Juan Pérez de Lazarraga, Señor de la Torre de Larrea (1550–1605), que guardan paralelismo en su composición con la obra de Etxepare. Hasta la fecha, Juan Pérez de Lazarraga era conocido por una relación genealógica de su propio linaje, espléndido texto erudito de 1588-89, del que se conocen cinco copias.

Se podría pensar que las pequeñas diferencias entre el euskalki de Bizkaia y el de Alaba, observables por ejemplo en el libro de J. Pérez de Lazarraga, puedan tener un origen político (dos provincias diferentes tras la ocupación militar de la Nabarra Occidental), pero no hay corte alguno entre sus subeuskalkis bizkaínos u occidentales, sino más bien un continuidad, por lo que la simple distancia y la falta de centralidad política explicarían mejor esas diferencias y las relaciones económicas los subeuskalkis dentro de ellos (sin olvidar en este caso otros factores que mencionamos, como varias congregaciones religiosas, al menos en el caso de Bizkaia).

Koldo Zuazoren mapak



Gipuzkoa durante el reino de Nabarra no tuvo una personalidad propia, en realidad había varias tenencias dentro de la actual provincia y no una unidad administrativa, por tanto, el euskalki del euskera gipuzkoano difícilmente es anterior al siglo XII. 

La comarca de Irun, Oiartzun y Hondarribia que pertenecieron al Vizcondado de Lapurdi hasta el siglo XII, mantenían relaciones comerciales y sociales estrechas con Pamplona desde época romana, con la que les unía una importante calzada, y antes como salida natural hacia el mar del Pueblo de los baskones al que pertenecían. En el reino formaron una tenencia propia y quedan en el alfoz de la villa de San Sebastián. 

Voltaire (1694-1778 París) "Es un Pueblo que canta y baila a ambos lados de los Pirineos”. Gaur egun, euskalkien arteko muga berri bat.

De hecho, intentaron integrarse en Alta Nabarra tras su conquista, así entre 1638 a 1666 y en 1702 y lo lograron entre 1805 a 1814. Tras un estudio de los continuos litigios que se producían en la zona y un informe posterior, se dictó una Célula Real española en tal sentido en la que intervino incluso el rey de España Fernando VII, por la que se obligó a Hondarribia a integrarse en Gipuzkoa. En el mismo informe, se recomienda crear un Pueblo con los barrios de San Juan (Hondarribia) y el de San Pedro (Donostia), de donde nació el Pueblo de Pasaia actual, nombre de un caserío de la zona (el nombre de Pasajes se usa hoy solo para el puerto).

Errenteria-Orereta (Kutxateka: Rafael Munoa)
La villa de Renteria-Orereta, Villanueva de Oiarso

Por tanto, las diferencias entre el gipuzkoano y alto nabarro, se debieron de producir también en esos siglos, entre el XII y el XVI cuando Alta Nabarra es ocupada y la “frontera de malhechores” desaparece. Las relaciones comerciales por ser territorios cercanos y economías naturales, explicaría la proximidad del euskera gipuzkoano y el alto nabarro, siendo paradigmático de esta fuerte relación social y económica la influencia de Tolosa en los valles alto nabarros de Araitz, Larraun, Basaburua e Imotz, donde se habla gipuzkoano.

La ocupación militar de la Nabarra Occidental en varias fases del siglo XII debió de ser determinante en la configuración de los euskalkis.


5. La separación de Iparralde y Hegoalde


La historia del Tratado de Paz de Los Pirineos con numerosas fotos, la tratamos en el artículo:
https://lehoinabarra.blogspot.com/2017/04/el-unico-caso-de-cosoberania-en-el-mundo.html


Es cierto que Lapurdi y Zuberoa se incorporaron con el ducado Aquitano a la corona inglesa en ese mismo siglo XII (tras la toma del ejército inglés de Baiona en rebeldía), aunque como territorio vasallo gobernado por los propios vascos como señala el historiador suletino L. Davant. En el caso de Zuberoa la relación con el reino de Nabarra se mantuvo mucho más estrecha hasta la ocupación del ejército aquitano-inglés del castillo de Mauleón a principios del siglo XIV. 

Pero, tras la guerra de los 100 años entre Inglaterra y Francia, Zuberoa y Lapurdi pasaron al vizcondado del Beárn. La unión política con Nabarra vino poco después, a mediados del siglo XV, mediante matrimonio de la reina de Nabarra y el conde del Beárn que era independiente del reino francés.


Por tanto, realmente, el euskera de Iparralde se separó del de Alta Nabarra entre 1512-24, el haber estado unidos hasta esa fecha es lo que marca su proximidad dialectal frente a la de los dialectos occidentales y el central o gipuzkoano. 


