ALBERTO SANTANA EXPLICA MEJOR SU HIPÓTESIS

ALBERTO SANTANA EXPLICA MEJOR SU HIPÓTESIS

Aitzol Altuna Enzunza




Alberto Santana Ezquerra (actualmente, año 2020, Técnico de Etnografía del Servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación de Bizkaia, especialista en caseríos vascos), retomó en el 2014 una vieja hipóteis de principios del siglo pasado en el documental de EiTB “Una historia de Vasconia: euskaldunización tardía”, intentado darle un nuevo enfoque como vamos a ver.

"Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona (1983), fue, desde 1989, profesor de Historia Medieval en la UNED de Bergara. Autor de trabajos como Arquitectura popular. El caserío durangués; Arquitectura popular. Tipologías históricas del caserío, técnicas constructivas y perspectivas arqueológicas; El caserío en Mungia; Los antiguos caseríos en Guipúzcoa o Baserria. El caserío en Guipúzcoa. En 1993 toma parte en Donostia en la "XIV Semana de Iniciación a la Etnografía Vasca", con el trabajo Historia del Caserío Vasco" (Enciclopedia Auñamendi).



Respuesta de Alberto Santana a un bloguero el 3 de octubre de 2016, el cual le pide que resuma mejor la hipótesis que presenta en el documental “Una historia de Vasconia: La euskaldunización tardía” (http://macizodelgorbea.blogspot.com.es/2016/10/elorriaga-y-la-euskaldunizacion-tardia.html)

Alberto Santana explica que él no habla en su documental de “Las tesis invasionistas o de coerción impositiva por parte de gentes exteriores al actual País Vasco occidental para explicar la difusión del euskera tuvieron sus defensores en el siglo XX, pero hoy están siendo muy cuestionadas.”, sino que “El programa plantea una aculturación de la población local (que ni inmigra, ni es sustituida, ni desaparece) promovida por grupos de élite dominante, que copian formas de vestir, armamento, rituales funerarios y... posiblemente el idioma de otras gentes instaladas en la antigua Aquitania”.

Es decir, hoy hablamos euskera porque, en el siglo VI, a nuestras élites del sur, les resultó muy atractivo al oírlo de gentes aquitanas y ver su superioridad tecnológica. A esto Santana le llama “euskaldunización tardía” pero no “vasconización tardía”, porque no hubo desplazamiento de población. Santana reduce el euskera aquitano al territorio que va desde el valle Arán y el nacimiento del río Garona, hasta el occidente pirenaico pero sin llegar a la costa, es decir, tampoco acepta que el euskera se hablase en las llanadas de Gascuña o en la costa vasca de Lapurdi.


Noticias de Navarra 14 de noviembre del 2022: 
"Es un hallazgo histórico. Investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han descubierto el texto más antiguo escrito en lengua vascónica (antecedente del euskera) en una lámina de bronce con forma de mano que data del siglo I a.C. y que fue hallada durante la excavación de una vivienda del antiguo poblado de Irulegi (castillo en la sierra de Aranguren a 14 kilómetros al sureste de Pamplona-Iruñea sobre un castro baskón prerromano)


La pieza -con una inscripción de cinco palabras, la primera de ellas sorioneku– demuestra que, como ya se venía especulando en los últimos años, los vascones estaban alfabetizados y contaban con un sistema gráfico propio derivado de una variante del signario paleohispánico.

Para los expertos, se trata del primer documento “indudablemente escrito en lengua vascónica”. Mientras el texto paleohispánico del mosaico de Andelos, de una cronología similar, lleva 25 años en discusión sobre cuál es su lengua, en el caso de la mano de Irulegi, en cambio, los indicios parecen irrefutables. Además de que la primera palabra (sorioneku) se entiende en el vasco actual, la presencia del símbolo T ya es suficiente para habar de un sistema de escritura propio adaptado del ibérico. El símbolo T no existe en el ibérico, pero sí aparece en dos monedas vasconas de Navarra (ontikes y unambaate). Así, parece claro que los vascones utilizaron el semisilabario del ibérico, lo adaptaron a su lengua incluyéndole características propias y lo emplearon para escribir su lengua, el vascónico. El poblado se asentó en torno a la zona del castillo en la Edad del Bronce Medio, entre el 1.600 y el 1.400 a.C. y fue expandiéndose ladera abajo durante 1.200 años hasta alcanzar su mayor extensión en el siglo I a.C. En ese momento, terminó siendo incendiado de manera violenta en el contexto de las Guerras Sertorianas. Gracias a ese ataque, perdura una imagen congelada del final de la Edad del Hierro, puesto que los materiales quedaron cocidos y sellados en posición primaria bajo los restos de adobe. 
La pieza en cuestión es una lámina de bronce cuya pátina contiene un 53,19% de estaño, un 40,87% de cobre y un 2,16% plomo, algo que es habitual en aleaciones antiguas. El objeto está recortado para representar la forma de una mano derecha algo esquemática pero de tamaño natural. La lámina es lisa en el lado de la palma, pero en el lado del dorso presenta la forma de las uñas, aunque no se han conservado debido a su fragilidad las correspondientes a los dedos anular, corazón e índice. La pieza mide 143,1 mm de altura, tiene un grosor de 1,09 mm y una anchura de 127,9 mm, y su peso alcanza los 35,9 g. En la muñeca presenta una perforación de 6,51 mm de diámetro que sin duda se produjo al clavar la pieza en un soporte blando, probablemente de madera.

La mano de Irulegi es interpretada como un epígrafe ritual y apotropaico que estaría situada en la entrada de la vivienda. Además, el uso de la palabra sorioneku (afortunado/dichoso) alude indudablemente a un mundo personal, ritual e inmaterial.






