ORÍGENES DE LA HISTORIOGRAFÍA CONTRA EL REINO DE NABARRA

ORÍGENES DE LA HISTORIOGRAFÍA CONTRA EL REINO DE NABARRA

Aitzol Altuna Enzunza


"Compendio Historial de las Chronicas y Universal Historia de todos los Reynos d´España, donde se escriben las vidas de los Reyes de Navarra" año 1571 Estaban de Garibay y Zamalloa


“¿Quién de ti habla o escribe
que, recordando tu esplendor pasado,
no diga: «Grande fue, mas no es la misma»?...
¿Quién te arrancó la espada? ¿Quién, di, te traicionó?”.
Giacomo Leopardi (1798-1837), poeta italiano.

Se le considera a Juan Martínez de Zaldivia (1500-1575), tolosarra, varias veces alcalde y capitán de las milicias de su municipio así como abogado de las Juntas Generales de Gipuzkoa, el padre de lo que se llamará “nobleza universal” de todos los gipuzkoanos por su libro “La Hidalguía de los guipuzcoanos” (1545-1552). Pero su obra principal fue “Suma de las cosas cantábricas y guipuzcoanas” terminado en 1564, el primer libro sobre la historia de Gipuzkoa .


Es también a Martínez de Zaldivia a quien se le atribuye por este libro la primera teorización sobre el “vasco-cantabrismo” relacionándolo sólo con el occidente baskón. Siguiendo la tradición, para este tolosarra eran los vascos los habitantes primigenios de las Hispanias desde su llegada a la península junto al bíblico Tubal, nieto de Noé. Basándose en un rico elenco de fuentes, Zaldivia, asimiló también los cántabro-vascos a los íberos como lo hiciera Ximénez de Rada en el siglo XIII y dejó escrito que su libro: “es una suma de todo lo que después del Diluvio y venida de Tubal a España es digno de ponerse en memoria de la nación vascongada y particularmente desta provinçia, las hazañas que los della han hecho en diversos tiempos hasta nuestros días”. 

Aunque publicada tardíamente en 1945, el manuscrito fue utilizado profusamente por los historiadores de la provincia y otros muchos, junto a la compilación de Actas del propio Zaldivia llamado “Libro Viejo de Guipuzcoa”, acabado sobre 1565 y publicado en 1991 por Eusko Ikaskuntza.

Mapamundi del Códice de Roda o Meyá (Catedral de Roda en Isabena, Ribagorza en Aragón), dentro del reino nabarro de Pamplona-Iruñea, escrita sobre el año 990. Este códice sigue la tradición basada en la Biblia de atribuir a cada continente un patriarca como su origen, los europeos seríamos descendientes de Jafet, uno de los tres hijos de Noé. Tubal sería uno de los hijos de Jafet, de él vendrían los pueblos de Iberia y los italianos.

El otro gran cronista gipuzkoano de ese siglo fue Esteban de Garibay (1533-1599), mondragonés, alcalde de su municipio en 1568, corregidor de Toledo en 1582 y alcalde de Sacas de Gipuzkoa (tesorero) entre otros cargos, pero se le conoce sobre todo por su labor como influyente cronista del rey español Felipe II desde 1592, tras años de residencia en su Corte. Garibay fue coetáneo de Zaldivia con el que participó en las escaramuzas fronterizas contra Francia en Hondarribia y San Juan de Luz-Lohitzune, sobre todo en la quema de esta villa en 1558.

Garibay fue el que comenzó el discurso de una “voluntaria incorporación” a Castilla de los “íberos-cántabros” independientes de todo yugo desde tiempos de Tubal, mediante un pacto con el rey de Castilla a cambio de conservar los Fueros . 

Sobre la invasión de la Nabarra Occidental decía Garibay: "El rey Theobaldo (s. XIII) no solo repugnaba esto, diziendo auerse hecho aquello con violencia contra todo derecho, más aún pedía, que deuian ser restituidas a la Corona de Navarra todas las tierras desde Atapuerca, lugar cerca de Burgos, pidiendo a Bureba, Rioja, Alaua, y aún Guipúzcoa y Vizcaya y las merindades de Castilla la Vieja, como en los tiempos pasados auian andado en la misma corona" (lib. XXV, cap. VI). Es decir, la Nabarra Occidental fue conquistada “con violencia contra derecho”, pero Gipuzkoa, en esas circunstancias, se separó y pactó libremente su incorporación a Castilla.