El rey Enrique II de Nabarra "el sangüesino", cuando creó el parlamento de Nabarra en Donapaleu (Baja Nabarra) en 1523 tras la invasión de toda la Nabarra peninsular (1512-24), dictaminó que, para ser parte de la Chancillería o tribunal supremo"tenían que ser navarros y saber euskera", por tanto, es la primera vez que está documentada la obligación del conocimiento del idioma nacional para ejercer un cargo político ("Prisión y fuga del rey de Navarra" de Joseba Asiron). El nieto de Enrique II el Sangüesino, Louis, obligó también a saber euskera para ejercer justicia en el reino de (Baja) Nabarra.

La ocupación del ejército francés de los parlamentos donde se reunían los gobiernos independientes del Beárn y Baja Nabarra en 1620, también tiene su reflejo en el euskera de Iparralde: “Alrededor de 1600 se producen en la lengua vasca cambios tan importantes de pronunciación y gramática que nos hubieses permitido distinguir en torno a ese año dos períodos distintos (…).” “El euskera arcaico” Luis Nuñez Astrain (2003).

Parlamento de Nabarra y el Bearne, 
castillo de los reyes de Nabarra (Pau)

La unidad lingüística y la política se unen en la apreciación del suletino, historiador y político, Ohienart, para el cual, en 1657, en todo Iparralde, se hablaba un único euskalki: “Por lo demás, en reglas anteriores y en los ejemplos de las declinaciones y de las conjunciones vemos casi únicamente el dialecto de Vascetania, es decir, el usado por los vascos aquitanos, vulgarmente denominados vascos en la actualidad”.

El príncipe francés Louis Lucien Bonaparte (1813-1891) hablaba de 3 euskalkis en Iparralde dos siglos después: labortano, bajo nabarro y suletino. Pero los lingüistas actuales hablan más de un continuo, donde solo los extremos se diferencian claramente, el labortano de la costa y el suletino, por tanto, parece claro que sus diferencias se producen principalmente tras la pérdida de un poder central como era el Estado nabarro-bearnés en 1620, remarcándose las diferencias en los dos extremos, los que menos contactos económicos y sociales tienen. 


Sin olvidarnos otros factores mencionados, como la oficialidad del gascón-bearnés entre los siglos XIV-XVI en Zuberoa y la relación económica e histórica entre ambos vizcondados. En el Beárn se habló euskera por todo su territorio hasta perderse en los siglos XVI-XVII y en muchos valles y pueblos incluso en el siglo XIX, pérdida territorial que también tendría una explicación política.

El caso de Eskuila que Koldo Zuazo menciona, último reducto del euskera en el Beárn (Eskuila, Aramitz, Inhaze, Arkantze y Jeruntze), era propiedad de un ricohombre bajo nabarro en la Edad Media, es otro caso paradigmático de cómo es la política la que mayores diferencias crea entre dialectos.

https://youtu.be/YD6qxu-Rn2U


6. Otras explicaciones políticas de algunas comarcas

Algunas diferencias dialécticas, tienen claras explicaciones políticas fruto de la conquista: la actual frontera española-francesa, totalmente artificial y solo justificable por la violencia armada ejercida contra los vasconabarros, se fija en 1659 en el "Tratado de los Pirineos" en la isla de los Faisanes sobre el río Bidasoa, copropiedad durante 6 meses de Irun y Hendaia, hoy Lapurdi-Gipuzkoa, isla llamada "Konpantzia" en euskera. El llamado Tratado de “Paz” de los Pirineos se produjo tras la ocupación militar del reino de Baja Nabarra y Beárn por las tropas francesas en 1620 y después de 24 conferencias llevadas a cabo entre Luis de Haro y el Cardenal italiano Mazarino en 1659 (que eran la personas que realmente mandaba en Francia, la primera potencia mundial para entonces).


En 1765 el rey español y el francés firmarán el “Tratado de Elizondo” (Baztan) para marcar la frontera entre Baja Nabarra y Alta Nabarra, pues no existía, había una gran comarca a modo de “marca” entre los Estados ocupantes español y francés. Urdazubi, Zugarramurdi y Luzaide son poblaciones hoy alto nabarras, pero insertadas tardíamente en esta nueva frontera política por lo que hablan todavía los euskalkis labortano y bajo nabarro en el caso de Luzaide. El municipio de Luzaide-Valcarlos, quedó en parte para España dentro de Alta Nabarra y en parte para Francia dentro de Baja Nabarra, siendo la parroquia del barrio Ondarrola la de Luzaide, pero su ayuntamiento el del barrio de Arnegi, el cual quedó en Baja Nabarra convirtiéndose en un nuevo municipio y por tanto como colonia francesa.