¿Qué hablábamos entonces en todo el sur pirenaico al comienzo de la Edad Media? Según Alberto Santana, hablábamos latín o si no, un desconocido idioma romance, frente a un desconocido idioma celta que habríamos hablado antes de la llegada de los romanos. Entonces, pese a hablar para entonces el latín (o una corrupción del mismo que no dejó rastro alguno), el idioma de toda manifestación científica y cultural europea hasta el siglo XVII, de la administración en general y de la Iglesia Católica en particular, a nuestros antepasados les resultó más atractivo el euskera del Pirineo de Aquitania (lugar, curiosamente, mucho más romanizado) y abandonaron el latín (o un idioma romance), para hablar el idioma euskérico de estas gentes que, se supone, les resultaría mucho más culto (¡es una pena que Santana no nos aporte prueba alguna!).

Es más, tampoco los vascones protorromanos hablarían para entonces euskera o muy poco y resume el historiador español: “Así que nos queda el siguiente trabalenguas: el euskera arcaico superviviente de los aquitanos fue adoptado por las élites neo-vasconas de Navarra (sic.), olvidando su propio protoeuskera, si este todavía se mantenía en uso (sic.), y creando un nuevo "euskera común" en torno a la ciudad episcopal de Pamplona, y difundiendo esta nueva lengua hacia las élites locales de los pueblos del Oeste y el Sur en varias oleadas”.

Esta tesis tiene muchos problemas insalvables, pero frente a la “vasconización tardía” la nueva “euskaldunización tardía”, añade otro más importante si cabe: no se conoce en el mundo ni en la historia un ejemplo en el cual un Pueblo deja de hablar voluntariamente su idioma “sin coerción”.  



EL MENSAJE ENTERO DE SANTANA ANTE LA PREGUNTA DEL BLOGUERO:

Estimado Alberto Santana:

Estaba pensando en la "vasconización tardía". Si la población portadora del euskera llegó desde un territorio al norte de los Pirineos a otro territorio al sur de los Pirineos, más o menos a lo que es Navarra hoy en día, donde según los historiadores romanos estaban asentados los Vascones, ¿no está mal puesto el nombre de "vasconización"? ¿no debería ser "aquitanización", ya que los romanos ese nombre les pusieron a los que hablaban en euskera antiguo en ese territorio?

"Hola Juan Manuel. En este asunto que me preguntas, la precisión en el lenguaje es crucial, porque puede evitar muchos malentendidos interesados. No estoy muy seguro de haberlo conseguido en el programa. Resulta que en ningún momento hablo de la supuesta "vasconización tardía", que es lo que algunos injustamente me han achacado. El programa se titula, a posta, "la euskaldunización tardía" y habla sobre la difusión de la lengua vasca, no sobre la invasión de los vascones o aquitanos. Las tesis invasionistas o de coerción impositiva por parte de gentes exteriores al actual País Vasco occidental para explicar la difusión del euskera tuvieron sus defensores en el siglo XX, pero hoy están siendo muy cuestionadas. Yo, desde luego, no las comparto. El programa plantea una aculturación de la población local (que ni inmigra, ni es sustituida, ni desaparece) promovida por grupos de élite dominante, que copian formas de vestir, armamento, rituales funerarios y... posiblemente el idioma de otras gentes instaladas en la antigua Aquitania."

A estas gentes autóctonas de Navarra, Álava, Bizkaia que adoptan modas aquitanas es a las que las fuentes medievales visigodas del siglo VI y VII llaman "los vascones", pero ¡atención!!! ¡No son los mismos vascones del siglo I antes de Cristo que habían conocido los romanos!!! 

Es una coincidencia de nombre inventada por intelectuales que no les conocen directamente y tal vez sería bueno, para evitar confusiones, empezar a llamarles los "neo-vascones", aunque no sé si esto la lía más. La expansión del euskera hacia occidente se produce sobre unas tierras en las que las evidencias de que se hubiera hablado alguna lengua euskara anteriormente -antes de los romanos- son muy tenues y donde, sin embargo, hay huellas de un sustrato lingüístico celta anterior al latín. 

Esta hipótesis casa bastante bien con la convicción de los lingüístas desde mediados del siglo XX de que los diferentes euskalkis o dialectos del euskera no son pervivencias de unos pueblos prerromanos con hablas diferenciados, sino que proceden todos de un solo tronco o "euskera común" que se creó después de la caída del Imperio Romano y que pudo difundirse aprovechando el vacío de poder y la pérdida de prestigio que sufrió el latín al no tener a una administración o un ejército potente que la respaldase. Por el contrario, los francos eran un poder en alza y un modelo a imitar en formas de vestir, armamento y costumbres rituales públicas.

Las poblaciones del sur de los Pirineos, enfrentadas frecuentemente a los visigodos, tenían contacto con sus vecinos aquitanos, que a pesar de estar bajo dominio franco habían conservado su variante propia del euskera, y pudieron adoptar, por emulación y contacto imitativo entre las élites, algunas de sus manifestaciones culturales más atractivas, incluyendo no solo el idioma, sino tal vez hasta el catolicismo, en oposición al cristianismo arriano de los visigodos. 

Así que nos queda el siguiente trabalenguas: el euskera arcaico superviviente de los aquitanos fue adoptado por las élites neo-vasconas de Navarra, olvidando su propio protoeuskera, si este todavía se mantenía en uso, y creando un nuevo "euskera común" en torno a la ciudad episcopal de Pamplona, y difundiendo esta nueva lengua hacia las élites locales de los pueblos del Oeste y el Sur en varias oleadas, en tierras donde no hay rastros importantes de que se hablara antiguamente, y acompañándolo de un kit de elementos de prestigio que los arqueólogos encuentran sobre todo en las tumbas de hombres armados”.