Garibay fue comisionado por las Juntas Generales de Gipuzkoa en 1559 para defender esta tesis del pacto de incorporación a Castilla frente a los castellanos que defendían la conquista, encabezados por Pedro Alcocer el cual había escrito un libro donde se narraba la invasión de Nabarra de 1200 y la conquista de Gipuzkoa. Garibay esgrimió “el carácter paccionado de su reconocimiento a la Corona”. Julio Caro Baroja señalaba que el cronista mondragonés tenía “la idea de que las libertades forales suponían la existencia de un Estado dentro del Estado”. 

Incluso, mientras estuvo en la Corte española, trató de conseguir el título de “reino” para Gipuzkoa (durante los años 1585-1590 por indicación de los influyentes Idiáquez), idea rechazada por las propias Juntas Generales pues veían con ello peligrar los Fueros.

El doctor en historia Jon Andoni Fernández de Larrea nos muestra que la idea de la “voluntaria entrega” no existían antes de Garibay: “La cuestión más polémica de la conquista castellana es la supuesta colaboración, o falta de resistencia, que la aristocracia de Guipúzcoa y de Álava pudo prestar al ataque de Alfonso VIII y la entrada pactada bajo su soberanía. Ninguna de las crónicas del siglo XIII hace la más mínima referencia a ello, como tampoco la hacen las crónicas navarras de los siglos XIV y XV. Ni siquiera Lope García de Salazar, el autor que más páginas dedica a la historia del País Vasco medieval, nos habla de nada parecido.

Nada hay escrito sobre el tema hasta la segunda mitad del siglo XVI. Es Esteban de Garibay quien narra por primera vez cómo, al invadir Alfonso VIII Álava, los guipuzcoanos –ofendidos por desafueros desconocidos que les habría infligido el rey de Navarra– decidieron transferir su fidelidad al monarca castellano”.

Martínez de Zaldivia, bachiller en Leyes, siguió en su obra “Suma” de 1564 con la idea de Garibay de un pacto y con la teoría del enfado de los gipuzkoanos con el rey de Nabarra por sus desafueros como motivo de su salida “voluntaria” del reino baskón (aunque hoy no cabe pensar que Gipuzkoa pudiera tener unos Fueros distintos a los comunes del reino). 

Sin embargo y como novedad, Zaldivia en su discurso negaba la conquista e insuflaba a la crónica un antinabarrismo furibundo. Juan Martínez de Zalvibia del bando oñacino procastellano, inició una historiografía y sobre todo un discurso de fuerte carga antinabarra, de aquella Nabarra recién invadida entonces entre 1512-1524 y que aún se revolvía libre contra los imperios español y francés desde los territorios ultra pirenaicos. 

El propio Julio Caro Baroja describía la "Suma" de Zaldivia como: “heroico-fantástica en parte, pero muy interesante desde el punto de vista sociológico, porque nos hace ver ciertas de las ideas comunes en Guipúzcoa acerca de los males producidos por los bandos, las atribuciones de la Monarquía, la enemistad hacia Navarra, etc.” (…) 

Según la Enciclopedia Auñamendi: “Se trata de una obra desigual, con notorias exageraciones propias de la época, sobre los orígenes de la provincia, claramente castellanófila y, por tanto, antinavarra, a la que siguieron como plantilla los historiadores guipuzcoanos subsiguientes”.

Martínez de Zaldivia decía cosas contra el reino de Nabarra como: «viendo los guipuzcoanos al rey de Castilla, cuyos según razón debían ser, pues antes en tiempo de los godos eran, tan cerca de su tierra, acordaron de volver a ser suyos y no del rey de Navarra de quien estaban descontentos por agravios que les hacía, y llamando al rey Don Alonso (en referencia al invasor Alfonso VIII), le entregaron los castillos y la tierra, lo cual bien se puede entender ser así, pues el rey fue a San Sebastián con solamente 20 de a caballo y no intervinieron armas ni pelea alguna.» 

(...) Es decir, no hubo conquista y los propios gipuzkoanos llamaron al rey de Castilla para cambiarse de Estado. Zaldivia incluso manifestaba que Castilla era el Estado originario de Gipuzkoa, aunque no explicó cómo pasó entonces a estar dentro del Estado baskón: «los guipuzcoanos, después que volvieron al prístino estado de ser castellanos, como gente libre y no conquistada y obligada a extender la corona de Castilla de quien realmente ellos eran».