Lo cierto es que hasta el "Tratado de Baiona" de 1856, el río Bidasoa no fue frontera entre el Estado francés y el español. Ambas orillas del río en su desembocadura al mar Cantábrico eran jurisdicción de Hondarribia, e incluso la población de Hendaia (hoy dentro del Estado francés) no era sino un barrio de dos casas (Iturriaga y Etxeberri) de la localidad gipuzkoana. En ese tratado, el valle de Aldude, que hasta entonces había formado una unidad territorial, quedó dividida entre los dos Estados conquistadores del Estado de Nabarra, País Baskón, que se reparten el botín de guerra. Además, se crearon las demarcaciones entre el Baztan, Valderro y Baigorri.

  
7. Acercamiento entre los dialectos de Hegoalde

Es contundente esta afirmación de Koldo Zuazo: “Ez da erraza argitzea bikoiztasunaren zergatia. Garbi dago, Gipuzkoa, Bizkaia eta Nafarroako sartaldean bateratze bat izan dela joan den hiru mendeetan, XVIII.ean hasi eta orain arte”. No cabe duda, la conquista de todo el territorio nabarro sur pirenaico por España, acercó, “curiosamente”, de nuevo los euskalkis de la Nabarra Occidental y Alta Nabarra, tras los dos primeros siglos de represión brutal sobre la población de Alta Nabarra que narra Peio Esarte en su libro “Represión y reparto del Estado nabarro”.


(Mapa: Eneko del Castillo –blog Nabarlur-)

8. La creación de nuevas unidades administrativas

Recientemente, el imperialismo ha creado nuevas divisiones dialectales mediante políticas lingüísticas diferentes, pues durante el Régimen Foral, las Diputaciones no se habían preocupado por el euskera, aunque como dijo Koldo Mitxelena en “Historia de la literatura vasca”: “Sería inexacto suponer que las autoridades fueron opuestas, por razones mejores o peores a fomentar el uso de la lengua vasca y solo ésta. Obras inéditas en castellano salieron con retraso parecido: la Suma de Zaldibia, muerto en 1575, vio la luz en 1945; el compendio de Isasti, escrito hacia 1620, en 1850, la crónica de Ibargüen-Cachopín continúa inédita. En realidad, en Guipúzcoa y Vizcaya por lo menos, la aversión se extendía sin discriminación a todo escrito en la lengua que fuera. La única literatura que se costeaba sin regateos era la legal de los interminables pleitos por atribuciones, límites o precedencias.

No obstante, lo dicho, sería injusto en sumo grado acusar a los vascos de los siglos XVI a XIX, incluso en sus clases más elevadas, de menospreciar la lengua. Aparte de que tal acusación quedaría desmentida por la tenaz adhesión que el Pueblo ha venido prestándole, todos los vascos han sentido un orgullo desmedido por su idioma, orgullo que ha encontrado su expresión más conocida en las numerosas apologías que se le han dedicado desde el siglo XVI”.




Más información en "Atlas Histórico de Navarra" Eneko del Castillo: 


Los Estados nunca se habían preocupado tanto por el idioma que hablaba su Pueblo como desde la creación de los Gran Estados-nación totalitarios tras la Revolución Francesa, pero sus políticas afectaron a la expansión y a la unificación de los idiomas imperiales, pues menosprecian los idiomas de los Pueblos cuyo Estados habían conquistado, los “patois” (Eugen Weber -1983- “La fin terroirs”).

Xabier Irujo e Iñigo Urrutia (Historia jurídica de la lengua, 1789-2009, IVAPEHU, 2014) concluyen que del estudio de Grégoire durante la Revolución francesa (1789), se desprende que solo el 11% de la población hablaba francés en su día a día. Además se hablaba únicamente en 15 de los 83 departamentos ("Asedio al euskera" Joan Mari Torrealdai -2018-). Pero había un porcentaje alto que lo dominaba como idioma administrativo, sobre todo los funcionarios.


Pero, recientemente, la situación ha cambiado, la pequeña autonomía que consiguieron a finales de los años 70 las diferentes comarcas en las que quedó dividida la Nabarra sur pirenaica (Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral Nabarra, CAV-CFN), ha acarreado la uniformización del euskera dentro de las mismas debido a su gran influencia mediante la enseñanza y políticas lingüísticas. 

La misma importancia han tenido en la uniformización los medios de comunicación, que nunca habían tenido la fuerza que tienen hoy en día, más en un “mundo globalizado”, y que nunca habían tenido una continuidad en euskera, todo ello a favor del euskera batua con base gipuzkoana, si se prefiere del Beterri-Tolosa.