La explicación del “antinabarrismo” del oñacino Zaldivia está en la brutal invasión castellana de la Nabarra Occidental de 1200, la cual trajo fuertes problemas sociales además de los políticos al tener que dividir los ancestrales pastos comunales entre dos Estados enemigos, se llamará "la frontera de malhechores". 

La poderosa familia de Azpeitia de los Oñaz era la más perjudicada por tener intereses en Urbasa, en la Burunda, en el Goierri gipuzkoano y en los pastos comunales de Aralar, tierras a caballo entre la Nabarra conquistada y la Nabarra libre. En 1321 tuvo lugar la Batalla de Beotibar (paso de Tolosa al valle de Leizaran en la sierra de Aralar), que constituyó el momento álgido de la “Guerra de Banderizos” entre las familias que seguían luchando por su libertad nabarra y las que intentaban sacar provecho de la conquista castellana como la familia de Zaldivia. En realidad, en Beotibar, hubo unos 50 muertos en cada bando y no fue más que una escaramuza fronteriza que se conmemora aún hoy en Tolosa por San Juanes con el “bordoi dantza”.

Castilla había reforzado para entonces la Nabarra conquistada creando villas en 1256 a lo largo de la nueva frontera, eran las villas de Segura, Ordizia y Tolosa; todas ellas sobre anteiglesias nabarras preexistentes. En 1355 Castilla volvió a invadir Nabarra y se quedó con los castillos de Ataun y Ausa en Aralar, tras la traición de su tenente Pedro Ladrón de Gebara; Ausa está en el municipio de Zaldibia, castillo donde el bachiller Martínez de Zaldivia sitúa el origen de su casa solar. 

Se creó en los siglos XIV-XV “La Hermandad de frontera” para poner paz entre hermanos, la cual será el germen de la actual provincia de Gipuzkoa con tres antiguas tenencias nabarras (Iputz, Aitzorrotz y San Sebastián).

Hay otra cuestión que también debió de tener una gran importancia en el antinabarrismo de Zaldivia. Tanto Zaldivia como Garibay eran fervientes católicos y la corona española a la que sirvieron era la espada del emperador de Roma o papa. Mientras, la reina nabarra Juana III de Albret o Labrit se había declarado protestante adjurando de la religión católica, lo que provocó una nueva invasion francesa y española del entonces pequeño reino pirenaico; pero la reina siguió en sus trece tras conseguir in extremis expulsar a sus grandes enemigos, y, mediante el “Manifiesto de los Gentileshombres y del pueblo de Nabarra”, otorgó la libertad de culto a sus ciudadanos (1568). Fue la Nabarra reducida el primer estado aconfesional de la historia y siguió así asombrando al mundo.

El historiador gipuzkoano José María Olaizola lo narraba de esta forma a finales del siglo pasado : “En el año 1560, en la cena de Navidad, la reina Juana abjuró en Pau de la religión romana e ingresó en la Reforma. (…) No así su marido Antonio de Borbón, conde Angulema, que llegó a traicionar a su mujer entregándosela al rey español Felipe II y a los católico romanos a cambio de ser nombrado rey de Alta Navarra, tras adjurar de su esposa y casarse con María Estuardo de Escocia en la isla de Cerdeña. Pero murió Antonio en 1562 sin que se cumplieran lo acordado. 

Felipe II planeó invadir Baja Navarra, el Beárn e incluso los territorios en manos de Francia de Juana III, para lo que pidió su excomunión al papa Pío IV (1559-1565): nos la declaramos inhábil para conservar el reino de Navarra, el principado de cualquier Estado, de cualquier dominio, el que sea (…) que sean y puedan ser dado a los que convenga mejor a su Santidad (…)”.


“La Batalla de Beotibar”, canto épico más antiguo en euskara, recogido por primera vez por Martínez de Zaldivia, aquí se transcribe la versión que Garibay recogió en su Compendio (Amberes 1571):

“Mila vrte igarota
vra vere videan.
Guipuzcoarroc sartu dira
Gazteluco echean,
Nafarroquin batu dira
Beotibarren pelean”