El francés Joseph I Bonaparte, rey de Las Españas 1808-1812, dividió por primera vez los diferentes reinos peninsulares en provincias y los centralizó en Madrid siguiendo el modelo implantado en Francia por su hermano

Tanto es así, que muchos niños de cualquier provincia vasconabarra solo hablan en batua, lo que está provocando que las diferencias entre los euskalkis vuelvan a desaparecer, pero se están acentuando entre Estados, así, la distancia entre el euskera de Iparralde y Hegoalde es cada vez mayor (hecho que también constata Ibon Sarasola en su libro “Euskara batuaren ajeak”). Del mismo modo, aunque con mucha menor intensidad, también se observan recientes diferencias dialectales entre las diferentes administraciones españolas (CAV-CFN).


En Oiartzun las hermanas Fraila en 1996 estudiaron el euskera por barrios y encontraron que los más cercanos a Alta Nabarra eran los que tenían un euskera más parecido a ese euskalki, es más, también detectaron que los jóvenes tenían ya una presencia importante en su euskera del gipuzkoano que no tenían sus mayores.

El Ronkal, Salazar o Aeskoa son valles alejados de otras poblaciones de Alta Nabarra y que miran a sus vecinos de Iparralde, también en su euskalki, pero entre la juventud ya se empieza a notar la presencia del batua y la unidad administrativa española de la Comunidad Foral Nabarra. Este mismo ejemplo se repite en el Baztan.

Oiartzun-Hondarrabia e Irun hablan un euskalki intermedio entre labortano y alto nabarro: por su relación natural social y económica. Lezo y Renteria hablan un euskera más parecido al gizpukoano, pero como señalaba K. Mitxelena: “siempre había pensado (…) que la mezcla del alto nabarro y guipuzcoano que se observa en el habla de Renteria se explicaba por una penetración continua de formas guipuzcoanas en el primitivo fondo nabarro”.


Todo ello nos puede llevar a que en un futuro que no parece tan lejano, haya dos euskalkis, el de Iparralde y el de Hegoalde, con pequeñas diferencias ancestrales dentro entre ellos, más remarcados cuanto más lejos estén los hablantes o menos relaciones cotidianas tengan.



CONCLUSIONES

Los dialectos actuales no coinciden con los del siglo I ni con las diócesis eclesiales, su evolución ha sido paralela a la del propio Pueblo baskón.

Los euskalkis no son estancos a lo largo de la historia ni en cuanto al territorio ni en cuanto al grado de sus diferencias: Pueblos prehistóricos diferentes con sus idiomas parecidos nos unimos en los siglos VI-XII y después la desunión política, fruto de la ocupación militar del Estado baskón de Nabarra que provocaron el alejamiento también en sus hablas. 

Dentro de cada territorio o comarca, habría otros factores que marcarían o atenuarían las diferencias entre los euskalkis: la Iglesia y las diócesis sobre todo a partir del Concilio de Trento del siglo XVI, el trasiego económico y las grandes villas o mercados, el aislamiento parcial de algunos valles y el euskera literario, principalmente. 

En nuestros días, el euskera batua introducido desde la enseñanza, EiTB, radio y prensa, sería un nuevo factor de uniformización, pero que no consigue superar el principal elemento de desunión: los Estados español y francés.


Pero los dialectos hoy observables, son, básicamente, fruto de la conquista que provocó la pertenencia a diferentes Estados de los territorios nabarros y dentro de ellos incluso a diferentes administraciones, situación que se extiende hasta la actualidad, lo que provoca que continúe el alejamiento del euskera de Hegoalde y el de Iparralde como principal rasgo dialectal hoy en día, y en menor medida también el de Alta Nabarra frente al de la Nabarra Occidental, insertados en unos entes administrativos españoles con cierta autonomía CFN-CAV.

Para más información se pueden ver las diferentes leyes contra el euskera en Francia y España: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/05/las-leyes-contra-el-euskera-y-el-catalan.html



Los dialectos del euskera se diferencian muy poco dadas las circunstancias políticas adversas para los baskones. Si hoy perviven las diferencias dialectales, es sobre todo por la falta de una unidad política, un Estado baskón. “El imperialismo es: genocidio/etnocidio, expolio y explotación” Joseba Ariznabarreta “Pueblo y Poder”.


Dr. Hans Mukarovsky (Písek, 1891-Praga, 1975), lingüista checo, uno de los fundadores del Círculo lingüístico de Praga, y filólogo de la universidad de Viena: “Que el destino de las lenguas está relacionado con la suerte política de los Pueblos que la hablan. Si la suerte política hubieses favorecido a Nabarra, Europa hubiese hablado hoy la lengua vasca”.